Según Oil World, Uruguay producirá 3,1 millones de toneladas en el próximo otoño, lo que debe representar un ingreso de US$1.500 millones por exportaciones.
Si se cumplen los pronósticos de la consultora más respetada en oleaginosos del mundo, Uruguay cosechará el próximo otoño una tonelada de soja por cada habitante. Como parte de una apuesta que no tiene antecedentes ni en el país ni en la región, la producción uruguaya estaría pasando los tres millones de toneladas por primera vez en la historia.
Según Oil World, Uruguay producirá 3,1 millones de toneladas en el próximo otoño, lo que debe representar un ingreso de US$1.500 millones por exportaciones.
Las señales del mercado han sido fuertes. Tras dos cosechas fracasadas, y por lo tanto con reservas mundiales en baja, todo el Mercosur y Bolivia empiezan la mayor siembra de soja de la historia, la que puede traer miles de millones de dólares a la región y seguirá causando escozor a quienes se preocupan por los temas ambiéntales y la erosión.
Aparentemente será la última siembra sin regulaciones de uso y manejo de los suelos. En los cuatro países del Mercosur se espera un área récord y en fuerte crecimiento. La decisión empezó a tomarse al comenzar el otoño, cuando la oleaginosa llegó a US$500 por tonelada y el trigo no se despegaba de los US$200.
Muchos productores renunciaron a sembrar trigo para esperar a este octubre con las chacras dispuestas para la oleaginosa.
Oil World plantea un pronóstico fuerte. Para llegar a 3,1 millones de toneladas con 1,25 millones de hectáreas debería repetirse un rendimiento muy elevado que supere incluso al récord de la cosecha pasada, cuando según el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) la soja promedió 2.390 kilos de promedio.
Con el rendimiento de la cosecha pasada se requerirían 1,3 millones de hectáreas para alcanzar esa producción. Pero en las cifras del Ministerio de Ganadería la siembra de soja quedaría en niveles mucho más reducidos.
En la estimación primaria dada a conocer la semana pasada estiman primariamente una superficie de 890 mil hectáreas. La divergencia entre los pronósticos privados y los públicos se ha venido incrementando año tras año junto al crecimiento del cultivo.
Para los privados las dos últimas cosechas fueron de más de 1.100.000 ha. La estadística oficial está 300 mil hectáreas por debajo de la privada. Por el movimiento y la expectativa que se observa, da la impresión que las cifras privadas están más cerca de la realidad. Porque el envión de la soja no conoce fronteras ni credos políticos.
Previsiblemente, lo principal estará en Brasil y Argentina que van en camino a cosechas realmente gigantescas. En el caso de Brasil se sigue corrigiendo al alza la proyección, que actualmente está sobre las 82 millones de toneladas. Es un salto espectacular sobre las 66 millones de la última cosecha.
En el caso de Argentina la producción pasaría de los 40,5 millones de toneladas del año pasado a 56 millones de toneladas. El salto es más grande porque el año pasado las cosechas de ambos países fueron diezmadas por la sequía. Pero en caso de concretarse ese salto conjunto de 16 millones adicionales en cada país, las reservas mundiales tendrán una recomposición significativa.
De mucha importancia para Uruguay, la producción de Paraguay tendrá también un salto importante. La cosecha de Paraguay para el 2013 pasaría a 8,6 millones de toneladas desde 4,5 millones en el 2012.
Eso significará un desafío adicional para el puerto de Nueva Palmira, que tendrá que sacar buena parte de la producción de ambos países en el próximo otoño.
Con la decisión de sembrar ya tomada, los agricultores de la región también enfrentan la fuerte volatilidad que tiene el precio de la oleaginosa ahora en descenso y en el menor nivel de los últimos tres meses.
El propio tamaño del cultivo en el Mercosur empezó a pesar en el mercado. Por otra parte, Estados Unidos viene cosechando en tiempo récord y esa oferta también está haciéndose sentir para bajar las cotizaciones. Pero el descenso se da desde un nivel tan alto que no modifica por ahora las previsiones de una gran cosecha.
