Estas multilatinas enfrentan un mismo momento de cambio dramático en el escenario económico global, con resultados muy diferentes.
La OPEP inunda el mundo de petróleo barato. Precios del acero y del cobre a la baja; dólar al alza. La última vez que la región enfrentó un panorama parecido fue cuando esta revista nacía. Sí, en su edición N° 2 de diciembre de 1986, AméricaEconomía informaba que de las 18 empresas latinoamericanas listadas en el ranking de la revista Fortune, cinco mostraban pérdidas millonarias durante el año precedente. Eran la argentina YPF, la colombiana Ecopetrol y el mexicano Grupo Alfa, golpeados por la caída de los precios de los hidrocarburos. El desplome de los precios del acero había impactado también las ventas de la venezolana Sidor y de las brasileñas Usiminas y Siderúrgica Nacional.
¿Quiénes son los ganadores y perdedores de este nuevo ciclo de las materias primas? Para identificarlos AméricaEconomía consultó a analistas y académicos de varios países de la región. El resultado es un panorama complejo, en el que los precios, tipos de cambio y tasas de interés están interactuando a favor de algunos sectores y empresas, y en contra de otros. Lo que está claro es que algunas estrategias de expansión rindieron frutos, mientras que otras están hoy en problemas.
Baraja colombiana. El 27 de agosto de 2007, Álvaro Uribe, Javier Gutiérrez y Juan Pablo Córdoba no ocultaban sus sonrisas. Los presidentes de la república, de la petrolera Ecopetrol y de la Bolsa de Valores de Colombia, respectivamente, estaban reunidos para un rito de pasaje: la capitalización bursátil de la mayor empresa estatal colombiana. “Cada día 15.000 colombianos compran acciones de Ecopetrol”, titulaba la revista Semana. Al cabo de un mes, la participación de personas naturales alcanzaba al 10% de la empresa.
Ocho años después, las sonrisas se han esfumado de los rostros de muchos de estos accionistas populares. Tras alcanzar un máximo de US$ 64 en enero de 2013, el título ha venido cuesta abajo: hoy está en US$ 14. Recuperar el favor de los mercados es apenas uno de los desafíos del nuevo CEO de la empresa, el exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, quien reemplazó en abril pasado a Gutiérrez, justo cuando este tomaba junto con la junta directiva una de las decisiones más importantes de su mandato: cancelar el contrato con la canadiense Pacific Rubiales para la explotación del campo petrolero más importante del país.
Echeverry y su equipo deberán ahora decidir si Ecopetrol operará exclusivamente el campo, que produce unos 160.000 barriles diarios, o bien delegará la operación en un contratista. Todo ello en un contexto complejo para la empresa y el sector. Lo que está claro es que no hubo acuerdo entre Rubiales y Ecopetrol para repartirse las utilidades declinantes del negocio.
A finales de 2013, el oro negro llegó a representar el 6% del PIB colombiano, generó el 22% de los ingresos fiscales y el 55% de las exportaciones. Ahora, en lo que va de 2015, las estimaciones son que la participación podría bajar al 1,2% del PIB y al 45% de las exportaciones.
José Cotello, un ingeniero electrónico brasileño de 48 años, a cargo de las operaciones de Ecopetrol en el oriente del país, enumera la cartera de proyectos en curso. “Ya estamos en Brasil con varios bloques, ya estamos con la sede de Ecopetrol América en Houston, tenemos varios bloques en el Golfo de México y tuvimos nuestro primer descubrimiento off-shore el año pasado en el campo Orca [a 40 kilómetros de la línea costera guajira al noreste caribeño de Colombia],” dice con optimismo.
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Pocos creen, sin embargo, que estas operaciones vayan a revertir la situación actual. Proyecciones compiladas por Reuters estiman que las ventas anuales de 2015 alcanzarán los US$ 20.143 millones contra US$ 36.193 millones que facturó en 2014.
