El final de los subsidios concedidos a los productores de maíz americanos debería aclarar el camino para el etanol de la caña de azúcar, cuya producción es menos costosa que la del etanol de maíz, pero cuya competitividad se había visto perjudicada.
Universia Knowledge Wharton. A finales del año pasado, Brasil alcanzó una de sus metas más deseadas en el terreno de las políticas comerciales: la apertura del mercado del etanol de EE.UU. Sin embargo, una serie de reveses recientes en el área financiera y la desatención al cultivo de la caña de azúcar, entre otras cosas, indican que el país no está bien posicionado para sacar ventaja de esa situación tan favorable, según explica Felipe Monteiro, profesor de Gestión de Wharton. Con el tiempo, sin embargo, Monteiro prevé que la nueva política será fundamental para revolucionar la industria del azúcar de Brasil, atrayendo inversiones de peso y abriendo el camino para que el etanol se convierta en una commodity de ámbito global.
El Congreso americano eliminó, a finales del año pasado, una serie de subsidios y tarifas sobre el etanol importado. Una de las medidas más importantes fue el fin de la tarifa de US$0,54 sobre el galón del etanol importado, cobrada desde la década de 1980, así como la suspensión de un subsidio de US$0,45 por galón de etanol mezclado con gasolina concedido a los productores americanos por un total de US$6.000 millones al año. El respaldo al etanol nacional extraído del maíz ha decaído debido a los bajos niveles de eficiencia del producto. Los senadores Tom Coburn (republicano de Oklahoma) y Diane Feinstein (demócrata de California) hicieron campaña para la eliminación de los subsidios. En una carta que circuló entre sus compañeros del Senado en diciembre del año pasado, Coburn y Feinstein citaban datos de un estudio de la Comisión de Comercio Internacional de EE.UU. según los cuales "la eliminación de la tarifa proteccionista de importación sobre el etanol tendría como resultado beneficios económicos por valor de US$1.500 millones, además de reducir la dependencia del petróleo extranjero, ya que igualaría el terreno de juego para la competición entre el petróleo importado de la OPEP, sobre el cual no hay tarifa alguna, y el etanol de la caña de azúcar -más eficiente- importado de Brasil, India y de otros países democráticos".
El final de los subsidios concedidos a los productores de maíz americanos debería aclarar el camino para el etanol de la caña de azúcar, cuya producción es menos costosa que la del etanol de maíz, pero cuya competitividad se había visto perjudicada debido a las tarifas impuestas sobre él. Producir etanol de maíz cuesta cerca de 40% más que producir etanol de caña de azúcar, según explica Jeffrey Goettemoeller, autor del libro "Etanol sostenible: biocombustibles, biorrefinerías, biomasa de celulosa, vehículos flex y agricultura sostenible para la independencia energética" [Sustainable Ethanol: Biofuels, Biorefineries, Cellulosic Biomass, Flex-fuel Vehicles, and Sustainable Farming of Energy Independence].
A pesar de los subsidios, EE.UU. es desde hace mucho tiempo el principal cliente del etanol brasileño, habiendo importado 664 millones de litros directamente en 2011. Además, buena parte de los 343 millones de litros que Brasil exporta al Caribe y América Central se deshidrata allí y, por último, se transporta a EE.UU., según datos del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior. Japón, Nigeria, Corea del Sur y Suecia también importan etanol de Brasil, según datos oficiales.
A pesar de la importancia del mercado americano, la reacción al golpe político que marcó el final de las barreras tarifarias en Brasil fue fría. Eso se explica por el hecho de que la producción brasileña ha descendido, registrándose una caída de cerca de un 12% entre la cosecha de 2008-2009 y la de 2011-2012. Marcelo Junqueira, fundador de Agrop, proveedor de servicios agrícolas para la industria de azúcar de Orlândia, en el Estado de São Paulo, dice que tal vez sean necesarios hasta cinco años para que los cultivos se recuperen.
