En las zonas con alto estrés hídrico se debe procurar el mínimo uso de agua fresca, entre las recomendaciones del análisis.
De acuerdo con el Centro Mario Molina, México está en la posición privilegiada de entender las lecciones aprendidas por otros y de adoptar las mejores prácticas para la producción de hidrocarburos no convencionales, por lo que desarrolló 25 recomendaciones que a su vez el centro de análisis de la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (Amexhi), Pulso Energético, resumió en nueve puntos centrales para aportar a la discusión sobre esta práctica en el país.
El Centro destaca que se debe dar certeza a la sociedad, a las empresas y a otros agentes productores ubicados en las zonas prospectivas sobre la disponibilidad y administración del agua.
Además, en las zonas con alto estrés hídrico se debe procurar el mínimo uso de agua fresca; también es necesario garantizar la capacidad de detección de contaminación del agua y aire; minimizar el riesgo de contaminación del agua mediante buenas prácticas en la perforación y estimulación de pozos, y asegurar la gestión integral de residuos provenientes de las operaciones mediante especificaciones y restricciones en el monitoreo y manejo integral.
También recomienda como práctica fundamental disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y de contaminantes mediante la restricción de la quema de hidrocarburos, la prohibición del venteo y el uso de tecnologías para minimizar las emisiones fugitivas; anticiparse a posibles afectaciones ambientales y a la infraestructura de las localidades cercanas a las rutas de la cadena de suministro; diseñar y ejecutar una estrategia efectiva para la supervisión de las actividades de extracción de gas y aceite de lutitas, de manera que la capacidad de vigilancia de las autoridades no se vea superada, y finalmente establecer un mecanismo de comunicación con la sociedad para la divulgación de información sobre los avances de las actividades extracción de gas y aceite de lutitas.
En 10 de los estudios más recientes sobre el tema, publicados por universidades estadounidenses y compilados por Pulso Energético, destaca entre otros hallazgos que la composición química de los yacimientos de agua subterránea en una de las áreas donde más desarrollo de shale hay —tiene alrededor de 1.400 pozos de gas natural— no parece haber empeorado con el tiempo e, incluso, podría estar mejorando, según la Universidad del Estado de Pennsylvania (2018).
“No encontramos ninguna relación entre la concentración de CH4 (metano) o alguna fuente en yacimientos subterráneos de agua que estén cerca de los puntos donde se encuentran los pozos de gas natural”, conforme al estudio de la Universidad de Cincinnati (2018).