Si bien se han dado avances importantes en los últimos años, la equidad de género sigue siendo una deuda pendiente en América Latina. Todavía existen diferencias entre hombres y mujeres en cuanto al acceso a servicios básicos, como la educación, y en aspectos claves, como el empleo adecuado o el nivel remunerativo.
Una situación similar se observa al analizar la relación de las personas con el sistema financiero formal. Recientemente se difundió un estudio de Credicorp encargado a Ipsos, el cual permitió explorar la relación entre las brechas de género y la inclusión financiera en siete países de la región: Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México, Panamá y Perú. Los resultados confirman que los hombres tienen mejores niveles de acceso, uso y calidad percibida del sistema financiero en comparación con las mujeres. El 21% de los hombres de la región están adecuadamente incluidos al sistema financiero, mientras que solo el 11% de las mujeres lo está.
Sin duda, las brechas entre hombres y mujeres son marcadas, también es importante revisar los resultados del estudio desde una mirada interseccional, que permite identificar diferencias notorias entre grupos de mujeres según edad, nivel socioeducativo, ocupación y lugar de residencia. En el promedio de los siete países, los grupos de mujeres con menores niveles de inclusión son las mayores de 43 años (7%), las de nivel socioeconómico bajo (6%), las que viven en el ámbito rural (5%) y las amas de casa (3%).
En Perú, las mujeres de nivel socioeconómico alto (65%) y medio (35%) tienen una cuenta de ahorros, superando considerablemente el 21% de las mujeres de nivel socioeconómico bajo que poseen una. Otro dato resaltante es que las mujeres de 18 a 25 años y las que trabajan de manera dependiente son las que tienen en mayor porcentaje una cuenta de ahorros. Asimismo, llama poderosamente la atención que mientras que el 30% de las mujeres urbanas cuentan con una tarjeta de débito, solo el 6% de las que viven en zonas rurales posean una. También, casi la mitad de las mujeres de nivel socioeconómico alto tienen productos de crédito en el sistema formal, aunque la situación de quienes se encuentran en el nivel socioeconómico bajo es significativamente menor (22%).
En esa línea, es muy importante tener claro que el total de mujeres está conformado por un conjunto heterogéneo, con particularidades que pueden determinar el logro o fracaso de su inclusión al sistema financiero.
Contar con productos financieros, usarlos de manera intensiva en el día a día y generar una relación de confianza con el sistema financiero formal tiene un impacto muy positivo en el desarrollo de las personas y en la economía de un país. En el caso de las mujeres, encontrarse plenamente incluidas en el sistema financiero le aseguraría tener mayor independencia económica y le permitiría usar productos y canales en sus proyectos personales y emprendimientos.
De hecho, la mujer tiene un rol cada vez más importante en la economía peruana. De acuerdo con estimados del Ministerio de la Producción (Produce), existen más de 1,3 millones de micro y pequeñas empresas (mypes) lideradas por mujeres que generan 4.8 millones de puestos de trabajo. Asimismo, según la Asociación de Bodegueros del Perú, el 70% de las bodegas peruanas son lideradas por mujeres.
Por ello, es fundamental promover que las mujeres peruanas se vinculen de manera positiva al sistema financiero. Existen dos aspectos relevantes para alcanzar ese propósito: la educación financiera y la creación de soluciones digitales que permitan romper las barreras que todavía separan a las personas del sistema financiero.
La digitalización facilita el acceso y uso de servicios financieros, un caso de éxito que respalda esta evidencia es el de Yape, la billetera digital de Credicorp en Perú. Con la llegada de la pandemia, el gobierno distribuyó asistencia financiera a ciudadanos que no contaban con una cuenta bancaria. El hecho de que millones de peruanos estuviesen fuera del sistema bancario representó un gran obstáculo; sin embargo, en ese contexto las billeteras digitales se convirtieron en el principal canal bancarizador, pues en los últimos dos años ha permitido incluir al sistema financiero a más de 1,6 millones de personas que no tenían una cuenta de ahorros.
Otro indicador importante es que el 72% de la población conoce poco o casi nada sobre cómo funcionan los productos que ofrecen los bancos, según un estudio de la asociación de bancos local, Asbanc. Ante esto, la industria financiera trabaja continuamente en iniciativas de educación financiera, a fin de acercar más el sistema formal al público en general.
Si consolidamos el conocimiento de los productos y servicios existentes, tanto en mujeres como hombres, se logrará una mayor y más fácil inclusión financiera, que en el Perú y en toda la región todavía tiene un largo camino por recorrer. Es clave impulsar una sociedad que asegure las mismas oportunidades para hombres y mujeres. ¡Nivelar la cancha es tarea de todos!