La Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos proyecta que para finales de este año la producción terminará alrededor de los 890.000 barriles en promedio.
Mientras amainan los ataques terroristas contra la infraestructura petrolera en algunas zonas, arrecian en otras, haciendo que el panorama del sector se encuentre en claroscuro. El avance del proceso de paz con las Farc se ha traducido en relativa calma en las regiones de su influencia, pero mucha intranquilidad donde opera el Eln, que busca iniciar negociaciones con el Gobierno del presidente Santos.
“La paz beneficiará al sector de hidrocarburos. Con un país en paz ya no tendremos atentados contra la infraestructura de hidrocarburos, garantizando que los combustibles lleguen a donde deben llegar y se transformen en energía”, dijo el ministro de Minas y Energía, Germán Arce. “Tendremos la posibilidad de explorar zonas donde antes no podíamos llegar con inversión y desarrollo”.
La Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet) califica la situación del sector como difícil, “dado que además de los precios bajos y los efectos de competitividad del sector, se percibe una parálisis de la industria que en los últimos meses es cercana al 90%”.
Juan Carlos Rodríguez, director del gremio, señala que “los petroleros esperan con expectativas la firma del proceso de paz”, que los grupos insurgentes permitan consolidar una paz duradera y que la actividad exploratoria llegue a las zonas del país donde hasta ahora ha sido imposible la búsqueda de crudo por efecto de la inseguridad.
Los gremios petroleros advierten que los atentados siguen ocurriendo, afectando la producción. Acipet proyecta que para finales de este año la producción terminará alrededor de los 890.000 barriles en promedio.
La Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) registra 19 atentados a oleoductos en lo corrido del año, principalmente las afectaciones se han presentado en febrero y marzo y atribuidas al Eln. Las zonas más perjudicadas son Arauca, con diez ataques, y Norte de Santander, con cinco; 16 atentados han sido al oleoducto Caño Limón-Coveñas y la producción diferida es por lo menos de 50 mil barriles, explica Francisco Lloreda, presidente de la ACP.
Acipet indica que la producción se ha frenado y “estamos en 904.000 barriles al finalizar mayo, tras haber comenzado el año con una producción de 990.000 barriles”. Se han dejado de producir algo más de 100.000 barriles por atentados. A estas alturas el país petrolero debería tener cerca de 400 pozos perforados y apenas van 45. Los atentados han influido en la disminución de la producción y la caída de los precios que limita las inversiones en el desarrollo de los proyectos, resaltan los ingenieros petroleros.
Un informe de Ecopetrol resalta que entre 2015 y en lo corrido de este año hasta abril se habían detectado 300 válvulas ilícitas en la región del Catatumbo, especialmente en los municipios de Tibú, Teorama, El Carmen y El Tarra, lo que ocasionó una pérdida de 310.000 barriles de crudo. En 2016 se han encontrado más de 30 válvulas en la zona del Catatumbo; entre enero y marzo de este año fueron hurtados más de 104.000 barriles. La petrolera calcula que entre 2015 y lo corrido de este año hasta marzo las pérdidas por robo de crudo ascendieron a los $31.000 millones (US$10,4 millones).
El estudio remarca que la situación ambiental es grave, porque cuando se produce el robo por las bandas al margen de la ley, usan sólo el 38 % de lo robado y con el resto contaminan los suelos y las aguas. “La instalación de válvulas ilícitas en el Catatumbo ha ocasionado derrame de crudo sobre un área de 50.000 metros cuadrados, equivalente a siete campos de fútbol”.