Aquel día, del que se cumplirán 20 años este miércoles, sorpresivamente y sin que mediara una declaración previa, grupos de indígenas armados ocuparon las cabeceras municipales de San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huixtán y Chanal.
Sin pretender “la toma del poder” sino “apenas algo más difícil: un mundo nuevo”, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) irrumpió en la vida de México el 1 de enero de 1994 -el mismo día en que entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, en inglés)-, con el copamiento de siete ciudades del estado sureño Chiapas.
Aquel día, del que se cumplirán 20 años este miércoles, sorpresivamente y sin que mediara una declaración previa, grupos de indígenas armados ocuparon las cabeceras municipales de San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huixtán y Chanal.
En la misma jornada, el EZLN atacó la sede de la 31ra. Zona Militar, en un combate que duró 10 horas y en el que no tuvo éxito, por lo que se replegó a la selva.
Paralelamente se desarrolló la batalla de Ocosingo, una de las más sangrientas de aquellos enfrentamientos iniciales, en la que fue muerto el Subcomandante Pedro, jefe del estado mayor del EZLN.
Una vez producidas las ocupaciones, el grupo emitió la Declaración de la Selva Lacandona, bajo el reclamo de “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.
El 3 de enero los rebeldes secuestraron al general Absalón Castellanos, ex gobernador de Chiapas, pero al día siguiente el Ejército ya había tomado el control de las siete ciudades copadas por los guerrilleros. Esos primeros enfrentamientos dejaron 57 muertos y 40 heridos, según datos oficiales.
El 6 el presidente Carlos Salinas de Gortari dirigió un mensaje a la Nación en el que negó que se tratara de un alzamiento indígena y ofreció perdón a quienes depusieran las armas.
A la vez, el EZLN negó que recibiera apoyo extranjero y denunció abusos de los militares que lo combatían.
Sin haber podido alcanzar su objetivo de “marchar hasta la ciudad de México”, el EZLN buscó una salida negociada y propuso como mediadores de un diálogo al obispo de San Cristóbal de Las Casas, Samuel Ruiz; a la Premio Nobel de la Paz guatemalteca Rigoberta Menchú y al periodista Julio Scherer.
Mientras tanto, volvió a tirotear el cuartel de la 31ra. Zona Militar, atentó contra torres de transmisión eléctrica y un gasoducto de la empresa estatal Pemex, e hizo detonar coches bomba en la capital del país y en zonas cercanas.
Salinas nombró el 10 a Manuel Camacho como comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas, y dos días más tarde ordenó un cese del fuego unilateral del Ejército como primer paso para iniciar el diálogo, mientras envió al Congreso un proyecto de ley de amnistía. Para entonces, la cantidad de muertos había ascendido a 108, según reportes oficiales.
En los días siguientes renunció el gobernador interino de Chiapas, Elmar Setzer, y el EZLN aceptó a Camacho, quien estableció una agenda de cuatro puntos para negociar y admitió la propuesta guerrillera de intercambiar al exgobernador secuestrado por zapatistas presos. Paralelamente, unas 70.000 personas marcharon en el distrito federal pidiendo paz.
Con el resguardo de la Cruz Roja y la policía militar, el 16 de febrero comenzaron las negociaciones en San Cristóbal de las Casas. El diálogo terminó el 22 de marzo, sin acuerdos. En medio de esa crisis, y aunque no tuvo relación directa con ella, al día siguiente fue asesinado el candidato oficialista a la sucesión de Salinas, Luis Donaldo Colosio.
A mediados de 1994 las fuerzas armadas tenían apostados al menos 12.000 efectivos y cientos de retenes, lo que permitió al gobierno recuperar de a poco el control político de la situación.
El EZLN convocó en agosto a una “convención nacional democrática” que comenzó a sesionar con el objeto de redactar una nueva carta magna, pero se diluyó tras las elecciones que consagraron al oficialista Ernesto Zedillo como sucesor de Salinas.
Ya en 1995, Zedillo reveló que el Subcomandante Marcos, que había quedado al frente del EZLN tras la muerte de Pedro, era el profesor y filósofo Rafael Guillén, entonces de 38 años, y ordenó su captura.
El sexenio de Zedillo transcurrió entre negociaciones, búsquedas de acuerdos y enfrentamientos aislados, y a fines de 2000 asumió el gobierno el conservador Vicente Fox, quien retiró al Ejército de la zona del conflicto.
Con nuevas marchas y contramarchas se llegó al 1 de enero de 2005, cuando el EZLN anunció que dejaba las armas y se dedicaría a la política.