Un centenar de pequeños aviones pilotados por sus dueños convirtió al club privado de aviación Aeroclub de Colombia en una fuerza aérea humanitaria que apoya la lucha contra la pandemia del coronavirus transportando médicos y pruebas diagnósticas.
La Primavera, Colombia. "Este el HK4679 G en vuelo humanitario entre La Primavera y Cumaribo transportando pruebas de COVID-19 a 3.500 pies", reporta por radio a una base militar el empresario Ernesto Pérez mientras vuela su bimotor Piper 34 Seneca III sobre una zona de extensas sabanas en el este de Colombia.
Durante el viaje, que comenzó en un aeropuerto del norte de Bogotá con la desinfección del avión, de la carga y de los pasajeros, el experimentado piloto pide a las torres de control autorización para cambiar ligeramente de rumbo y esquivar nubarrones por el mal tiempo que se registra en el país sudamericano durante la actual temporada de lluvias.
Como el Piper 34 Seneca III de Pérez, un centenar de pequeños aviones pilotados por sus dueños convirtió al club privado de aviación Aeroclub de Colombia en una fuerza aérea humanitaria que apoya la lucha contra la pandemia del coronavirus transportando médicos y pruebas diagnósticas desde alejados pueblos en medio de llanuras, selvas y montañas.
La vinculación de los pilotos privados y de sus aviones a la misión humanitaria fue una iniciativa del presidente Iván Duque para conectar a las regiones más apartadas del país a las que sólo se puede llegar por vía área para llevar a tiempo las pruebas diagnósticas de coronavirus a Bogotá, en donde está el principal laboratorio del Instituto Nacional de Salud.
"Este fue un llamado del señor presidente de la República que tenía la necesidad de generar una conectividad a las zonas más apartadas del país para poder recoger las muestras que el Instituto Nacional de Salud examina en Bogotá", dijo Pérez en la pista de aterrizaje de La Primavera, en el departamento del Vichada, antes de despegar rumbo a Cumaribo.
"En estos sitios tan apartados y tan complicados, sobre todo en esta época invernal que es imposible por tierra (...) hemos asumido esa función y sobre todo el brazo de movilidad del Instituto Nacional de Salud que lleva la bandera en esta pandemia tan tenaz que nos tiene", explicó al lado del avión Pérez, un empresario de tecnología financiera de 56 años.
Pasión por volar y ayudar. Al aterrizar en La Primavera, 418 kilómetros al noreste de Bogotá, dos funcionarios del hospital local esperan con una caja embalada con estrictas medidas de seguridad y refrigeración que contienen 34 muestras que son subidas al avión para su traslado y análisis en Bogotá. Los pequeños pueblos alejados carecen de laboratorios para diagnosticar el coronavirus.
En La Primavera y en Cumaribo no se han detectado casos positivos de COVID-19, por lo que las autoridades locales impiden el ingreso de foráneos y hacen pruebas aleatorias como parte de las medidas para controlar la pandemia.
"Es un servicio excelente debido al difícil acceso que tenemos aquí", dice Diana Carolina Galván, de 28 años, bacterióloga del hospital de La Primavera, refiriéndose al transporte de pruebas en los aviones privados. Otras 47 muestras fueron recogidas en el aeropuerto de Cumaribo.
Aunque el país entró en un aislamiento preventivo obligatorio desde la medianoche del 24 de marzo, registra más de 39.000 personas contagiadas y 1.259 muertas por COVID-19.
Los pilotos y sus aviones han transportado durante la emergencia sanitaria miles de muestras a Bogotá y decenas de médicos a pueblos lejanos en más de 200 vuelos. El presidente Duque los llamó "héroes silenciosos" al destacar su servicio.
Aunque admite sentir temor por el riesgo de contagiarse, Pérez asegura que seguirá volando.
"El resultado final es aquí se unen dos pasiones, la pasión de volar y obviamente combinada con la pasión de ayudar, no tiene límites, no la puede describir, es una absoluta satisfacción", concluyó.