El gobierno propone un sistema de concertación con los agricultores para llegar a lo que califica como “los precios justos”. El inicio sería con la cebolla. Seguirán el tomate, el pimentón, la papa, la zanahoria y la lechuga, considerados altamente inflacionarios.
Con incertidumbre arrancaron el 2014 los productores agrícolas ante los anuncios de establecer bandas de precios de venta a las hortalizas como una medida para intentar reducir la inflación en los alimentos.
El gobierno propone un sistema de concertación con los agricultores para llegar a lo que califica como “los precios justos”. El inicio sería con la cebolla. Luego seguirán el tomate, el pimentón, la papa, la zanahoria y la lechuga, rubros considerados altamente inflacionarios, según las mediciones del Banco Central de Venezuela (BCV).
Pero la idea de concertar bandas de precios para las hortalizas despertó en los productores el temor de que se agudice la escasez de alimentos.
Hay trabajadores del campo que aseguran que será complejo aplicar regulaciones en esta categoría de alimentos, debido a una variedad de factores que inciden en sus costos de producción y que son difíciles de controlar.
Por esto, se espera que, antes de tomar decisiones, los ministros del área se reúnan con los cultivadores de hortalizas de diferentes regiones del país.
Distintos riesgos. Los productores consultados para esta nota temen que se aplique una medida de control de precios a sus cosechas similar a la que funciona hoy en día en cereales como arroz y maíz, y que se ignoren las particularidades que hay en la producción y el rendimiento de las hortalizas.
“La producción de estos alimentos representa riesgos distintos a los que conlleva la siembra de cereales, que tienen ciclos de producción más estables y suelen ser más resistentes a las precipitaciones. Mientras, una lluvia de cuatro días en zonas del estado Guárico destruye toda una producción de cebolla y te deja sin cosecha”, comenta Miguel Duin, asesor jurídico de Fundacebolla, una organización que funciona en la región de Valle de Quíbor, en el estado Lara.
Además, los mecanismos de comercialización en cereales y hortalizas son distintos. Buena parte de la cosecha de cereales es comprada por las asociaciones de productores de manera planificada.
“En cambio, los que cultivamos hortalizas salimos a un libre mercado donde tenemos que colocar nuestras cosechas. Ahorita causa asombro que se pague Bs. 50 por un kilo de cebolla, por ejemplo. Pero en marzo de 2013 se pagaba a Bs. 3, pese a que el costo de producción en Quíbor era Bs. 15. Es decir, estábamos perdiendo Bs. 12, pero eso ocurrió porque hubo un exceso de producción y había cebolla en todos los rincones”, comentó Duin.
Llegar a bandas de precios en las hortalizas será un asunto complejo, opina Gerson Pabón, director nacional de Fedeagro. “No es lo mismo que trabajar con arroz o maíz, pues las hortalizas no se siembran por ciclo, sino que se cultivan durante todo el año”, comentó.
Contextos adecuados. En el sector inquieta qué criterios se utilizarán para esa concertación de precios, pues la estructura de gastos varía según la región. El costo de producción de las hortalizas no es igual en El Sombrero, en el estado Guárico, que en Valle de Quíbor, en Lara, ni en los Andes, señalaron varias fuentes.
“El Ejecutivo dice que el costo de producción de la cebolla es de Bs. 5 a Bs. 7. Quizá ese es un valor que le funciona a la gente que produce cebolla en Guárico, pero a los que sembramos en Los Andes no nos sirve, porque el manejo es diferente: aquí no usamos tantas maquinarias y hay más mano de obra”, indicó Pabón.
Mientras, el costo en Los Andes es de Bs.20 a Bs.25 por kilo de cebolla, en Guárico puede ser entre Bs. 10 y Bs. 12, “porque se trata de mayores extensiones; y mientras más se produce, más bajo es el costo”, explicó Pabón, quien agrega que un día de trabajo de un obrero en Los Andes se estima en Bs. 250, en tanto que en Guárico puede ser 50% menos.