Brasil no es capaz siquiera de satisfacer sus necesidades de etanol, observa Junqueira. Varios años de inversiones reducidas acompañados de la explosión de la demanda interna han transformado a Brasil en importador neto de etanol, añade. La producción hasta el 1 de enero de este año, en comparación con el año anterior, cayó hasta 20.560 millones de litros en las principales regiones productoras de azúcar, una caída del 18,74% según datos oficiales de la Asociación de la Industria de Caña de Azúcar. Brasil importó cerca de 1.100 millones de litros de etanol de EE.UU., un récord histórico, muy por encima de los 74 millones de litros importados en 2010. El etanol también está perdiendo terreno frente a la gasolina. Un estudio hecho en enero por la Agencia Nacional de Petróleo de Brasil, constató que solamente en uno de los 26 Estados brasileños -Goiás, corazón del negocio agrario brasileño- era más barato llenar el depósito con etanol que con gasolina. El año pasado, los precios de la gasolina subieron 6,92% en comparación con el aumento del 15,75% del etanol.
Para Junqueira, son pocas las oportunidades de corto plazo para las exportaciones brasileñas. No sólo la industria de etanol ha sido paralizada debido a las restricciones impuestas a las importaciones, también la fragilidad del dólar americano hace que el etanol brasileño sea menos competitivo en el exterior, dice. Otra preocupación de Junqueira se debe a que la decisión de EE.UU. es menos importante de lo que parece. El Congreso "puede simplemente decidir reintroducir la tarifa cuando el dólar vuelva a revalorizarse y la oferta de etanol brasileño sea mayor", dice Junqueira.
Estimular el crecimiento. El gobierno brasileño se ha visto obligado a actuar. Las autoridades reconocen que la industria del etanol es importante, ya que Brasil produce buena parte de la maquinaria y de los equipos necesarios no sólo para el cultivo y procesamiento de la caña de azúcar, sino también para la utilización del bagazo (residuo de la caña de azúcar y tallos de sorgo) en la producción de energía, dijo José Carlos Grubisich, presidente de ETH Bioenergia, en una entrevista con Miriam Lechón en la televisión brasileña. Brasil tiende a exportar el etanol de calidad más elevada y a importar solamente el etanol deshidratado de calidad inferior, que es usado en la mezcla con otros combustibles. Eso es bueno para la balanza comercial del país, dijo Grubisich.
El gobierno federal trata de estimular la modernización de la industria con el reciente lanzamiento de un plan caro y ambicioso a través del polémico Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), dice Junqueira. Prorenova tiene un presupuesto de US$4.000 millones este año para estimular la renovación y la expansión del cultivo de la caña de azúcar en el país. Ese dinero permitirá que se añadan un millón de hectáreas a la producción, elevando la producción entre 2.000 millones y 4.000 millones de litros hasta 2014. El gobierno suministrará dinero mediante préstamos a los agricultores que extiendan la producción y que introduzcan mejorías en la eficiencia del cultivo de la caña de azúcar. Los préstamos se concederán mediante una tasa de interés sustancialmente reducida del 7,3%, observa Junqueira. El valor puede parecer muy alto, pero es preciso contextualizarlo: Brasil tiene una de las tasas de interés más elevadas del mundo (a finales de enero, la tasa básica de interés era del 10,5%).
Junqueira elogia la ayuda, pero resalta que a causa de la burocracia decadente del país y la lentitud de los bancos comerciales, el dinero disponible para el programa va a tardar en llegar a las explotaciones agrícolas de tamaño pequeño y mediano. La concesión de crédito es difícil porque muchas explotaciones tienen un historial de crédito accidentado debido a la crisis financiera de 2008 y a problemas anteriores, por eso los bancos evitan prestar sin garantías suficientes.
