Hasta ahora, algunos estudios relacionaban estos tratamientos con incremento en la posibilidad de desarrollar este tipo de enfermedades.
En una de las investigaciones más extensos sobre el tema, investigadores de diversas instituciones médicas y académicas de Reino Unido concluyeron que someterse a tratamientos de fertilización no aumenta las posibilidades de contraer las variantes más graves de cáncer de útero o de seno, contrario a lo que algunos estudios parciales habían sugerido en el pasado.
El artículo, publicado en el diario médico BMJ, recogió los datos de las 266.787 mujeres que se sometieron a este tipo de tratamientos entre 1991 y 2010 en el Reino Unido. Los investigadores observaron cuándo aparecieron los primeros diagnósticos de cáncer de ovario comparados con la edad, el sexo o lo que se espera en otros grupos con las mismas características.
La investigación nació por la inquietud que todavía generan este tipo de tratamientos en aquellas mujeres que quieren tener hijos pero requieren de atención médica para lograrlo. Los investigadores explican que estos procesos suelen incluir inyecciones con altas dosis de la hormona estradiol, una hormona sexual femenina que actúa como una hormona de crecimiento para los órganos reproductivos, apoyando el revestimiento de la vagina, las glándulas cervicales, el endometrio, y el revestimiento de las trompas de Falopio.
Precisamente esa función multiplicadora de células es lo que ponía dudosas a algunas mujeres e investigadores sobre qué tan seguro era usarla, pues podría, según la teoría, desembocar una mayor propensión al cancer en el sistema reproductor femenino.
Además, una serie de estudios “poco consistentes” relacionaban estos tratamientos con un incremento en el riesgo de contraer cáncer de seno. “Muchos de estos estudios han presentado datos imprecisos debido a las muestras reducidas y a los pocos eventos registrados”, se lee en el paper escrito por Carrie L. Williams, del UCL Great Ormond Street Institute of Child Health, y por otros cinco colegas ingleses y una australiana.
Por ello, los investigadores decidieron pedirle los datos –con previa autorización de las pacientes– a la máxima entidad del Reino Unido en el tema: la Autoridad para la Embriología y Fertilización Humana del Reino Unido (HFEA, por su nombre en inglés).
Allí consigueron los datos de todas las mujeres que se sometieron a lsos tratamientos durante esos años, y, segun su edad y otros factores, predijeron cuántas de ellas estarían enfermas de cáncer sin haberse sometido al tratamiento. Cuando compararon esos datos con los reales, se dieron cuenta de que la diferencia era mínima.
Por ejemplo, se dieron cuenta de que hubo 164 casos de cáncer de útero, y esperaban encontrar 146.9. Datos similares se encontraron sobre el cáncer de seno de tipo invasivo.
No obstante, sí hubo un aumento en ciertos tipo de cáncer, mucho menos más graves que los anteriormente mencionados: el cáncer de seno localizado (291 casos contra 253 esperados) y cáncer de ovarios(405 contra 291 esperados).
Sin embargo, los investigadores aclararon que estos resultados se concentraron en mujeres que tenían un historial de endometriosis, por lo que, sugieren, la alta incidencia podría tener más que ver con esas condiciones que con el tratamiento en sí. Los investigadores sugirieron hacer seguimiento a este último grupo, pues no pudieron llegar a una conclusión completamente contundente en este último punto.