“El reto grande que tiene Ecopetrol, en un ambiente de mucho menores ingresos, es mantener una actividad exploratoria suficientemente intensa para que el futuro [de reservas] sea promisorio”, dice Leonardo Villar, director ejecutivo de Fedesarrollo, uno de los centros de investigación económica y social más importantes de Colombia.
Todo ello pasa por identificar y apostar por los proyectos con mayor productividad: los llanos orientales (a la región conocida como Orinoquía); el bloque CPO-9, ubicado en el departamento de Meta, en el centro del país; las operaciones off-shore en el noreste, y los pozos en el Golfo de México. Cotello sostiene que Ecopetrol está financiando estos proyectos mediante préstamos y reasignando inversiones desde otras regiones y áreas, como el negocio con Pacific Rubiales.
Pero mientras se ajusta a la nueva realidad de su sector, la pregunta es qué empresas podrían tomar el relevo como estrellas del mercado local. Villar, de Fedesarrollo, menciona los sectores construcción e infraestructura. Ejemplo es Cementos Argos, parte del grupo antioqueño dirigido por José Alberto Vélez Cadavid. Mientras las utilidades netas de su filial de energía Celsia cayeron 92% durante el primer trimestre de 2015 debido a la trayectoria de los precios del gas y el alza del dólar, el flujo de caja obtenido por la cementera Argos en EE.UU. aumentó en una proporción de siete.
“Por el lado de energía, este es un año más difícil en Colombia” –reconoce Vélez–. Pero en el negocio de cemento es todo lo contrario, especialmente en EE.UU. y en economías bastante ligadas al dólar, como Panamá, Honduras y República Dominicana. El 60% de los ingresos de Cementos Argos se produce en dólares”.
Vélez lo atribuye a que EE.UU. está saliendo de su crisis, de modo que la demanda por cemento es significativa. “Sobre todo en la zona [geográfica] donde estamos nosotros, que es el sur y el sureste del país”, afirma.
Viva la proteína. En Brasil, donde los ánimos van en baja desde que estallara el escándalo de Petrobras, hay una sigla que sigue haciendo sonreír. Los brasileños pronuncian JBS con la fonética del inglés y pocos saben lo que significa: José Batista Sobrinho, fundador de una de las historias de éxito más vertiginosas de la historia latinoamericana. Una historia que comienza a mediados de los cincuenta con un pequeño matadero de reses en el estado de Goiás, en el interior del país.
De la mano de los hijos de Batista, los hermanos Joesley y Wesley, JBS facturó US$ 46.000 millones en 2014, con lo que sobrepasó a Vale como la mayor compañía privada brasileña. Para dar una idea de la escala del negocio, de los 25 millones de vacunos sacrificados anualmente en Brasil, según datos del Servicio de Inspección Federal del Ministerio de Agricultura, un tercio pasa por los frigoríficos de la JBS, de los cuales la mitad se exporta. Su negocio es la integración: los productores engordan ganado vacuno, cerdos y pollos; los Batista procesan, empaquetan y distribuyen donde sea.
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El despegue de JBS se produjo en un contexto afortunado. Años de sequía y apreciación cambiaria empujaron la consolidación del sector cárneo brasileño. Los Batista comenzaron en esa época a comprar frigoríficos exportadores al borde de la bancarrota. “JBS tiene una capacidad de elección envidiable, tiene la capacidad de tomar decisiones adecuadas y rápidas”, dice Paulo Furquim, profesor del doctorado del Instituto Superior de Enseñanza e Investigación de Sao Paulo (Insper, por sus siglas en portugués).
Pero, pese a su demostrada capacidad de gestión, los hermanos Batista nunca habrían llegado donde están sin el apoyo financiero del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES). El organismo los incluyó en su programa de “campeones nacionales”, los apoyó en su apertura bursátil y entregó financiamiento para sus jugadas más osadas, como la compra de los frigoríficos Swift y la procesadora de pollos Pilgrim’s Pride, la segunda de EE.UU. En ambas los Batista aplicaron el mismo modelo: bajar a la fábrica y supervisar personalmente los cortes. “Dejaban mucha carne en el hueso”, contó Wesley a la revista Piauí. “Eran toneladas que se perdían al mes”.
