Detras del uniforme con las cuatro estrellas del campeón mundial de fútbol se esconden miles de costureros en China trabajando en condiciones criticadas en Alemania por organizaciones sociales y voceros del gobierno.
En un evento celebrado recientemente en Berlín el ministro de desarrollo alemán, Gerd Müller (no confundir con "el Bombardero") , criticó abiertamente al sector textil por producir sus prendas en países en los cuales no hay protección a los trabajadores. El funcionario señaló que los costureros cumplen sus tareas en precarias condiciones y al borde de la explotación laboral debido a los bajos salarios que se pagan por extensas jornadas.
“¿Ustedes quieren ponerse esos uniformes, esos trajes, esas camisas?”, le preguntó Müller al público. El ministro se refirió a la camiseta de la selección alemana con la cuarta estrella conquistada en el Mundial de Brasil 2014 como ejemplo de la inequidad entre la producción y la venta, y sostuvo que de una prenda que en Alemania se vende por 85 euros a quienes la cosen apenas les llegan 15 centavos.
Diferencias abismales. Esos estimados los confirmó en conversación con Deutsche Welle Maik Pflaum, vocero de la campaña Ropa Limpia (Clean Clothes Campaign), una organización que trabaja por mejorar las condiciones de trabajo de los empleados textiles en distintas regiones del mundo. “El problema en China es que las grandes firmas que producen su ropa allí pagan a los trabajadores el salario mínimo oficial que está fijado en un monto muy por debajo de lo que una persona verdaderamente necesita para vivir”, explicó.
De acuerdo a la experiencia de la campaña Ropa Limpia a los costureros chinos no se les reconoce en promedio mucho más del 1% del precio final de venta. Pflaum cuenta que en China, donde se produce la camiseta de Alemania con las cuatro estrellas, “la gente, movida por la necesidad de sobrevivir, practicamente se somete de forma voluntaria a una especie de esclavitud. En las máquinas de coser ellos trabajan bajo presión en jornadas con más horas de las que oficialmente está permitido”.
Pero mientras a los costureros de los uniformes les queda poco beneficio del triunfo de Alemania en el Mundial, al comercio y a la patrocinadora y productora de la camiseta -Adidas-, el título les genera jugosos dividendos. De acuerdo a la información publicada por el diario FAZ, de los 85 euros que cuesta una camiseta con las cuatro estrellas, a los almacenes que las venden les tocan 37,43 euros; a Adidas 16,26; al fisco 13,57 por concepto de impuesto del valor agregado; y 4.41 euros se utilizan para cubrir el mercadeo y la distribución.
Paradojicamente a los que menos les corresponde es precisamente a aquellos que hacen posible la existencia de la camiseta. De los 85 euros al fútbol unicamente le ingresan 5,10 euros por concepto de la licencia que se paga a la Federación Aleman (DFB) para comercializar una prenda cuyo costo de confección es de 8,23 euros incluida la tela, la mano de obra y el transporte.
El uniforme es cada vez más caro. La camiseta de la selección alemana de fútbol con la cuarta estrella es la más costosa en la historia reciente y su valor se ha incrementado a lo largo de tres Mundiales en aproximadamente un 30 por ciento: en el 2006 su precio era de 65 euros, en el 2010 subió a 69 euros, antes de empezar el evento en Brasil costaba 80 euros, y hoy, con una estrella más, alcanzó los 85 euros.
Aún así, organizaciones como la campaña Ropa Limpia, o el propio Ministro Müller, apuntan a la inequidad en la distribución de los ingresos. “Adidas presenta cada año un balance de ganancias millonarias que es mejor al anterior y declara gastar miles de millones en patrocinios, publicidad y mercadeo. Para una firma así sería posible aumentar los salarios de los costureros, hasta doblarlos y todavía seguir ganando. Eso significaría para los trabajadores un mejor nivel de vida y para los productores casi ningún costo” expone Maik Pflaum.
Sin embargo la victoria alemana en Brasil no ocasionó un cambio en la política salarial a los costureros en China, pero sí un esfuerzo adicional, especialmente la primera semana tras la conquista de la Copa del Mundo. Para satisfacer la demanda de los aficionados por la camiseta con la cuarta estrella en Alemania las máquinas de coser chinas funcionaron a todo vapor.
Cifras no oficiales, pero estimadas a partir de una acción similar llevada a cabo en España tras el Mundial del 2010, calculan una producción de alredor de las 150.000 unidades en las 48 horas posteriores a la obtención del título en Brasil. Las camisetas, que usualmente llegan a Alemania por barco, en esta ocasión arribaron vía aérea ocasionando un costo adicional para ponerlas en los almacenes de las principales ciudades del nuevo campeón del mundo.