Jill Bolte Taylor, investigadora en Harvard, se dio cuenta de que experimentaba un problema en el hemisferio izquierdo y tuvo la oportunidad de analizarlo.
La mañana del 10 de diciembre de 1996, la científica Jill Bolte Taylor, quien se encontraba estudiando enfermedades mentales severas en Harvard, despertó para darse cuenta de que estaba experimentando su propio trastorno cerebral.
A pesar de que presentó un derrame en el hemisferio izquierdo, ella fue capaz de darse cuenta uno a uno de los detalles de cómo se interrumpían las funciones de su cerebro que la llevaron a una inminente deducción: “¡Wow, me está dando un accidente cerebrovascular! ¡Cuántos científicos tienen la oportunidad de estudiar su propio cerebro del interior hacia afuera!, pero luego dije: ‘No tengo tiempo para un accidente de esta naturaleza; está bien, lo estudiaré una semana o dos’, pero al pedir ayuda me di cuenta de que era más grave de lo que pensé”, explicó la científica.
El hecho de que su hemisferio derecho no haya sufrido daño alguno le permitió experimentar una sensación similar a la del llamado estado de Nirvana o iluminación.
Sus estudios en el funcionamiento del cerebro fueron motivados por su hermano, quien fue diagnosticado con esquizofrenia. Quería entender por qué su hermano no podía conectar sus sueños a una realidad común y en cambio vivía en un mundo de ilusiones.
“Esa mañana me levanté con un dolor muy intenso detrás de mi ojo izquierdo, me llegaba una gran punzada con una sensación como cuando uno come helado y te congelas, me paré a hacer ejercicio, pero vi que mis manos estaban como garras primitivas y era como si mi mente estuviera suspendida y yo tratara de alcanzarme”.
Jill Bolte relata que su vida después de esto ha sido influenciada de muchas maneras. “La parte más importante que aprendí fue que yo soy vulnerable a la muerte y tengo el tiempo limitado”, esto le ayuda a enfocar su tiempo y su energía en lo que más le importa, por eso eligió no regresar al laboratorio.
Da clases en la escuela de medicina y va alrededor del mundo dando conferencias para mostrar lo que nadie más ha podido explicar como vivencia personal. “De esta manera busco hacer la ciencia interesante y fácil de entender, he aceptado que éste es mi llamado ahora”, dice.
Bolte explica que el motivo por el que regresó a la ciencia es porque tenía una historia increíble que compartir y no por demostrar algo más. “Creo que mi caso le dio nuevas técnicas a la profesión de cómo tratar a la gente, cuando veo a personas con este problema no las veo como alguien que ha perdido; por el contrario, si pierdes cierto número de células que inhibían otra parte de tu cerebro seguramente tendrán nuevas experiencias que los llevará a conocerse con mayor profundidad”, agregó.
La neurocientífica concluyó diciendo lo siguiente: “No comparto ciencia, comparto experiencia. Sólo cuento lo que me sucedió neuroanatómicamente, ésta fue mi experiencia de procesamiento interno y lo que tomó recuperarme”.