El Manager de Relaciones Públicas y Comunicaciones para América Latina de Janssen habla sobre los desafíos de la industria al relacionarse con el sistema público y mantener la curva de innovación.
Existe un elemento que es clave para la industria farmacéutica, lo único que le permite avanzar, y eso es la innovación. Pero tan simple como es decirlo, es compleja su implementación. Nicolás Nobile, Manager de Relaciones Públicas y Comunicaciones para América Latina de Janssen, explica que la tendencia en las últimas décadas en Latinoamérica ha sido que los gobiernos tengan un peso cada vez mayor y predominante en moldear las condiciones en las cuales los nuevos tratamientos de innovación llegan al paciente y esto ha cambiado la forma de trabajo.
El mayor involucramiento del sector público ha cambiado la forma en que la industria farmacéutica ha tenido que desenvolverse. Sobre todo con un interlocutor más activo, explica Nobile, quien destaca como un ejemplo la expansión de los programas de inmunización y prevención de las enfermedades mediante vacunas y la curva creciente de penetración de biológicos en los tratamientos de ciertas enfermedades como la artritis reumatoidea.
“Es una relación que sostenemos con la autoridad en tanto reguladora, la que moldeado mucho nuestra relación a lo largo de todas las últimas décadas, pero también en los últimos tiempos el actor del segmento público aparece como un cliente, porque muchas veces o nos compra directamente tratamientos por licitación pública para suplir los distintos programas de salud”, explica Nobile.
Con este nuevo tipo de relación entre los dos sectores, la industria ha debido plantearse nuevas estrategias: “En el interior de los laboratorios ha habido un proceso, y hablo en general en la industria farmacéutica, ha habido un proceso de aprendizaje interno de cómo interactuar con actores que no son los médicos, que no son sociedades médicas ni los que habitualmente dialogamos y que no son los pagadores. Entonces, esto ha sido un proceso bastante rico que está cambiando la concepción que tenemos de este campo”.
“Los resultados son bastante interesantes, por ejemplo, en Brasil hace un años atrás iniciamos -como Janssen- un acuerdo con una agencia estatal para transferir las tecnología para la manufactura del infliximab y en algunos mercados en algunos países de Latinoamérica estamos iniciando diálogos para comenzar a trabajar con modelos de financiamiento a riesgo compartido”, explica.
Nobile agrega que así comienzan a abrir camino para formar alianzas y asociaciones con los actores del sistema público: “Asociaciones que nos permitan buscar soluciones superadoras, porque el objetivo último es el acceso del tratamiento al paciente y que el paciente reciba la mejor medicación y tratamiento que le prescribió el médico”.
-¿A medida que surgen tratamientos más costosos como los biológicos se vuelve más complicado este tipo de alianza?
-Bueno, este es el nudo del tema, porque la innovación funciona bajo una lógica del valor. Entendemos que los tratamientos tienen un precio, que responde al valor muchas veces, valor en términos del beneficio clínico que tienen el tratamiento para el paciente versus el estándar de tratamiento que existía hasta el momento. Valor en términos de un impacto positivo en la calidad de vida del paciente. Y, en un tercer nivel, valor en el efecto socioeconómico que tiene un tratamiento, que es capaz de asegurar que un segmento de la población antes enferma tenga un rol activo y productivo, libre de ausentismo laboral.
Sobre el efecto socioeconómico, Nobile puntualiza que “no es solo el problema de trabajo, un hombre, una mujer, familias, funcionan como células soporte del aparato productivo. Cuando hay uno enfermo todo esa unidad parece afectada”. Agrega que se ha probado con estudios que la introducción de vacunas de alta tecnología o un tratamiento de alta innovación es capaz de impactar el PIB de un país.
