"Cuando uno está trabajando adentro de los túneles no se preocupa por un derrumbe, lo que molesta es el calor y en algunos casos la falta de oxígeno, por lo cual hay que estar saliendo para poder respirar", contó Walter Eduardo Álvarez, un joven que laboró dos años en las excavaciones.
Tegucigalpa. En Honduras existen trabajadores que al igual que un topo, están entrando por túneles subterraneos en busca de oro. Hasta ahora, aquellos que se desempeñan en este sector aseguran que no han habido accidentes que lamentar.
En su recorrido por la zona, El Heraldo preguntó a lavadores, trabajadores y aldeanos que no están relacionados con la extracción de oro sobre hechos lamentables ocurridos en los subterráneos.
"Una vez se dio un caso que dos trabajadores quedaron atrapados, pero los mismos compañeros los sacaron rápidamente", contó un lavador de oro, sin precisar la fecha del acontecimiento.
A pesar de lo peligroso que parece el trabajo en los subterráneos, este fue el único relato sobre un incidente ocurrido en las minas de San Juan Arriba.
"Cuando uno está trabajando adentro de los túneles no se preocupa por un derrumbe, lo que molesta es el calor y en algunos casos la falta de oxígeno, por lo cual hay que estar saliendo para poder respirar", contó Walter Eduardo Álvarez, un joven que laboró dos años en las excavaciones pero que ahora recoge broza en uno de los lugares llamados "aterros".
Álvarez calculó que solo en los túneles del cerro de La Cuculmeca trabajan unos 250 hombres.
Más arriba, en el lugar que le llaman "El Manto", hay otras excavaciones y otros terreros donde trabaja también una gran cantidad de gente extrayendo material para lavar oro, detalló el peón.
En otra de las largas excavaciones a las que tuvo acceso El Heraldo estaba Melvin Vallejo, junto con otros jóvenes, rompiendo a almadenazo limpio aquel cerro. Sudaban como si con cada golpe se acercaran más a un sitio infernal.
"Este trabajo requiere energía. Es pesado pero gracias a él sostenemos a nuestra familia", expuso Vallejo sin descuidar su obligación laboral.
¿Si las excavaciones se muestran riesgosas, qué las hace seguras?, le preguntamos a José Santos Sevilla, el guía que nos acompañaba, un hombre que trabajó más de cuarenta años en esa actividad, "como ve las paredes de los túneles son de pura piedra, por eso difícilmente se atierran", respondió.
Por las condiciones difíciles en las que trabajan, a estos excavadores tal vez nunca los van a llamar mineros porque no usan ninguna medida de protección como cascos, lentes, linternas, botas, polveras o rodilleras.
Esa percepción la complementó Edas Galindo, uno de los propietarios de los terrenos, quien también explota un túnel, al aseverar: "Realmente nos queda grande la camisa para decir que somos mineros, pero estamos haciendo esa labor aunque sea en pequeña escala".
Desperdicios. Rememoró que es originario de la comunidad de Agua Fría, y que llegó a la zona como agricultor y con unas cuatro vacas. "Esto fue hace más de 20 años, luego fuimos descubriendo que los desperdicios que dejaron los españoles producían un poquito de oro, entonces así fue como iniciamos esta actividad".
Esa riqueza ha estado ahí por más de dos siglos y hasta ahora la comunidad se está favoreciendo.
Con la extracción de ese oro "nos favorecemos unos con otros". Se favorecen los dueños de proyectos, los trabajadores en general y la misma alcaldía. "Pero se necesita que las autoridades gubernamentales nos abran las puertas y nos apoyen, porque en esta zona hay mucha pobreza, a pesar de que todavía hay riqueza que sacar", explicó Galindo.
Aseguró que una gente por envidia y otra porque persiguen grandes intereses los pasan amenazando con quitarles esa fuente de trabajo.
Incluso lamentó que el Estado lejos de ayudarles a explotar lo que por derecho le corresponde a la comunidad, más bien los reprime argumentando daños al ambiente, cuando es evidente que para sacar el material no se botan los árboles.
Otros dicen que se está contaminando el agua. Lo que sucede es que los residuos de algunas trituradoras caen a una quebrada, pero cuando llega el invierno todo ese lodillo se desaparece.
"Incluso algunos políticos andan diciendo que nos van a parar, son esos mismos que cerraron sus ojos a la contaminación y al desastre ambiental que sí están dejando las mineras extranjeras que operan en el país", señaló.
Galindo es del criterio que los políticos cuando andan en campaña le ofrecen empleo a la gente y cuando están en el poder, al no saber como cumplir, lo que hacen es tratar de arrebatarle los trabajos a otros, utilizando todo tipo de pretextos, criticó.
Futuro. Aunque la extracción de oro no ha mejorado sustancialmente el nivel de vida de los lugareños, estos tienen garantizado trabajo por muchos años más.
Con los medios artesanales usados, pasarán unos 100 años y esta gente seguirá laborando en la extracción del oro, sostuvo uno de los lavadores del metal, muy conocedor de la riqueza minera en la zona. No muy lejos de aquí están otras minas, contó, recordando las de San Judas, en Concepción de María; así como la riqueza del cerro Potosí, ubicado en San Marcos de Colón.