Según Worldwatch Institute, la legislación americana tendría que aumentar el consumo de etanol hasta los 36.000 millones de galones en 2022, ya que la mezcla del 10% de etanol a la gasolina pasa a ser ahora del 15%. El gobierno brasileño incentiva el consumo de etanol por medio de la estabilización de los precios y el respaldo a los hacendados y a la industria. Muchos otros países desarrollados y en desarrollo también están incentivando la mezcla del etanol a la gasolina para reducir la dependencia del petróleo. Algunos Estados chinos ya exigen una mezcla del 10% a la gasolina y hay planes de extender esa política a todo el país en 2020. Pero aún es pronto para decir cuánto beneficiará eso a Brasil, ya que China está invirtiendo fuertemente en el desarrollo del etanol africano.
La globalización de la industria del etanol con inversiones a gran escala es fundamental, dice Monteiro, de Wharton. Ya se están dando los pasos necesarios, añade, destacando que las industrias se vuelven cada vez más globalizadas cuando se quitan las barreras comerciales. Brasil ya está presenciando la entrada de grandes empresas internacionales, según muestra la joint venture entre Shell, peso pesado del petróleo, y Cosan, mayor productora de etanol de Brasil. El modelo de empresa familiar ya no se considera adecuado, porque las pequeñas empresas no están en condiciones de sostener la inversión a lo largo del tiempo. Desde 2008, falta capital para las pequeñas empresas, y la agricultura a pequeña escala no plantó caña de azúcar en cantidades suficientes, de tal manera que la productividad fue baja el año pasado, lo mismo debería ocurrir este año. "El modelo familiar ha dejado claro sus límites", dice Junqueira. Con la consolidación y la entrada de empresas de mayor tamaño, Junqueira prevé que en los próximos dos años la producción aumente, no tanto por la expansión de las áreas cultivadas, sino por la mejor gestión de los campos existentes.
La suspensión de la barrera tarifaria debería beneficiar a las compañías de etanol de mayor tamaño, como Cosan, EHT Bioenergia (subsidiaria del gigante de la construcción Oderbrecht) y Petrobras, la estatal brasileña de petróleo. Sérgio Gabrielli, ex presidente de Petrobras, ratificó el compromiso de la empresa con la expansión de su actividad en torno al etanol al entregar el cargo a su sucesora en febrero. Él repitió varias veces públicamente que la empresa continuará trabajando con grandes compañías nacionales y se empeñará en la ampliación de la distribución y del transporte.
EHT Bioenergia está invirtiendo R$8.000 millones en su empresa de etanol y energía, y no sólo en Brasil, también en otros países de la región donde hay cultivo de caña de azúcar, como Costa Rica. El año pasado, Shell suscribió un contrato de US$12.000 millones para la creación de Raízen, una joint venture con Cosan, mayor productora de alcohol de Brasil. La asociación producirá y distribuirá etanol en Brasil y en otros países. Mark Williams, director de procesamiento y distribución de petróleo de Shell, anunció que los biocombustibles jugarán un papel fundamental en las carencias de energía a largo plazo. "En los próximos 20 años, los biocombustibles sostenibles serán una de las soluciones comerciales más realistas para la reducción de las emisiones de CO2 de los medios de transporte", dijo Williams en nota de prensa. Raízen producirá más de 2.000 millones de litros de etanol todos los años, y a través de las 4.500 unidades de Cosan en Brasil, distribuirá cerca de 18.000 millones de litros de combustibles.
Brasil: atraer inversiones. Las inversiones extranjeras también están expandiéndose rápidamente, y los proyectos de largo plazo deberán recibir un estímulo con la apertura del mercado americano. El nuevo presidente de la Asociación Brasileña de Negocio Agrario, Luiz Carlos Correa Carvalho, dijo al periódico El Estado de São Paulo que la decisión de EE.UU. de suspender las tarifas y subsidios constituye una "invitación a la inversión, principalmente a las inversiones venidas de fuera del país".
