Knowledge@Wharton conversó con Patricia Gucci, autora del libro recién estrenado "El nombre de Gucci: una biografía", donde cuenta la historia de su abuelo, Guccio Gucci, así como las ambiciones mayores de su padre: expandir el negocio por todo el mundo.
Universia Knowledge Wharton. Gucci es uno de los nombres más emblemáticos del lujo al por menor. Pero ¿qué pasa con el hombre detrás de la marca? En un nuevo libro, Patricia Gucci cuenta la historia de su padre, Aldo Gucci, presidente de 1953 a 1986. Patricia estuvo en el programa de Knowledge@Wharton, canal 111 de Sirius XM, para hablar sobre el libro "El nombre de Gucci: una biografía".
A continuación, la versión editada de la entrevista.
-¿Qué significa la marca Gucci para usted?
-La marca para mí tiene que ver con la calidad y el arte, y, por supuesto, la bella imagen de un producto fantástico. La marca es algo atemporal, si ha sido creada de la mejor manera posible.
Si no fuera por mi padre, Gucci no sería ni de lejos lo que es hoy. Mi abuelo, Guccio Gucci, imaginaba fijar la marca en Florencia y abrir una tienda cuya calidad sería la más admirada entre todas las mejores del sector. Mi padre tenía ambiciones mayores: quería expandir el negocio por todo el mundo. Comenzó en Roma con el apoyo de mi abuelo. Por último, mi padre decidió ir a EE.UU., lo que dejó a mi abuelo muy contrariado. Sin embargo, mi padre le mostró, con el tiempo, que esta era la decisión correcta. Por desgracia, mi abuelo murió poco después y nunca vio, cómo creció y prosperó la empresa.
-¿Qué idea tenía del negocio cuando era joven? Una cosa es ver la compañía ahora, como adulto, y lo que su padre hizo y en lo que la marca se transformó. Sin embargo, cuando era joven, y pasaba el tiempo lejos de su padre, ¿cuál era su punto de vista de la empresa en ese momento?
-Yo tenía una vida muy protegida y normal cuando iba a la escuela en Inglaterra. Más tarde, me trasladé a Roma cuando tenía once o doce años. No sabía mucho acerca de la empresa. No estaba involucrada en nada. A veces iba a la tienda, y era como si caminara por la cueva de Aladino, porque todo era tan increíble y hermoso allá donde mirara. Era difícil de creer. Yo no entendía la magnitud de la empresa hasta que me mudé mucho más tarde a EE.UU., al final de la adolescencia.
-Cerca del final de la vida de su padre y todo el tiempo que pasó en la empresa, las cosas no fueron muy bien a causa de los hijos que tuvo en un matrimonio anterior. Me imagino que debía haber sido una disputa muy fuerte, ¿verdad?
-Sí, fue más o menos en los últimos cinco años de su vida cuando las cosas implosionaron, empezando por su hijo Paolo, que lamentablemente decidió que quería hacer las cosas a su manera. Mi padre no toleraba que se le contradijera. Esta situación ocurría desde hace años. Paolo no dejaba de hacer cosas que disgustaban a mi padre, quien decía: "No puedes hacer eso. No es la política de la empresa". Por último, la situación llegó a un punto donde no podían estar juntos en la misma habitación. Mi hermano Paolo se juró a sí mismo que iba a hacer las cosas a su manera. Él fue a Hacienda y entregó al personal de allí documentos sobre la situación financiera de mi padre, que había estado evadiendo impuestos. Fue entonces cuando empezó todo.
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-La persona que estaba tratando de enjuiciarlo en aquella época fue Rudy Giuliani, ex alcalde de Nueva York. Estaba tratando de conseguir fama en aquel momento. Por supuesto, un nombre como el de su padre, tan conocido, repercutiría en todo el mundo.
-Sin lugar a dudas, sobre todo en ese momento. Hicieron de él una especie de ejemplo para EE.UU.. Mira, esto es lo que les pasa a los que no pagan impuestos. Mi padre tenía 80 años en ese momento, y era un ejemplo injusto, ya que, a esa edad, no era una persona que mereciese ir a la cárcel. Pero, por desgracia, eso fue lo que sucedió.
-Al final, ¿qué pasó entre su padre, sus hijos y nietos?
-Mi padre dirigía el negocio. Todos tenían funciones y él era el mentor de todo el mundo. Pero también era una figura de autoridad en todos los departamentos.
