En un comunicado divulgado este martes, la FAO afirmó que la producción porcina en la región es un pilar fundamental para la seguridad alimentaria y una fuente de ingresos muy importante para los agricultores familiares.
Santiago. La Oficina Regional en Santiago de Chile de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirmó que es indispensable controlar las enfermedas animales como la peste porcina clásica y otras para garantizar la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe.
En un comunicado divulgado este martes aquí, la FAO agregó que la producción porcina en la región es un pilar fundamental para la seguridad alimentaria y una fuente de ingresos muy importante para los agricultores familiares.
"Debido a las pérdidas que generan las muertes de animales, las bajas en la producción y los costos asociados a su prevención, control y erradicación, enfermedades como la peste porcina es una amenaza al desarrollo de la industria y a la seguridad alimentaria regional", explicó.
Tito Díaz, de Desarrollo Pecuario de la FAO, dijo en reciente reunión sobre la peste porcina clásica (PPC) en países andinos, que "América Latina es el tercer exportador mundial de carne de cerdo, además del primer exportador de carne bovina y de ave, pero todavía persisten altos niveles de desnutrición y de pobreza en la región".
Por su parte, Javier Vargas, director de Salud Animal de Agrocalidad, de Ecuador, comentó que "para su país el apoyo de la FAO ha sido muy importante para avanzar en la mejora del estatus sanitario del país, a través de capacitaciones y asistencias técnicas".
"Los buenos resultados se han visto reflejados en el Programa de Control de la Fiebre Aftosa y en el de Control de la PPC. Por ello necesitamos trabajar conjuntamente con la FAO y los pequeños productores, que son parte del sustento de nuestra economía", añadió.
Según la FAO, "la PPC es una enfermedad transfronteriza de naturaleza viral del cerdo doméstico, cerdos asilvestrados y jabalíes, altamente contagiosa con una elevada morbilidad y mortalidad, lo cual es un riesgo para la seguridad alimentaria, el desarrollo pecuario e implica restricciones al comercio nacional e internacional".
La reunión analizó las acciones realizadas durante la implementación del programa, presentar los logros y avances obtenidos en el trabajo e instrumentar los mecanismos de apoyo y seguimiento al establecimiento de un programa subregional de prevención, control y erradicación de la enfermedad en los países andinos.
Diego Rojas, director del Programa de Erradicación de la PPC en Colombia, señaló que "el papel integrador con los países que cumple la FAO es fundamental para mejorar el estatus sanitario y disminuir así el hambre a través del control y erradicación de una enfermedad que ocasiona pérdidas económicas en las poblaciones rurales".
En el encuentro se destacó que la producción porcina familiar es clave para la seguridad alimentaria y que el impacto de las enfermedades animales como la PPC sobre los medios de vida de las comunidades rurales y de los pequeños productores es devastador.
La FAO instó a los países de la región a avanzar en sistemas integrados de vigilancia de enfermedades animales, fortaleciendo las acciones a nivel local con los pequeños productores, entendiendo la salud animal como un bien público.
Cristián Fernández, director de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria de Bolivia, afirmó que su país "espera seguir trabajando con la FAO en la erradicación de enfermedades como la fiebre aftosa y la peste porcina clásica y así hacer un frente común en la lucha contra la pobr eza extrema".
En la subregión andina, hay unos 12 millones de cerdos, cuyo 96% está en manos de pequeños productores, lo que aumenta la brecha de la producción pecuaria familiar. El 26% de esta producción es agricultura de subsistencia donde el 10% de la proteína animal se obtiene de los cerdos en la subregión.
Según estudios recientes, la enfermedad porcina se ha detectado en los últimos cinco años en el 100% de ese estrato productivo, causando pérdidas directas por mortalidad y la caída de los índices productivos en cerca de US$4,3 millones de dólares al año por país, sin considerar otros costos derivados.