Por Klaus Schwab. Nuestro futuro requiere, principalmente, que lo hagamos en el marco de una nueva forma de pensar nuestros valores, diseñar nuestros sistemas y construir nuestras instituciones.
La crisis económica y financiera del año pasado subrayó la medida en que,después de experimentar la "globalización de las oportunidades",ahora estamos enfrentando la "globalización de los problemas". Estecambio refleja la transformación de un mundo que se ha convertido en un lugarmucho más interconectado, interdependiente y complejo, y que se caracteriza porvarios nuevos participantes no estatales y estatales.
Hoy en día, si bien el efecto de la crisis parece estar disminuyendo, reinauna atmósfera de complacencia, incluso aunque el proceso de recuperación sigasiendo débil. La fuerza impulsora que requiere reformas integrales se haatenuado y la compulsión por la cooperación internacional se ha debilitado,como se demostró recientemente en Copenhagen.
A medida que aprendemos más lecciones de la crisis, se hace evidente queeste año será sumamente difícil. Las prescripciones fiscales y monetariasimplementadas para mitigar los sobresaltos económicos globales estánalimentando ansiedades acerca de la creación de nuevas burbujas económicas.
Asimismo, los cambios demográficos, conductuales y tecnológicos vinculadoscon el colapso de la demanda global, combinados con la sobrecapacidad continuaen varias industrias, están desafiando las presunciones básicas acerca de unaincipiente recuperación. Además, los riesgos globales, como el cambioclimático, la proliferación nuclear y las pandemias, han alcanzado niveles deurgencia sin precedentes.
Si nos centramos solamente en el manejo de la crisis, continuaremosalimentando un espiral descendente. La negación de verdades desagradables opolíticamente incorrectas, combinada con el instinto gregario, es lo que nos haconducido a confiar en sistemas principalmente irrealistas e insostenibles.Ciertamente, los momentos de crisis generan momentos de oportunidad paraintroducir mejores ideas e inyectar cambios positivos en el sistema global, alaprovechar el compromiso de todas las partes interesadas de la sociedad global.
Es evidente que el 2010 representa un momento crítico de la historia global y que la forma degestionar nuestro futuro requiere, principalmente, que lo hagamos en el marcode una nueva forma de pensar nuestros valores, diseñar nuestros sistemas yconstruir nuestras instituciones.
Uno de los requisitos fundamentales en cuanto a una nueva forma de pensarnuestros valores es que no deben estar anclados únicamente en laresponsabilidad social y la sostenibilidad ambiental, sino también en una mayorequidad. El hechode repensar nuestros valores aporta el fundamento para el rediseño necesario denuestros sistemas y les permite adaptarse a las necesidades de la sociedad enel siglo XXI. Este rediseño debe tener lugar en todos los ámbitos, pero,especialmente, en el ámbito global, y debe comprender el marco necesario, porejemplo, para los flujos financiero y comercial. Estos esfuerzos de rediseñoexigen una visión común, una innovación en colaboración y alianzas entre elsector público y el privado lograr el éxito a largo plazo.
El hecho de repensarnuestros valores y rediseñar nuestros sistemas conduce, naturalmente, a lareconstrucción de nuestras instituciones, para hacerlas más proactivas yestratégicas, más inclusivas a fin de estimular un mayor compromisode todas las partes interesadas, más reflexivas en cuanto a las nuevasestructuras geopolíticas y geoeconómicas, y más inclusivas en cuanto a laresponsabilidad intergeneracional.
Los cimientos que estamos utilizando para construir el mundo posterior a lacrisis pueden encontrarse en nuevos conceptos que se basan en un mayorcompromiso ciudadano y en alianzas gubernamentales más sólidas con otrosparticipantes no estatales. Debemos incorporar mucha más experiencia y muchosmás conocimientos en nuestros procesos globales de toma de decisiones, utilizarnuestras redes sociales como una herramienta de fortalecimiento y aprovecharmás eficazmente nuestro capital digital; asimismo, debemos escuchar con más atencióna la próxima generación.
Si bien hay varias instituciones que se encuentran bien posicionadas paraanalizar aspectos específicos de los desafíos que debe enfrentar el mundo,ninguna se rige por el mandato de analizar la situación mundial de una maneraintegral y holística, ni tampoco cuenta con la variedad de partes interesadas yelectores que le permitan realizar una tarea semejante de manera adecuada.
Es evidente que hoy el mundo necesita más integración y cooperación. Nuncapodremos superar los desafíos si trabajamos en forma individual. Debemos ir másallá de nuestras propias fronteras y construir vínculos con otras personas yorganizaciones. La base de cualquier progreso logrado en el complejo y velozmundo del siglo XXI es la capacidad de comprender las motivaciones de lasdiversas partes interesadas de la sociedad y obtener conocimientos verdaderosde la naturaleza de los problemas. Esto solamente puede lograrse por medio deldiálogo entre los responsables de dar forma a la agenda global. Dicho discursoes el prerrequisito para un proceso sólido e inteligente de toma de decisiones.La Asamblea Anualde Davos contribuirá exclusivamente a facilitar la plataforma para un diálogointegral y auténtico al comienzo de cada año.