El Mundial de Sudáfrica 2010 costó unos US$4.000 millones, pero la estimación oficial en Brasil ya llega a unos US$13.000 millones, incluyendo proyectos de transporte, construcción de estadios y expansiones de aeropuertos, lo que lo hace seguramente el más caro de la historia.
Río de Janeiro. Hay un proyecto que debería simbolizar los beneficios de transformación que tiene ser sede del Mundial de fútbol del 2014: un nuevo monorriel que se desliza por encima de la húmeda ciudad amazónica de Manaos.
Pero Athayde Ribeiro da Costa tiene una visión diferente.
Con menos de 1.000 días antes del inicio del torneo, el fiscal público del estado de Amazonas ve al monorriel como parte de una tendencia de gasto excesivo y poco planeamiento mientras Brasil se apura para componer el lento inicio de sus preparativos.
"Estamos muy preocupados por el gasto excesivo", confesó Da Costa. "Estamos a favor de la Copa, puede traer muchas oportunidades para la gente y ayudar a resolver problemas de infraestructura, pero esto no puede hacerse a expensas de una malversación de fondos públicos o corrupción".
Hay mucha preocupación por la idea de que el intento de Brasil de apurar los preparativos para el torneo de fútbol genere riesgos de corrupción y una explosión en los costos que haga parecer pequeños a otros "mega eventos".
El Mundial de Sudáfrica 2010 costó unos US$4.000 millones, pero la estimación oficial en Brasil ya llega a unos US$13.000 millones, incluyendo proyectos de transporte, construcción de estadios y expansiones de aeropuertos, lo que lo hace seguramente el más caro de la historia.
La presidenta Dilma Rousseff habló en marzo de 33.000 millones de reales (US$18.000 millones) en inversiones para el Mundial y fuentes privadas estiman que serían más altas, poniendo la cifra total en unos 60.000 millones (US$33.200 millones).
En los últimos tiempos han aparecido gran cantidad de casos legales mientras fiscales investigan presuntos gastos excesivos y abusos en los procesos de licitación. Da Costa encabeza un grupo de 12 fiscales enfocados en casos del Mundial -uno para cada ciudad sede- y dice que hay más de 80 investigaciones civiles en curso en todo el país.
Un juez federal de Sao Paulo ordenó este mes la suspensión del trabajo en el aeropuerto internacional de Guarulhos, alegando que las reglas de licitación fueron ignoradas con la excusa de la urgencia. Otro juez revocó esa decisión.
Los casos legales podrían ayudar a ahorrar mucho dinero a los contribuyentes, pero también generan riesgo de más retrasos en un calendario que ya está al límite desde el comienzo.
"Si uno lo hace más transparente, tal vez sea más lento y se incrementen los costos", advirtió Christopher Gaffney, profesor visitante de urbanismo en la Universidad Federal Fluminense, en Río de Janeiro.
"Si no se hace más transparente, está garantizado que los costos van a incrementar porque todos van a tener su mano en la cuenta", añadió.
Los crecientes costos son algo familiar en Mundiales y Juegos Olímpicos. En este caso están sobredimensionados por algunos problemas de Brasil: trabas burocráticas y legales y altos costos de construcción debidos a falta de capacidad.
Reproches. Algunos proyectos, entre ellos otro plan de monorriel en Sao Paulo, no estarían listos hasta semanas antes del inicio del torneo en junio. Los retrasos ya generaron reproches de la FIFA y se descartó que dos de los 12 estadios sede del Mundial estén listos para la Copa Confederaciones 2013.
El trabajo aún debe comenzar en cinco de los 13 aeropuertos que deben ser ampliados para el Mundial, que será el primero de Brasil como local desde 1950.
El gobierno dijo este mes que confiaba en que estadios y aeropuertos estarían listos, pero que estaba preocupado por el lento progreso en los proyectos de "movilidad urbana" como el monorriel de Manaos. Siete de las ciudades sede aún tienen que comenzar sus proyectos.
Los riesgos para cumplir los plazos quedaron expuestos este mes cuando Rousseff visitó Belo Horizonte para dar inicio a la cuenta regresiva de 1.000 días y se encontró con una huelga de obreros de la construcción en el estadio de la ciudad.
El gobierno puso urgencia a sus planes mundialistas, apurando en julio a través del Congreso una ley que hace más eficiente el proceso de licitación para eventos relacionados al Mundial y los Juegos Olímpicos del 2016 en Río de Janeiro.
Esa fue una bandera roja para grupos que buscan transparencia y fiscales públicos, que criticaron el cambio alegando que es una puerta abierta para la corrupción, un problema preexistente en los proyectos urbanísticos en Brasil.
"El riesgo de tener proyectos sin procedimientos correctos y transparencia está creciendo exponencialmente", dijo Caio Magri, asesor de políticas públicas del Instituto Ethos.
"La cantidad gastada no es lo que importa, 50.000 millones de reales (US$28.000 millones de dólares) serían algo muy pequeño para solucionar lo que falta en las ciudades brasileñas. Lo que importa no es el tamaño, es el legado", continuó.
El fiscal general Roberto Grugel pidió a la Corte Suprema que declare inconstitucionales las nuevas reglas de licitación, diciendo que existe un riesgo a gran escala de repetir los Juegos Panamericanos de Río 2007, cuyo presupuesto superó 10 veces la estimación original.
Tren en la jungla. En el 2009, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) estimó que los 12 estadios modernizados o construidos para el Mundial costarían unos 2.200 millones de reales (US$1.219 millones), una cifra que dos años después parece pintoresca. El gobierno ahora ve que los proyectos cuestan más del triple.
Como ejemplo aparece el Maracaná, que será sede de la final del Mundial. Desde el 2009, su presupuesto se duplicó a 859 millones de reales (US$475,9 millones) y el tribunal federal de cuentas de Brasil, el TCU, dijo en febrero que el presupuesto para el estadio estaba "bordeando la ficción".
Gaffney calcula que para mayo los costos del estadio habían crecido en un 27% respecto del 2009, según las estimaciones más bajas, y en un 82%, según las más altas. Los mayores incrementos presupuestarios se están produciendo en estadios construidos con fondos públicos, como es el caso del Maracaná.
Con el alza de costos de construcción y sueldos mientras la inflación anual llega al 7%, más incrementos parecen probables. Desde enero, el costo de los proyectos mundialistas crecieron en más del 10% a 26.500 millones de reales (US$14.684 millones), según un estudio del Senado.
El fiscal Da Costa ve movimientos de ese estilo en los trabajos en Manaos, a 4.300 kilómetros al noroeste de Río.
El funcionario califica al proyecto del monorriel -presupuestado en 1.460 millones de reales (US$809 millones)- como "totalmente ilegal", porque fue aprobado por autoridades estatales sin estudios suficientes sobre potenciales demandas, número de estaciones o tarifas para pasajeros.
Da Costa agregó que se subestimaron los costos -la mayor parte de los cuales provendrán de préstamos subsidiarios del banco estatal de desarrollo de Brasil-, dejando mucho espacio para agregados durante la construcción de la línea de 20 kilómetros de extensión.
"Habrá incontables adicionales con un gran riesgo de que (el proyecto) se paralice por falta de recursos", advirtió.
Miguel Biango, coordinador del comité organizador del Mundial en el estadio de Amazonas, dijo a Reuters que un estudio indicó que el monorriel era la mejor solución a las demandas de la población de Manaos y agregó que las críticas del fiscal sobre la falta de previsión sobre la estructura de tarifas estaban siendo evaluadas.