El problema del precio
Nobile entiende el precio como una parte integral de la discusión del valor de un medicamento: “No hay que desconocerlo, pero hay que entender que el precio funciona dentro de una lógica más amplia, que es la del valor. Los procesos que van desde el concepto al proceso inicial y de investigación y descubrimiento a los que son las fases pre clínicas y luego clínicas del desarrollo de un tratamiento tiene un costo elevadísimo, porque son muchos los proyectos que quedan en el camino”. Explica que debido a la inversión y alto riesgo, empresas que están en la bolsa como Johnson & Johnson (de la que Janssen es parte) también deben considerar a los inversores a la hora de fijar los precios: “Todos estos múltiples factores son los que tienen que hacer posible la sustentabilidad en la innovación”.
A pesar de eso, Nobile dice que los precios también deben estar dentro de las condiciones que aseguren su consumo: “de nada sirve un tratamiento tan caro al que nadie acceda. Estamos conscientes de eso y estamos buscando este punto de equilibrio que nos permita traer un tratamiento nuevo a un mercado, que tenga un reconocimiento de su valor, y por otra parte que seamos capaces de sostener la curva de innovación”.
Y sostener la innovación parece no ser tan sencillo, considerando la inversión necesaria: “Debe haber un precio que garantice el acceso de este tratamiento al paciente. Son estos tres factores que tienen que en una balanza funcionar juntos -innovación, valor y precio-. Si vemos uno solo de ellos, no estamos viendo esta silla de tres patas en las que nosotros estamos sentados y en la que tenemos que mantener el balance”.
-¿Qué tan bien logran entrar estos medicamentos innovadores en América Latina?
-Bueno, EE.UU. y Europa tienen un ingreso per cápita y un grado de desarrollo social que a veces hace difícil compararlo con las sociedades latinoamericanas. Yo creo que en Latinoamérica hay casos de mucho éxito y casos en los que hay que trabajar mucho más dentro de un espacio de diálogo, acuerdo y trabajo en conjunto. Desde nuestra perspectiva, hay muchísimo más que debemos trabajar, asegurando formas creativas de asegurar el acceso al medicamento del paciente. También hay un rol nuestro de educar a nuestros interlocutores y es un rol nuestro también saber escuchar a nuestros interlocutores. Entender a fondo cuáles son las dificultades que tienen y en base a eso construir alternativas.
-¿Qué le parecen las políticas regulatorias en Latinoamérica?
-Esto es interesante. En general los tratamientos biotecnológicos, en muchos países de Latinoamérica hoy, corren en régimen especial y específico para los biológicos, porque tienen especificidades, complejidad diferente. Los mecanismos regulatorios de consideración, examen de fondo, análisis y aprobación, tienen marcos regulatorios específicos para biológicos, que muchas veces prolongan un poco más el tiempo en el cual la molécula está en el proceso regulatorio. Es algo con lo que tenemos que prender a vivir, eso es lo número uno.
Número dos, sí existen eficiencias que se podrían trabajar. Ahí ya me parece que entramos en un caso por caso, porque la realidad de Argentina es diferente al Inbisa de Brasil y el Invima de Colombia.
-¿Están bien entonces las patentes para los biológicos?
-Yo creo que las patentes son un incentivo a la innovación, creo que son un incentivo para la innovación local en los países también, porque generan relaciones de reciprocidad con países que son eventualmente mercados de destino. En muchos de los países de Latinoamérica hay leyes de patentes, hay sistemas de protección de patentes, pero en muchos casos requieren mejoras. En muchos casos lo que está escrito no es lo que se da en la vida real. Me parece que en muchos países de Latinoamérica los criterios de patentabilidad se han reducido dando poca protección a los tratamientos innovadores que llegan al mercado, Argentina es un caso . Creo que en otros países se requeriría un criterio un poco más claro sobre lo que es la exclusividad de los datos. Por ahí ya entramos a los desafíos específicos en cada uno de los mercados de Latinoamérica, pero en líneas generales, desde el punto de vista de Janssen resultan muy importantes porque son uno de los factores que hacen la innovación sustentable dentro de estos tres pilares que son innovación, valor y precio. Es muy importante la patente y reglas de juego claras y previsibles. Eso es lo que asegura una mayor inversión en los países en que estamos presentes.