Con el cultivo de algas naturales, Atacama Bio Natural elabora productos para la salud y da un respiro al planeta.
¿Se imagina una empresa que elabore productos naturales para su salud y cosmética y que a la vez produzca oxígeno para el planeta? Ésta es justamente la gracia de Atacama Bio Natural, dedicada a la producción de microalgas y ubicada en plena Pampa del Tamarugal, en el norte de Chile.
Con una inversión de US$10 millones, un grupo de ingenieros, químicos, bioquímicos y biólogos marinos comenzaron su aventura al montar la primera planta de cultivo de microalgas que existe en Chile. Pero no es cualquier alga. Su nombre es Haematococcus pluviale y en Chile hay pocas de éstas. De ella obtienen un producto en polvo de color rojo con alta concentración de Astaxantina, además de una oleorresina concentrada. Su principal beneficio es su poder antioxidante natural y un pigmento más potente que el betacaroteno. Ambos productos tienen un valor cercano a los US$100 y US$1.000, respectivamente, en los mercados internacionales.
El negocio partió pensado para entregar una sustancia pigmentadora para la industria salmonera, proyecto que cambió hace un par de años al descubrir la gran potencialidad que tenía la materia prima como antioxidante en los seres humanos.
Agua y alta exposición al sol son los principales elementos para crear el negocio del cultivo de algas. Gracias a eso, la empresa tiene un aporte notable al desarrollo industrial en Chile. Según Eduardo Cisternas, socio fundador de Atacama Bio Natural, el producto no deja residuos, pues ocupa el 100% de ellos en su proceso, por lo que es totalmente amigable con el medio ambiente.
Además, las algas -como todas las plantas- tienen la capacidad de absorber y fijar el dióxido de carbono del aire y liberar oxígeno. “Es un cultivo limpio. Y el sintético no se compara con algo natural. Después va a ser muy distinto exportar un producto con un sello verde. Yo creo que en este sentido la empresa está en lo correcto”, dice Cristián Bulboa, director de ingeniería en acuicultura de la U. Andrés Bello.
Todo iba bien con la industria salmonera hasta que llegó su principal competencia: el pigmento sintético que le entregaba color al salmón, aunque no antioxidantes. Esto ocurrió hace unos años y terminó con la racha ganadora de Atacama Bio Natural en ese mercado. “Toda nuestra producción era para ellos”, dice Cisternas. “Después, era irrisorio pensar que podríamos competir con un producto que era dos veces más barato que el nuestro. Ahí, los salmoneros prefirieron ocupar una sustancia creada de un derivado del petróleo en vez de una que no tiene ningún químico y que además de la pigmentación les entregaba antioxidantes esenciales para mejorar la reproducción en estos organismos”.
Hoy Atacama Bio Natural casi no cuenta con clientes chilenos en su área de venta animal. Y sus principales destinos son el mercado de Ecuador, Alemania y algo de Asia. Este año la empresa piensa producir unos 35.000 kilos de polvo de microalgas y distribuirlos en los mercados americanos y asiáticos principalmente para consumo humano. Este 2011 esperan triplicar la producción que alcanzaron en 2010. Y gracias a eso proyectan ventas por cerca de US$3 millones.
En la actualidad las instalaciones cubren una superficie de más de 80.000 m2, con una superficie de cultivo de 40.000 m2, número que piensan duplicar en los próximos años. Con esto Atacama Bio Natural tiene una osada propuesta: vender bonos de carbono.
“Tenemos una capacidad en recursos hídricos y de superficie como para llegar a 15 veces la producción actual y, por lo tanto, vamos a tener un impacto importante y queremos vincularnos con la venta de bonos de carbono”, dice Cisternas.