“No digo que no se puedan establecer bandas de precios en hortalizas, pero sí creo que es necesario revisar las particularidades de cada rubro y de las zonas donde se produce”, indicó Pabón.
El vocero es de la opinión que estos anuncios pudieran perjudicar el ánimo que mantuvieron los agricultores en 2013 y la intención de elevar en 25% la producción de hortalizas. Sin embargo, Pabón cree que es preciso esperar que las autoridades den más detalles sobre el sistema.
Por otra parte, Duin cree que el establecimiento de bandas de precios no puede darse a partir de estructuras de costos de producción hechas en contextos ajenos al campo.
“No se puede hacer una estructura de costo en una oficina con aire acondicionado, porque así no se valora si llovió, si afectaron las plagas o si hubo suficientes plaguicidas. Por ejemplo, yo como productor tuve que recorrer tres estados buscando un abono que necesitaba para una siembra de cebolla, pero como no lo conseguí, le puse lo que primero encontré y lo pagué a tres veces su precio”, indicó Duin.
Insumos inestables. La “odisea” de encontrar todos los insumos y en las cantidades suficientes es otro factor que piden tomar en cuenta para las bandas de precios de las hortalizas.
“Vamos a ver qué harán, cómo lo van a hacer, porque encima de que no hay insumos, cuando se consiguen, cuestan el doble”, comentó Rodolfo Machín, director de Hortalizas para Fedeagro.
Machín, quien es productor de hortalizas en Guárico, indicó que 2013 fue un año atípico, debido a que los productores tuvieron que usar más semillas que en 2012.
“Una sola lata de semillas se puede conseguir hasta en Bs. 2.000 en Guárico y se necesitan 24 y 25 latas. ¿Van a estimar un costo de producción de hortalizas para Lara y otro para Guárico?”, se preguntó.
Como ejemplo, Duin añade que una lata de semilla de cebolla se consigue en Quíbor en Bs. 1.200, cuando el precio debería ser de Bs. 600.
Hay plaguicidas que hace tres años costaban Bs. 120 y hoy están en Bs. 500, lo cual afecta el costo de producción de un kilo de cebolla y, por lo tanto, el precio a nivel de consumidor final. “Si hace tres o cuatro años yo vendía cebolla en Bs. 12, pero los insumos se multiplicaron de precio por cuatro, es lógico que el precio de la cebolla suba”, indicó Duin.
Aseguró que la expropiación de Agroisleña y su transformación a Agropatria debilitó la cadena de distribución de agroquímicos.
“El sector productivo tiene que trabajar con las uñas, porque no hay insumos, tiene que parir para reparar un tractor cuando se daña. Si aquí hubiera insumos, semilla, abono y condiciones que permitan incentivar la producción, hubiese mucha más cebolla y a precio razonable. Pero si tenemos que parir para conseguir los insumos, y a altos precios, porque en Agropatria han surgido unas mafias de insumos que desvían la mercancía, se nos disparan los costos”, indicó Duin.
Asegura que antes de la expropiación de Agroisleña, los productores tenían 10% de los problemas de hoy. “A lo mejor sí tenías que esperar una semana para resolver, pero no era la odisea que tenemos que pasar ahora, cuando cinco o seis revendedores te mandan a decir con alguien que tienen un determinado insumo a un determinado precio”, comentó.
Agregó que las dificultades para acceder a los insumos en Agropatria han hecho que los agricultores tengan que caer en el mercado negro, debido a lo imperativo que es aplicar el producto en el momento preciso que lo requiere una planta.
“Cuando tú siembras, tú generas un servicio que requiere atención. Por ejemplo, si tengo una mata de cebolla, tengo que atenderla como un hijo al que hay que darle todo. Cuando uno se mete en ese rollo, la prioridad es que ese hijo crezca, coma, pese a cualquier obstáculo, y tener los insumos es una prioridad”, explicó.