James Tauby, director de Ingeniería de la firma estadounidense Mason Ind, dice que la implementación de tecnología de restricción sísmica puede garantizar que los hospitales sigan operando pese a la emergencia, y las compañías gasten menos en reincorporarse.
Santiago. Más de US$30.000 millones en gastos dejó el terremoto que el 27 de febrero pasado azotó a Chile. Una cifra acotada a la tasación que hizo el gobierno en daños a la infraestructura, ya que si se agregaran todos los costos y pérdidas que dejó el maga sismo, en las diferentes industrias, la suma se elevaría mucho más.
Varias compañías chilenas estuvieron días e inclusos semanas sin poder operar en la zona centro-sur del país, debido a los graves daños que sufrieron, principalmente, en sus equipamientos, y en la provisión de servicios básicos. Lo que hizo que, incluso, algunos hospitales colapsaran. Aunque si bien la mayoría de estas intalaciones resistieron el fuerte movimiento, cumpliendo con la norma sísmica chilena, hay quienes sostienen que hace falta una normativa que permita garantizar que los establecimientos clave puedan seguir operando luego de una emergencia de esta magnitud.
En Estados Unidos, la normativa es más estricta y desde hace casi tres décadas se utilizan normas de restricción sísmica, donde lo que se busca es reducir los daños que los terremotos causan a los principales equipos mecánicos de las instalaciones, lo que permite un normal funcionamiento de los centros de salud.
“El terremoto puso en evidencia la falta de un sistema de restricción sísmica. Muchos edificios quedaron inoperativos. Además de que no pudieron contar con los servicios básicos y la energía de respaldo, ahora hay un costo asociado a la reparación de esos equipos”, explicó Christopher Rooke, director y gerente general de Silentium, empresa que representa en Chile a la estadounidense Mason Ind, una de las principales firmas dedicadas al desarrollo de esta tecnología.
Con el objeto de despertar conciencia y de que este tipo de tecnología sea incluida en la reconstrucción del país, Silentium trajo a Chile a James Tauby, director de Ingeniería de Mason, y autor de varias normativas de restricción sísmica. En entrevista con AméricaEconomía.com, el experto aseguró que “el costo de no hacer nada puede ser más caro, frente a la inversión que pueden significar este tipo de inversiones”.
-¿De qué hablamos cuando nos referimos a normas de restricción sísmica?
-Todos los edificios usan equipamiento mecánico, que es el que le da la vida al edificio -sistemas de energía, iluminación, bombas de agua, de clima, entre otros-. Todos estos equipos están instalados en pisos mecánicos o en techos. La idea es evitar que en un terremoto se desplacen, que puedan romper sus instalaciones asociadas -tuberías y cañerías-, y que el equipo pueda seguir funcionando después.
-¿En qué consiste la tecnología que desarrollan en Mason para el cumplimiento de esta normativa?
-Hay sistemas que permiten que se muevan un poco los equipos, peroque no hayan mayores destrozos, permitiendo que, por ejemplo, elhospital tenga electricidad, oxígeno, gas y todas las facilidades paraatender a los pacientes en una catástrofe.
Por ejemplo, en elcaso de equipos grandes, lo que se busca es la fijación a través de unanclaje y la instalación de un sistema vibratorio para restringir elmovimiento. En el caso de tuberías o cañerías, se disminuye elmovimiento, con la instalación de una suerte de cadenas que las sostienendesde distintos ángulos.
-¿Cuál es el costo de utilizar esta tecnología?
-El costo deaplicar restricción sísmica es del 5% del total del equipo, o sea alproyecto completo hay que agregar 5% o menos. Todo depende del costo delequipo. Mientras más grande y más costoso, el costo pasa a ser más pequeño;en equipos pequeños, el costo es proporcionalmente mayor. Sin embargo, el costo de nohacer nada... es más caro.
-¿Cómo ha resultado la aplicación de esta tecnología en Estados Unidos?
-Ha sido muy existoso, y es algo que se viene haciendo desde hace mucho tiempo. En el terremoto de Northridge (Los Ángeles), en 1994, el daño noestuvo tanto en la estructura, sino en el equipamiento mecánico, querepresentó 75% del total de los costos. Pero eso fue en losedificios más antiguos, que no tenían actualizaciones; en los más recientes, y que contaban con esta tecnología o con estosestándares de construcción, soportaron muy bien.
En algunos casos fuetal el daño, que esos desprendimientos llevaron a la conclusión de que era más barato demoler y reconstruir, que intentarreparar los daños. El costo del post terremoto fue mucho más grandeque el de incluir restricción sísmica antes.
La normativa
-Más allá de la implementación tecnología, ¿cómo ha resultado el desarrollo de este tipo de normativas en Estados Unidos?
-En Estados Unidos la normativa está presente desde hace 20 ó 30 años, pero además hay uncódigo de construcción que se revisa cada tres años, y se va actualizando con lainformación que se recava de cada terremoto. En Estados Unidos, todo edificio debe ser diseñado con esta norma, no hay excepción, sólo que hay distintos niveles de restricción dependiendo de cada edificio. Un edificio con más gente es más sensible; una casa no requiere tanta exigencia, aunque se toman precauciones.
-Considerando la regulación chileana, ¿cómo se podría aplicar una normativa así en este caso?
-Acá en Chile no hay normativas que se enfoquen en las instalaciones mecánicas. La reglamentación está orientadada a la estructura de los edificios, para evitar que estos se caigan. En Estados Unidos, en cambio, todo está más desarrollado, y si bien el principal objetivo también es preservar la vida, hay una escala dependiendo del tipo de edificio.
-¿Cuáles son los parámetros que determinan los niveles?
-Cuando se trata de lugares más críticos o sensibles -hospitales, instalaciones de policía o bomberos-, edificios que tienen que estar funcionando sobre todo en las emergencias, se avanza a un nivel más alto. Acá no sólo se evita que se caigan los equipos, sino que se busca que puedan seguir operando después del terremoto.
Desarrollo local. Christopher Rooke destaca que en Chile han aplicado con éxito esta tecnología en algunas instalaciones, las que pudieron soportar adecuadamente el terremoto, sin embargo, asegurá que el desarrollo aún es muy tímido.
Debido a la demora que tomaría desarrollar una normativa en esta área, por ahora Rooke advierte que se pueden aprovechar las ventajas de una tecnología que cuenta con la certificación de una regulación más estricta, como lo es la estadounidense.
Consultado sobre si el terremoto que afectó al país ha despertado mayor interés en esta tecnología, aseguró que "a las charlas que hemos tenido ha asistido mucha gente que está haciendo reparaciones en el aeropuerto, por ejemlo, personas que están trabajando en los hospitales, ingenieros estructurales, ya que si bien sus edificios soportaron bien, se les cayeron los equipos. Entonces, esta visita ha sido muy importante. Hemos abarcado todos los sectores, con una muy buena respuesta".