Competencia por la tierra. La expansión de la soja inevitablemente implica sacarle el lugar a otra actividad agrícola o a otros rubros no agrícolas. En el caso de Uruguay, la oleaginosa le ha quitado superficie al arroz. Pero la tendencia a la competencia por la tierra es muy fuerte en todas partes.
Mientras en Estados Unidos el maíz le ha ganado hectáreas a la soja, en el Mercosur viene sucediendo lo contrario, la soja le gana en hectáreas al maíz. O por lo menos contiene su potencial crecimiento. Lo que sucede es que el marco agrícola es muy diferente en ambos hemisferios.
Los productores estadounidenses tienen el respaldo de seguros que les permiten apostar al cultivo de maíz que tiene un mayor costo de producción por hectárea.
En el Mercosur una situación de sequía significaría una pérdida difícil de compensar. A eso se agrega en Uruguay el ingreso del grano quebrado y entero desde Argentina que opera como un factor de contención en los precios que se han mantenido muy por debajo de las referencias de Chicago, algo que no pasaba habitualmente.
Por lo tanto, el área maicera de Uruguay no crece y se mantiene –para grano– en el entorno de las 120 mil hectáreas del año pasado, de todos modos un área importante, de las mayores de los últimos años.
En consecuencia, la relación soja/maíz se sigue corriendo hacia la soja, algo que puede verse acentuado por un leve descenso en el área de sorgo. Por más que las recomendaciones agronómicas vayan en un rumbo, las señales del mercado van en otro.
En el caso del maíz hay un esfuerzo por mantener el costo de alimentación de aves, cerdos y lecheras en un nivel accesible. Estos sectores enfrentan problemas de competitividad y si se mantuviesen las relaciones históricas entre el maíz uruguayo –habitualmente más caro– y el de Chicago, para esos sectores la situación sería bastante más difícil de lo que ya es, lo que además se trasladaría en el precio del pollo al consumidor.
El maíz –el cultivo más sensible a la falta de agua– ha enfrentado los desafíos de los veranos altamente calurosos donde una semana sin lluvias ya significan un daño a los cultivos. Por lo tanto, los productores eluden la siembra en octubre que lleva a una floración en enero.
Este año tampoco fue posible casi en ningún caso la siembra temprana. Las lluvias persistentes y las bajas temperaturas impidieron el ingreso a chacras.Esto significa un fuerte desafío para esta cosecha. El parque de maquinaria será exigido al máximo.
La superposición de las tareas de siembra de maíz y soja, y luego nuevamente la superposición de las tareas de cosecha representará un desafío inédito. Llevar en tiempo y forma las más de tres millones de toneladas de soja que prevé Oil World requerirá de un esfuerzo logístico inédito en el próximo otoño.
Y también dependerá de que las lluvias, por ahora tan frecuentes, permitan realizar las labores en fecha, tanto para la siembra que empieza la semana que viene como para las cosechas.Desde los suelos hasta la bodega de los barcos la mayor siembra de cultivos de verano de la historia uruguaya abre un abanico de oportunidades, pero también genera desafíos no menores.
Agricultura: el sostén de las exportaciones. Los datos de exportaciones de Uruguay han atravesado una transformación profunda. Básicamente el crecimiento es agrícola. En particular el 2012 marcará un récord de exportaciones de soja y trigo que explica la amplia mayoría del crecimiento exportador de Uruguay.
Entre ambos dan cuenta de más del 90% del aumento de las ventas al exterior de Uruguay. Y si se agrega el aumento en las exportaciones de arroz, puede concluirse que si las exportaciones uruguayas siguen creciendo lo hacen exclusivamente en base al crecimiento de los tres principales rubros agrícolas. Por lo tanto, en la siembra que está por comenzar empieza a jugarse la persistencia del crecimiento exportador uruguayo.
Con la baja del dólar y la persistencia de una inflación cercana al 10% la competitividad va quedando limitada a los productos que mantienen un precio internacional inusualmente alto.
Las exportaciones de carne y lácteos también crecen, pero a tasas moderadas, que compensan el descenso de las exportaciones en otros rubros. La trayectoria de las exportaciones de soja de Uruguay parece avalar las hipótesis privadas de un fuerte crecimiento en el área que se siembra año tras año. De lo contrario, con un área casi estable, ¿cómo explicar un aumento de 65% mayores a las de 2011?