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Sepa los principales retos de Colombia en la exploración petrolera en el mar
Jueves, Julio 30, 2015 - 15:44

El anuncio de Ecopetrol sobre un hallazgo clave de hidrocarburos en el Caribe, que aumentaría la oferta de gas, abre el debate por la limitada información de la biodiversidad marítima y quien la debe recolectar.

El pronóstico del Gobierno sobre la exploración offshore (costa afuera) en Colombia no es conservador. La noticia sobre un hallazgo de hidrocarburos de Ecopetrol y Anadarko en el mar Caribe, pozo Kronos-1, hace pensar que esa zona entrará en el radar petrolero mundial.

Sin embargo —aun cuando la noticia es alentadora porque aumentarían las reservas, por ahora de gas—, la preocupación por los efectos de estas operaciones en el medioambiente no se ha hecho esperar. Inquietudes preliminares, pues la extracción de recursos no ha empezado y puede tardar más de siete años. Desde 2010 tan solo han sido perforados cinco pozos con fines documentales, para saber qué hay allí.

Por esta razón, el presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Mauricio De La Mora, aclaró que se está trabajando muy fuerte para la regulación offshore, de la mano con compañías de renombre internacional y con convenios con los gobiernos de Noruega y Australia.

“Nos estamos preparando para descubrimientos mayores, en el caso del de gas, mientras se extrae y se lleva a la planta de Gas Natural se tarda más o menos siete años. Para ese momento vamos tener una regulación clara y ecuánime que incluya la parte técnica y medioambiental”, manifestó.

La información que tiene el país sobre la biodiversidad en sus aguas es escasa, según el director de Invemar, Francisco Arias. Los avances sobre las investigaciones en la zona continental le llevan casi 200 años a los que se han hecho en los mares del país. Por lo tanto, la primera tarea para la promoción de esta actividad es tener certeza de la composición de la vida marítima.

“Estamos aprendiendo pero, en general, en el mundo no existen los avances que uno quisiera. Hay países que nos llevan mucha ventaja, como los que tienen operaciones en el Mar del Norte con unos marcos normativos muy desarrollados. Tenemos que reglamentar claramente cuáles son las responsabilidades de unos y otros”, agrega.

Sin desconocer los avances que se han llevado a cabo, dice Arias, la línea base de los estudios para esta actividad son muy generales y tendrán que afinarse para determinar cuáles son los puntos más sensibles y cómo atender posibles emergencias durante la operación.

Lo que está pasando en el Caribe colombiano no es un asunto menor. Los más de 17 kilómetros de sísmica 3D que corre Anadarko y los hallazgos, uno el año pasado, de Orca -1, y el anunciado esta semana por Ecopetrol, exigen celeridad no porque la producción empiece pronto, sino porque a la par de iniciativas como la creación de zonas francas que estimulan la actividad, no se conocen avances concretos de la normatividad para proteger el medioambiente.

Un experto de la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet) explicó que “no existe legislación de offshore específica en el país y se está extrapolando la legislación de onshore a offshore. Al no haber regulación, cada licencia ambiental es tratada de manera diferente, haciendo exigencias que van más allá de la medición de impactos y su contraprestación, pues se requieren estudios que son parte del desarrollo de la base de datos que necesita la Nación sobre el mar, y esto es labor del ente regulador, no de los operadores”.

Entre tanto, defensores del medioambiente, como la directora de la ONG Censat Agua Viva, Tatiana Roa, manifiestan que se está abriendo una nueva frontera petrolera en unas condiciones mucho más favorables para las empresas. “Las compañías han dicho que en la exploración sí se utilizan ondas sonoras que afectan la fauna marina, porque los animales se desubican en el mar. Esto no ha sido considerado como uno de los problemas para el desarrollo armónico con la naturaleza”.

Un vertimiento de crudo en el agua, como quedó demostrado con la emergencia en el pozo Macondo del Golfo de México, también sería un desastre. Si eso llegara a suceder, las especies que se pescan tendrían en su organismo sustancias cancerígenas para el ser humano, contó el director de Invemar.

“Generalmente se hace un balance de si el país necesita estos hidrocarburos y si vale la pena correr esos riesgos, pero si no se necesitan, no se deberían correr. Sin embargo, en estas decisiones también inciden los beneficios económicos para el país”, concluye Arias. El debate está abierto.

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ELESPECTADOR.COM