Tras su detención, fue el fin de su poder y del control que tenía. A continuación, todo comenzó a deteriorarse. La gente empezó a tomar posiciones. Su sobrino se hizo cargo de la empresa con la ayuda de mi hermano Paolo, que hizo un trato para comprar sus acciones. Esto, por supuesto, redujo la participación de mi padre del 50%, quien quedó como accionista minoritario. Al final, mis otros hermanos también decidieron vender su participación porque, de lo contrario, sus acciones se hubieran devaluado. De esta manera, mi padre quedó casi solo. Esto fue básicamente el final de todo.
-¿Ahí fue cuando empezó a relacionarse más estrechamente con él?
-No, mucho antes. Había trabajado para la empresa durante aproximadamente siete años. Formé parte inclusive del consejo de administración. Desempeñé varias funciones interesantes en la empresa como embajadora y coordinadora de moda. Estaban pensando en convertirme en imagen para darle a la empresa una apariencia más joven. Fue entonces, cuando yo empecé a trabajar, cuando las cosas empezaron a cambiar. Hubo mucha agitación hasta que finalmente, como ya he dicho, todo fue cuesta abajo.
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-¿Cómo fueron esos últimos dos años para su padre?
-La prisión pesó sobre su salud y el estrés de perder su negocio, los hijos que le dieron la espalda y todas las otras personas en las que confiaba. Todo esto combinado pesó sobre su salud. Hasta poco antes de la detención, los médicos acostumbraban a decirle: "¡Parece que tuvieras 50 años! Eres increíble, Aldo ¿Cuál es el secreto de tu longevidad?". Estaba muy orgulloso de ello.
El estrés hace cosas terribles. Creo que tenía el peor estrés posible para un ser humano de 80 años, y después tuvo cáncer. Ese fue el golpe final. Sin embargo, de alguna manera, tal vez fuera lo mejor, ya que, de haber vivido, habría sido una persona muy infeliz teniendo que recordar todo lo que pasó durante esos años.
-Tengo la impresión al hablar con usted de que si su padre estuviera vivo, y en su apogeo en estos momentos, es probable que le encantase dirigir una empresa de nuestro tiempo, con todos los cambios que hemos visto y con toda la tecnología que hay disponible.
-En cuanto a la tecnología, no lo sé, porque creo que estaría simplemente aturdido con todo esto. Hubiera sido una experiencia muy diferente para él ver cómo las cosas han evolucionado en los últimos diez años. Pero siempre fue un hombre adelantado a su tiempo en todo lo que hacía. Ahora, las cosas van más rápido que nunca. Así que estoy segura de que habría abrazado los cambios sin importar cuales fuesen. Si fuese lo suficientemente joven para hacerlo, no hubiera perdido la oportunidad.
-La empresa Gucci y el nombre Gucci siguen siendo un peso pesado en la industria actual de productos de lujo. Dejando de lado la cuestión de la propiedad, no parece que el nombre de Gucci vaya a decaer en los próximos 50 o 100 años.
-No, en absoluto, lo que me hace muy feliz. Si fuera así, sería trágico. Es simplemente fantástico. He seguido a Gucci en todos sus pasos en los últimos 26 años. Hubo altibajos, así como todo tipo de reinvenciones interesantes y gente brillante que participa en estos procesos. Fue muy interesante ver estas cosas. Vivimos una época increíble también. En cierto modo, hay un resurgimiento del nombre y la imagen de la empresa. Las personas dan la bienvenida a Gucci con mucha franqueza. Hace tiempo que no veo nada por el estilo.
-¿Usted está cerca de la gente que dirige Gucci ahora?
-No, de ninguna manera. Sólo soy una consumidora, al igual que usted. Entro en la tienda, elijo lo que me gusta, también veo lo que no me gusta para luego decidir qué voy a comprar. Sin embargo, tuve una experiencia interesante en Ginebra.
Fui a la tienda de la marca allí y compré un producto cualquiera. Ellos dijeron: "Por favor, ¿podría escribir su dirección?". Luego rellené el formulario con mis datos personales: Patricia Gucci, mi fecha de nacimiento y mi dirección. Entonces me dijo: "No, ponga su nombre aquí donde escribió Gucci, este es el nombre de la tienda. Escriba su apellido, por favor". Y contesté, "pero este es mi apellido". Los empleados casi se desmayan. Fue divertido ver aquello; ellos nunca habían visto un Gucci, por así decirlo. Sea lo que sea lo que significa hoy en día, ese fue un momento especial para ellos.