Más allá de las medidas anunciadas por el fabricante alemán el viernes, ejecutivos de VW, clientes, inversores y trabajadores por igual están tratando de adivinar qué está por venir.
Wofsburgo. Volkswagen sabe que necesitará más que una nueva dirección y una remodelación corporativa para limpiar el aire después de que le pillaran engañando en las pruebas de emisión de vehículos diesel en Estados Unidos.
Más allá de las medidas anunciadas por el fabricante alemán el viernes, ejecutivos de VW, clientes, inversores y trabajadores por igual están tratando de adivinar qué está por venir.
El nuevo consejero delegado, Matthias Mueller, de 62 años, hasta ahora al frente de la división de coches deportivos Porsche, afronta una serie de problemas que ya acechaban a la empresa antes de que estallara el escándalo del diesel, que pueden haber empeorado por sus repercusiones.
Entre ellas está la caída de la rentabilidad de la marca VW, pero la prioridad inmediata será solucionar el caos en Estados Unidos, cuyo impacto potencial para la compañía ha sido comparado con el vertido de petróleo de BP en 2010.
Primero podría venir un acto de contrición prolongado a través de una campaña de publicidad en EEUU, dijo un alto cargo de VW, que pidió no ser identificado.
"El nombre del juego será humildad", dijo.
Siguiendo el ejemplo de gestión de crisis que adoptaron General Motors y News Corp, VW ha tanteado a una firma de abogados de EEUU para efectuar una investigación en profundidad.
Promete ser un camino duro y largo.
VW afronta decenas de demandas públicas y privadas, investigaciones gubernamentales y gastos en compensaciones y revisiones de vehículos, y el coste combinado podría exceder los 6.500 millones de euros que ha aprovisionado.
La capitalización bursátil de la empresa se ha hundido en 23.000 millones de euros, o un 30 por ciento, en la semana que ha transcurrido desde que las autoridades de EEUU revelaran que había usado un "dispositivo de engaño" para enmascarar niveles ilegales de emisión de óxido de nitrógeno de motores diésel.
Lidiar con la caída en desgracia en EEUU debe estar delante de cualquier otra consideración, dijo un gestor de fondos europeo que está entre los 20 principales accionistas de Volkswagen.
"Después tendremos que hablar de la dirección estratégica", dijo el gestor de fondos, agregando que VW podría revisar su compromiso con el diésel ante un probable revés regulatorio y de los consumidores.
"Este escándalo les ha dado la oportunidad de considerar dónde deberían ir con su gama de modelos".
Mueller debería ir más allá y abandonar totalmente los vehículos diesel en EEUU, dijo el analista de Bernstein Max Warburton, recomendando que la compañía invierta en híbridos y otra tecnología de bajas emisiones.
"VW tiene que pensar a lo grande y arriesgarse", dijo.
Otro gran reto para Mueller será navegar el descenso en picado en China, donde las ganancias de VW han contrarrestado hasta hace poco su mal rendimiento en Europa.
Muchos expertos piden un cambio de cultura corporativa.
La centralización de VW bajo el mando de Winterkorn y Ferdinand Piech - despedido como presidente en abril– ha sentado mal a un imperio con 12 marcas que cuenta con 119 plantas en 31 países.
El "clima de miedo" puede haber sido un factor a la hora de engañar en las pruebas, dijo un responsable de la empresa, ya que hace sólo dos años las quejas de los clientes chinos sobre cajas de cambio defectuosas se escondieron durante meses.
"Tenemos que crear un ambiente en el que los problemas se puedan comunicar abiertamente a los superiores en vez de ocultarlos", dijo el jefe de personal Berndt Osterloh a los trabajadores el jueves.