Las empresas de petróleo extranjeras se han estado abriendo camino en un área en que los ejecutivos buscan diversificar sus fuentes de energía. Además del negocio de gran envergadura con Shell, BP cerró un acuerdo el año pasado para la adquisición del 83% de la Compañía Nacional de Azúcar y Alcohol (CNAA) por US$680 millones. Eso permitirá a la empresa elevar la producción hasta cerca de 1.400 millones de litros al año, frente a 435 millones al año registrados anteriormente. La empresa ya compró cerca de 50% de una fábrica localizada en Goiás, en 2008, e intentó adquirir el productor de etanol Cerradinho, en 2010. Cerradinho, sin embargo, acabó siendo comprada por Nobel Group, de Hong Kong, que pagó por la empresa US$1.000 millones incluyéndose en el negocio las deudas. Shree Renuka Sugars, de India, se hizo con la problemática Equipav, de São Paulo, en 2010, por la cual pagó alrededor de US$330 millones por el control bursátil, habiendo prometido otros US$120 millones en inversiones.
Otra oportunidad importante para Brasil reside en los desarrollos de tercera generación, que prometen ampliar de forma significativa los beneficios. Embrapa, instituto brasileño de investigación muy respetado en el segmento de la agricultura, tiene 190 investigadores trabajando para aumentar la producción de azúcar a través de modificación genética y del uso más adecuado de fertilizantes, mientras las empresas del sector experimentan con nuevas aplicaciones, dice Junqueira. Él cita la empresa americana Amyris, que produce diesel renovable a partir del etanol y tiene un programa piloto que se está probando en algunos vehículos de la flota de autobús de la ciudad de São Paulo.
Queda por saber si todo eso será suficiente para hacer que el etanol destaque en un mercado saturado de combustibles alternativos. Existen varios obstáculos. Con EE.UU. dejando de producir etanol, ¿será posible mantener la voluntad política favorable a las mezclas de etanol en el combustible americano? Dadas las tensiones comerciales existentes entre los dos mayores productores de etanol, ¿podrán Brasil y EE.UU. trabajar juntos para crear un mercado de commodity global o acabarán desviándose de ese objetivo preocupados en promover únicamente la industria local?
Correa Carvalho dijo al Estado que ve potencial para que exista una gran cooperación: "Brasil y EE.UU. necesitan trabajar juntos para estimular las políticas globales de producción y demanda del etanol", dijo. Eso es necesario para superar la falta de almacenaje y los mercados comerciales muy ilíquidos de mercantilización que hace tiempo impiden el desarrollo de la industria del etanol. Promover el etanol como combustible global beneficiaría a EE.UU. y Brasil, que juntos representaron 86% de la producción mundial en 2010, añade Junqueira.
Pero la relación comercial de los dos países en el sector agrario ha sido espinosa. Una antigua investigación sobre los subsidios dados al algodón realizada por la Organización Mundial del Comercio, a petición de Brasil, se resolvió en 2010. En enero, EE.UU. provocó un tumulto en el oscuro mundo de futuros del zumo de naranja al prohibir las importaciones de Brasil debido a la utilización de fungicidas. Sin embargo, Brasil se ha convertido en un socio muy importante para EE.UU., y también ha aumentado la importancia de su papel como influencia estabilizadora en América del Sur, dicen los observadores. Eso significa que EE.UU. deberá tener mucho cuidado en sus acuerdos con el rival emergente en el sector agrario.
En general, el ímpetu para el desarrollo de la industria del etanol deberá proceder, probablemente, mucho más del sector privado que del sector público debido a las rivalidades a las que se ha hecho referencia, dice Junqueira. Hay señales esperanzadoras de que eso está ocurriendo y que "la retirada de las barreras por parte de EE.UU., coincidiendo con las inversiones globales en Brasil, será el catalizador que convertirá al etanol en un combustible mundial", concluye Monteiro.