Bastó con la caída de un lujoso edificio en Medellín para encender las alertas sobre la calidad de la construcción en Colombia. Pero el boom inmobiliario también está generando dudas en otras ciudades de América Latina.
“De un momento a otro vi cómo mis sueños se hacían trizas. Sólo encontré las escrituras y las facturas de todos los arreglos en los que había invertido”, relata Johnny Cardona, un ingeniero que con esfuerzo logró comprar su departamento en la residencia Space. Y que ahora lo tiene en la calle.
El derrumbe de la torre 6 del edificio de 22 pisos dejó a todos sin habla en Medellín. “Parecían bombas. Sólo se escuchó un estruendo y el edificio cayó estrepitosamente”, así lo narra un vecino, que presenció el desmoramiento de esta construcción a comienzos de octubre.
El episodio provocó la muerte de 11 operarios que se encontraban en esta torre reparando fallas que se habían detectado sólo un día antes de ocurrido el hecho. Pero más allá de los muertos lo que hoy está en juego es la credibilidad de los estándares de construcción en Colombia.
Lo sucedido en Medellín no es un hecho aislado. Durante 2012 se derrumbaron tres edificios en pleno centro histórico de Rio de Janeiro. Como si se tratase del efecto dominó, primero se derrumbó el edificio Liberdade, de 20 plantas; apenas dos horas después cayó uno de los edificios contiguos, de 10 pisos, y más tarde uno de cinco plantas.
Además, a comienzos de noviembre, en una de las zonas más acomodadas de Santiago de Chile se derrumbaron cinco losas de un edificio en construcción. Aunque no hubo heridos, los trabajadores no tardaron en declarar que este tipo de situaciones era normal. ¿Será que el frenesí constructor de la región ha abierto la puerta a una crisis de la construcción?
Hiperóptimo. En los pasillos del edificio Space de Medellín los comentarios sobre la calidad de la construcción iban y venían. “Las grietas eran evidentes y el edificio se ‘tambaleaba’”, según palabras de varios de sus habitantes. Sin embargo, ¿quién hubiese pronosticado su derrumbe? Mal que mal estaba ubicado en una zona exclusiva, en El Poblado, y el precio de los apartamentos oscilaba entre US$160.000 y US$260.000.
La firmeza de la construcción estaba avalada por la constructora Lérida CDO. A la cabeza de CDO está Álvaro Villegas, ex gobernador de Antioquia y ex presidente de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos. Villegas es el rostro visible de un grupo que reúne una telaraña de más de 15 empresas dedicadas a la construcción. Su mano derecha es el estructurador Jorge Aristizábal, con más de 4.000 cálculos para obras clave de Medellín.
Con todos estos antecedentes, ¿cómo puedo desmoronarse una construcción como ésta? Hay varias hípotesis. Una de ellas es el uso de materiales de baja calidad, además de la llamada “hiperoptimización”, que significa hacer grandes estructuras con columnas débiles pero vigas fuertes, con el fin de abaratar costos.
Otra causa podría ser lo inapropiado del suelo en el que se edificó. En 2006 la alcaldía de Medellín definió zonas no utilizables para la construcción, entre ellas, el área donde se encuentran las torres Space. Pero hizo una salvedad que hoy parece temeraria: el constructor podría obtener la licencia si presentaba estudios estrictos sobre el suelo y se comprometía a invertir en la mitigación de riesgos.
Una tercera opción, que nunca falta, es la tentación de la corrupción. Hoy en el ojo del huracán está el curador segundo, Carlos Alberto Ruiz, quien no sólo otorgó la licencia para el proyecto general y firmó las autorizaciones necesarias para las distintas etapas de construcción, sino que compró uno de los apartamentos del conjunto residencial Space, en la torre 4. Algo que las autoridades han criticado por la posible existencia de conflicto de interés.
Más allá de esto, para los líderes del gremio los derrumbes son aislados. “La actividad edificadora formal es regulada y se desarrolla con altos estándares de calidad, bajo un marco reglamentario estricto”, señala Sandra Forero, directora ejecutiva de la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol.
Aunque no todos piensan así, pues el mismo día en que el Space colapsó, fueron evacuados dos edificios construidos también por CDO y que hoy presentan problemas estructurales. “Debe existir un cambio de normatividad en relación con los curadores, las licencias, inspecciones, vigilancia y mayores sanciones para los proyectos urbanísticos”, enfatiza Aníbal Gaviria, alcalde de Medellín.
Remezón del suelo. Todas las miradas convergen ahora en las autoridades. Y como era de esperar, los funcionarios ahora hablan golpeado. “Desde este minuto se acaba el ‘yo con yo’ en la supervisión de los proyectos de vivienda”, aseguró el ministro de Vivienda de Colombia, Luis Felipe Henao. Es que el derrumbe del edificio Space no sólo ha remecido a la población de Medellín, sino a todo el país.
A partir de ahora se eliminarán las excepciones que permitan que los municipios o curadores autoricen a los constructores para que ellos controlen la ejecución en las obras. “Se exigirá siempre una supervisión independiente del constructor, que garantice la revisión de planos, la calidad de materiales y la ejecución de las obras”, afirma Henao.
También se realizará un concurso nacional para elegir a los supervisores, que deberán tener mínimo cinco años de experiencia en la materia. Se implementará la profesionalización de las curadurías, se creará la Superintendencia Delegada para el Consumidor de Edificaciones y se exigirán pólizas a los constructores para la ejecución de cualquier proyecto inmobiliario.
“Durante el proceso constructivo debería desarrollarse una supervisión técnica e integral que permita la emisión de una tecnificación avalando el cumplimiento de las disposiciones técnicas y reglamentarias involucradas en la licencia de construcción”, reconoce Sandra Forero, de Camacol.
Igualmente, las constructoras consideran necesaria una mayor cobertura a los compradores mediante la escrituración de una póliza que permita respaldar su patrimonio y daños a terceros, frente a eventos derivados de procesos constructivos que puedan afectarlos, relacionados con diseño, suelos, proceso y material.
El drama de Space, por su parte, aún no ha terminado para sus ocupantes. Las autoridades y la constructora determinaron que la torre 5 del mismo conjunto residencial quedó muy afectada con el derrumbe de la torre 6, por lo que tendrá que ser demolida antes de fin de año. Hay dudas también sobre el estado de los 768 apartamentos de las torres 1, 2 3 y 4.
Para personas como Johnny Carrera, quien lo perdió todo en el edificio Space, lo importante es que se enfatice en la calidad de las infraestructuras. La tarea ahora para el gobierno colombiano es hacer cumplir la ley.