Los hermanos aplicaron también cirugía mayor en las plantillas de sueldos. En Swift despidieron a decenas de directores y vicepresidentes apenas tomaron el control de la empresa.
Hoy el banco estatal es dueño de un cuarto de la empresa, lo que ha despertado muchas críticas en Brasil por la elección a dedo de JBS como receptora de fondos públicos, y sobre todo por la resultante concentración del sector. “Los productores agropecuarios tenían antes más alternativas para colocar su producción; hoy no es el caso, y eso influye en los precios que pueden obtener”, dice Furquim, de Insper.
En cualquier caso, los mercados financieros han premiado a JBS por lo que sabe hacer: levantar empresas de productividad declinante e integrarlas en una cadena logística rentable. Furquim reconoce que JBS tenía capacidad para crecer independientemente del apoyo del BNDES. “Por cierto el crédito barato incrementó la rentabilidad, pero todo indica que hubieran crecido con o sin ese apoyo. JBS es un caso de éxito en sí mismo”. La acción de JBS cerró el mes pasado a R$ 16,7, una apreciación del 130% en cuatro años.
Costosa expansión. Cuando se compara 2015 con 1986 se menciona la deuda externa como un fantasma que hoy está ausente. Piénselo dos veces. Desde que la Reserva Federal comenzó a inundar el mundo de dólares hace cinco años, no hay multilatina que no se haya subido al carro de las emisiones corporativas con alfombra roja. Algunas en condiciones impensables en 1986, con descuentos mínimos y plazos faraónicos. Lo que sí es diferente a aquel entonces es el horizonte de tasas de interés. En 1986 estaban bajando, aliviando la carga que pesaba sobre empresas y gobiernos. Hoy están ad portas de su primera alza en más de una década, lo que traerá consecuencias sobre los márgenes de las empresas.
Uno de los que deben lidiar con las consecuencias de un crecimiento apalancado en tiempos de desaceleración es la chilena Cencosud. Después de años de un ambicioso plan de expansión regional, la empresa del patriarca chileno-alemán Horst Paulmann ha debido aplicar freno.
“El plan fue más impetuoso de lo que quizás debió haber sido”, dice Nicolás Villarreal, analista sénior de Equity Research Santander GBM. “En los últimos años, la compañía se centró en un agresivo plan de inversión y adquisición [US$ 4.500 millones aproximadamente entre 2010 y 2012], lo que llevó a aumentar los niveles de deuda a niveles insostenibles en el mediano-largo plazo para poder mantener el investment grade”.
El lento proceso de consolidación de las compras en Colombia y Brasil es un factor que le jugó en contra, a lo que se sumó la desaceleración de la demanda en casi todos los países donde está presente. Con las ventas minoristas a la baja, el margen bruto se resintió.
A esto se agrega “la depreciación de las monedas, que no permite traspasar el aumento en costos de importación a clientes debido a la debilidad del consumo”, afirma Claudio Ormazábal, analista de estudios EuroAmérica.
Para enfrentar la tormenta, Cencosud ha tomado medidas drásticas. Concretó la venta del 51% de la cartera de créditos en Chile a Scotiabank; pondrá en venta Banco Paris y comenzó a prospectar la venta de cuarenta gasolineras de las marcas Terpel y Texaco, que heredó tras la compra de Carrefour en Colombia, ubicadas en Bogotá, Medellín y Cali. También busca desprenderse de las cincuenta farmacias que tiene en Brasil, de cuando compró GBarbosa, y otras 39 en Colombia, también resultado de compras de activos en ese país. Además anunció que estudia abrir a bolsa su filial de centros comerciales. Se trata del único retailer grande que salió a vender en el actual escenario.
