Casi la mitad de la capacidad de molienda del poroto podría quedar inactiva este año, un máximo desde 1987, de acuerdo con la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA).
Rosario. En el polo agroexportador de Rosario, sobre el río Paraná en Argentina, las plantas de molienda de soja están sintiendo el impacto de una guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Algunas de las enormes instalaciones a lo largo del río quedaron inactivas y otras despidieron trabajadores. Todas tienen problemas a medida que la industria pierde participación del mercado de la harina de soja que se produce a partir de los granos.
En el pasado, la mayor parte de la harina de soja argentina se ha exportado a destinos como Vietnam e Indonesia. Pero esas ventas fueron reemplazadas por las de Estados Unidos, solo uno de muchos cambios en los patrones del comercio global que resultaron de la disputa comercial de Washington y Pekín.
Las modificaciones tienen consecuencias de largo alcance. En este caso, Pekín impuso aranceles de represalia sobre ventas estadounidenses de granos de soja, lo que a su vez, dejó varados millones de toneladas de granos de soja en Estados Unidos, deprimiendo los precios.
Eso hizo que fuera más barato procesar los porotos y exportar harina de soja al sudeste asiático, socavando a la industria argentina.
"En el medio de los aranceles y la guerra comercial está la gente, estamos nosotros", dijo Javier Spinelli, un responsable del sindicato que representa a unos 1.300 trabajadores en el sector de procesamiento de soja de Rosario.
"Estamos permanentemente viendo las noticias a ver si hay un cambio de aranceles o el tuit de Donald Trump en símbolo de amistad con Xi Jinping", agregó, en referencia a los mensajes del presidente estadounidense sobre una posible tregua comercial con su par chino.
Si bien China y Estados Unidos están en conversaciones para resolver el conflicto, no está claro cuál sería el arreglo final o qué impacto tendría sobre los futuros patrones de comercio.
Pero el daño, al menos por ahora, ya fue hecho en Argentina, que históricamente convierte más soja en harina para exportación que cualquier otro país. Casi la mitad de la capacidad de molienda del poroto podría quedar inactiva este año, un máximo desde 1987, de acuerdo con la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA).
"Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, a la inversa de lo que ocurrió en Norteamérica, han impactado fuertemente en la actividad industrial (crushing) argentina", dijo Emilce Terré, jefa de estudios económicos en Bolsa de Comercio de Rosario, a Reuters.
"Se evidenciaron más exportaciones de poroto de soja en detrimento de la producción de harina y aceite, desincentivando el agregado de valor local".
Como siempre ocurre en el comercio, también hubo ganadores, entre ellos Archer Daniels Midland Co, una comercializadora global de granos que no tiene operaciones de procesamiento en Argentina. El mes pasado reportó un aumento de casi 80% en sus beneficios de oleaginosas, citando unos volúmenes de molienda que en el cuarto trimestre estuvieron "entre los más altos de la historia".
Otras compañías globales, como Bunge, Cargill y Dreyfus, se ajustaron trasladando procesamiento desde Argentina a Estados Unidos.
Las compañías argentinas, que invirtieron fuertemente en procesamiento de soja en años recientes, no tienen esa flexibilidad. En cambio, se vieron forzadas a recortar la producción pese a una saludable demanda de harina de soja de los mercados tradicionales de exportación de Argentina, dijo Gustavo Idígoras, presidente de CIARA.
"La capacidad ociosa no debería ser más de 20% o 25%", sostuvo.
Aumentando los problemas, la industria procesadora de soja de Argentina enfrenta un nuevo esquema impositivo que igualó las tasas de las exportaciones de harina de soja con las de los granos. Previamente, los subproductos de la soja tenían un impuesto menor, para estimular la molienda.
"La irracionalidad impositiva y la guerra comercial están golpeando al sector de procesamiento en Argentina", dijo Idígoras.
Pérdidas de empleos. En Rosario, donde se procesan los porotos para convertirlos en harina que se carga a barcos que navegan por el río, en los últimos meses se perdieron unos 250 puestos de trabajo de molienda, dijo Federico Calderón, un responsable del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros de Rosario.
En lugar de derivados de la soja, los barcos ahora se cargan con los granos. Las exportaciones argentinas de porotos de soja llegarían a 16 millones de toneladas este año, un alza desde una cifra más normal cercana a 10,5 millones. Pero las exportaciones de subproductos caerían a 35 millones de toneladas desde alrededor de 42,5 millones normalmente.
Un ejecutivo de una firma procesadora con operaciones en Rosario dijo que más de la mitad de la capacidad local quedó sin utilizar en diciembre. "Las compañías con capacidad de procesamiento en Estados Unidos o la Unión Europea están sacando ventaja de la guerra comercial", dijo.
Los exportadores estadounidenses embarcaron un récord de 13,6 millones de toneladas de harina de soja en 2018, un aumento de 29% desde 2017, de acuerdo con datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Los envíos de Estados Unidos a Vietnam e Indonesia, los principales mercados argentinos, subieron 295% y 326%, respectivamente.
Los procesadores argentinos dicen que la cuestión comercial empeoró por el cambio impositivo, adoptado en septiembre como parte de un acuerdo por US$56.300 millones del Fondo Monetario Internacional.
El presidente argentino Mauricio Macri dijo al inicio de su mandato que quería eliminar los impuestos a las exportaciones. Pero ahora enfrenta presiones para recaudar más y reducir el déficit fiscal.
"Tuvimos una emergencia (económica) y tuvimos que subir los impuestos sobre todas las exportaciones, no solo del sector agrícola", dijo Santiago del Solar, jefe de gabinete de la Secretaría de Agroindustria, a Reuters.
Agregó que sería difícil gravar a tasas diferentes a los granos y a los productos procesados, dada la importancia de los productores agrícolas del país.
"Eso sería sacar dinero del bolsillo de alguien para dárselo a otro", dijo.