La inminente venta de la empresa Citgo, la mayor filial de Petróleos de Venezuela en el extranjero, no sólo apunta al hambre de divisas de ese país sudamericano. Sus causas son tan complejas como sus posibles secuelas.
Cuando el ministro venezolano de Petróleo y Energía, Rafael Ramírez, confirmó que el gobierno de Nicolás Maduro buscaba vender su participación en la refinadora de combustible Citgo, con sede en Estados Unidos, el anuncio fue interpretado como indicio de la urgencia con que el Estado necesita divisas para recobrar su liquidez y poner coto a la severa crisis socioeconómica que aflige al país sudamericano. Y es que Citgo es la principal comercializadora del oro negro local y de todos sus derivados a escala global.
Vender esta compañía, la mayor filial de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en el extranjero, es como “amputarnos un brazo”, comentaba en Caracas José Toro Hardy, un conocedor de la materia. Pero la disposición del Ejecutivo venezolano a “salir de Citgo” –según declaró Ramírez– no es nueva; la cúpula del chavismo viene sopesando esa posibilidad desde hace años. “Ese no es un plan coyuntural, sino más bien estratégico”, explica Ana Soliz Landivar, investigadora en el Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), al enumerar los motivos detrás de esta moción.
Citgo, ¿tesoro o lastre? “Citgo arrastra deudas y exhibe un rendimiento muy bajo; ha tenido que comprarle petróleo a otros proveedores para poder abastecer a su propia red de gasolineras. Por otro lado, sus activos corren el riesgo de ser embargados cuando el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) emita su fallo”, señala Soliz Landivar, aludiendo a la querella que las petroleras ConocoPhillips y ExxonMobil iniciaron en 2007 contra Venezuela por alterar unilateralmente las condiciones de sus contratos con las empresas transnacionales.
“Exxon ha amenazado con solicitar medidas cautelares para impedir la venta de Citgo hasta que se conozca la sentencia del CIADI. Esas medidas y el precio que Venezuela le ha puesto a la compañía podrían sabotear el éxito de la transacción”, agrega la experta. Venezuela espera recibir entre US$10.000 y US$15.000 millones por los activos de Citgo, pero especialistas del sector energético y de las finanzas aseguran que éstos se cotizarán por un máximo de US$8.000 millones, dependiendo de las condiciones bajo las que se vendan.
Aunque Deutsche Bank y sus clientes aparecen en la lista de potenciales compradores, Víctor M. Mijares, otro politólogo del GIGA, cree probable que Citgo termine en manos de una empresa estadounidense. Algunos analistas sugieren que su precio de venta ascendería si PDVSA se compromete a continuar suministrando crudo a las refinerías estadounidenses a corto plazo.
De una relación de dependencia a otra. Mijares coincide con Soliz Landivar en que el acto de desprenderse de Citgo se alinea con el proyecto venezolano de redirigir sus exportaciones de crudo de Estados Unidos a China para que Caracas pueda pagar los grandes créditos que recibe de Pekín. “Al menos en teoría, China es el único país con creciente demanda de crudo con capacidad para absorber la producción petrolera venezolana, no solamente por su volumen, sino también por su baja calidad. China quiere instalar módulos de refinación de petróleo extrapesado en su territorio”, dice Mijares.
“A principios de agosto, las cuentas de pago por las exportaciones de PDVSA fueron transferidas de la entidad portuguesa Banco Espirito Santo al China CITIC Bank. Esta institución pertenece al China CITIC Group, que hace algunos años otorgó créditos al Gobierno venezolano, invirtió en la explotación de la franja petrolífera del Orinoco y también en la construcción de viviendas.El traslado de las cuentas a China le permite al gigante asiático asegurarse de que Caracas pagará sus créditos. Venezuela le ha otorgado una herramienta de control a China: la posibilidad de congelar sus cuentas”, advierte Soliz Landivar.
Indiferente a su creciente dependencia de Pekín, la administración Maduro parece dar por sentado que la venta de Citgo acentuará la autonomía de la industria petrolera venezolana de cara a Estados Unidos. Pero, ¿qué tanto? No mucho, a juicio de Mijares: “Quien compre Citgo hará un buen negocio, no solamente por las virtudes de la empresa, que sí las tiene, sino también por la relativa influencia que su nuevo propietario ganará sobre la comercialización del crudo venezolano”.