Cada vez más firmas dependen de las decisiones de la estatal, por lo que ésta debe de ofrecer transparencia y eficiencia, opinó analista.
El nuevo director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Jaime Francisco Hernández Martínez, llega a la estatal eléctrica en un momento clave para definir el rumbo del sistema eléctrico nacional, en el que las posibilidades de que se implemente un mercado eléctrico dependen en buena medida de la eficiencia operativa y la transparencia en cobros y procesos de esta empresa.
Marcial Díaz, analista del sector energético de Lexoil Consultores, explicó que por el volumen de energía que aún genera y seguirá generando la estatal (al menos 70% de la generación nacional) y el hecho de que legalmente es el operador de las redes de transmisión, ningún proyecto hacia la conformación del mercado será posible si no se transforma realmente en una empresa productiva y de toma decisiones que generen productividad en el largo plazo y no sólo estén basadas en la coyuntura política de un organismo gubernamental.
“El principal generador del país seguirá siendo la CFE por muchos años, pero cada vez más empresas dependen de sus decisiones y, en la medida en la que ofrezca transparencia en sus costos y eficiencia en sus operaciones, podrá ser negocio para todos”, explicó.
Por lo pronto, y rumbo a la competencia, el Consejo de Administración de la estatal aprobó ya la integración de los consejos de sus nuevas seis empresas productivas subsidiarias de generación, además del de la filial de Suministro Calificado, junto con la autorización de la designación de los consejeros independientes de cuyos nombramientos depende el arranque legal de operaciones de estas empresas.
Responsabilidades heredadas. Cabe recordar que la CFE es legalmente el suministrador de último recurso de todos los usuarios, lo que implica que en caso de interrupciones se encargará de entregar la energía por sus propios medios, lo que la mantiene como una pieza clave en la electrificación del país, que asciende a más de 98% y deberá llegar a la totalidad de los mexicanos, según la promesa de la reforma energética.
La CFE será además un actor clave en la transición hacia una canasta de generación conformada por un mayor volumen de renovables, ya que si bien el nuevo marco legal incentiva a los privados a participar en el suministro, la estatal aún concentra el mayor volumen de generación nacional y el suministro básico, que se compone de 80% de los usuarios del país.
Para ello, participa como ancla en el crecimiento de la red nacional de gasoductos, con la supervisión de la construcción de 4.875 kilómetros de gasoductos para añadir una capacidad de más de 15.000 millones de pies cúbicos diarios al transporte actual, es decir, tres veces la producción nacional de este hidrocarburo.
En cuanto a la confiabilidad del sistema, la estatal aún debe acercarse a la media internacional de 6% de pérdidas de energía, ya que, al cierre del último ejercicio, las pérdidas técnicas de energía se ubicaron en 13,1% del total de la energía que se transportó, lo que implicó una pérdida económica de 42.200 millones de pesos. La meta de la dirección deberá ser continuar con la disminución de un punto porcentual por año de estas mermas.
Hasta el momento, la CFE es el único suministrador del servicio básico nacional, por lo que además de los proyectos propios de generación busca otras alternativas como las subastas de compra a privados, que mediante dos procesos añadirán 4% adicional a la generación mediante energías limpias, según el diseño del proceso.