“Es una reconsideración de qué es estratégico”, dice José Vértiz, director de Latin America Corporates FitchRatings. “Están dando prioridad a su negocio central, que es el retail, muy basado en supermercados; por eso decidieron deshacerse de ciertos activos que no entran en este concepto”. Es un intento por optimizar los activos que tienen y monetizar los que no son centrales.
Y justamente la empresa ha anunciado el prepago de deuda que hará con gran parte de lo que reciba por el joint venture con Scotiabank: US$ 750 millones se destinarán a las acreencias del holding y US$ 250 millones a las deudas de Banco Paris. Con esto “alcanzarán niveles de deuda neta/ebitda de alrededor de 2,9 a 3 veces, cuando las clasificadoras les exigen niveles sostenidos bajo el 3,0x”, dice Villarreal, de Santander GBM.
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Ormazábal, de EuroAmerica, calcula que el gasto financiero bajará en unos US$ 60 millones. Buena cosa para cuando Janet Yellen y su equipo de la Reserva Federal estimen que es hora de subir las tasas de interés, y provocar un efecto en cadena a nivel mundial.
¿Quién teme a Janet?. Al norte del continente la coyuntura se ve distinta, y por un factor que tampoco estaba presente en 1986: el parque indus- trial instalado desde entonces para abastecer el mercado norteamericano de automóviles y bienes de consumo.
Bertrand Gruss, economista del FMI, señaló durante una conferencia de prensa en Bogotá que México es la economía latinoamericana con mejores perspectivas para enfrentar la actual coyuntura económica global, con precios bajos en las materias primas y fluctuaciones de las tasas de cambio, debido a que se ve favorecido por el crecimiento económico de Estados Unidos.
Para Fernando Buendía, de Credit Suisse, “el sector industrial es el más atractivo para los inversionistas, debido al fuerte vínculo entre la economía mexicana y la estadounidense, sobre todo en los sectores manufacturero, automotor y aeroespacial”. En segundo lugar, en su análisis, vienen el sector comercial y el hotelero.
A diferencia de los países del sur, el consumo interno muestra signos de mejora: las ventas de cada establecimiento crecieron 4,9% en los últimos 12 meses y promedian 5,1% en lo que va del año, cifra que contrasta con la media del 0,7% registrada en 2014, según la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (Antad). De hecho las ventas de Walmart de México y Centroamérica crecieron 12,7% en mayo, en comparación con el mismo mes del año previo.
La depreciación del peso frente al dólar hace atractivas las inversiones del rubro automotor, principalmente enfocado en las exportaciones de vehículos a Estados Unidos y Canadá, según un análisis publicado por Moody’s Investors Service. Mercados como el automotor podrían crecer alrededor de 6%, el doble de lo que crecerá la economía, más que todo por el rezago de los últimos años.
En este contexto se destacan empresas como Grumma, un conglomerado de alimentos cuyas acciones en la Bolsa Mexicana de Valores se han revalorizado en 40% en lo que va de 2015. Otras que se destacan son Televisa con 27% y América Móvil con 25%, cuyo negocio está lejos de haberse visto afectado por la reforma del sector telecomunicaciones. En el otro extremo están las constructoras ICA y Alfa, con caídas de 49% y 38% respectivamente. Al Grupo Alfa, tal como en 1986, le está pasando la cuenta su área de hidrocarburos, y ha caído 13%.
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Pero no todo es fiesta. La baja en los precios del petróleo, que se ha traducido en una disminución de los ingresos fiscales, ha obligado al gobierno a recortar el gasto público para reforzar la estabilidad de las finanzas públicas a largo plazo. Estos recortes implican un crecimiento de la inversión en infraestructuras menor de lo esperado, así como una desaceleración general de la economía, estima Fernando Buendía, de Credit Suisse.
Los analistas consultados por AméricaEconomía coincidieron en que el alza de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos se producirá en setiembre y que el Banco de México hará lo propio en octubre. Apuestan a una toma de ganancias en la bolsa mexicana.
Ocurrirá lo mismo en las demás bolsas y con muchos títulos, incluidas las empresas mencionadas en este reportaje.