La Organización Mundial de la Salud hizo una encuesta a 130 países para evaluar cómo ha afectado la pandemia a este tipo de servicios. Sus resultados preliminares son muy inquietantes.
A un día de que se conmemore el Día Mundial de la Salud Mental, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una advertencia sobre la compleja situación que vive la mayoría del mundo. “La pandemia de COVID-19 ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales del 93% de los países, en tanto que aumenta la demanda de atención de salud mental”, advierte el organismo.
Su conclusión proviene de un estudio que abarca 130 países y, de acuerdo a la OMS, “aporta los primeros datos mundiales acerca de los efectos devastadores de la COVID-19 sobre el acceso a los servicios de salud mental y pone de relieve la necesidad urgente de incrementar la financiación”.
Entre los datos que menciona la OMS, resalta el hecho de que antes de la pandemia los países tan sólo destinaban el 2% o menos de sus presupuestos de salud para la salud mental. Además, asegura que “si bien el 89% de los países señalaron que la salud mental y el apoyo psicosocial formaban parte de sus planes nacionales de respuesta a la COVID-19, apenas el 17% de esos países disponen de una financiación adicional suficiente para sufragar esas actividades”.
También muestra que más del 60% de las naciones han tenido perturbaciones en los servicios de salud mental destinados a las personas vulnerables, incluidos niños, niñas y adolescentes (72%), “las personas mayores (70%) y las mujeres que requieren servicios prenatales o postnatales (61%)”.
“El 67% observaba perturbaciones en los servicios de orientación psicológica y de psicoterapia; el 65% en los servicios esenciales de reducción de riesgos; y el 45% en los tratamientos de mantenimiento con agonistas de opiáceos para los adictos a los opiáceos”, advierte en un comunicado.
El estudio, que fue llevado a cabo entre junio y agosto de 2020 en 130 países, asegura que el 35% de éstos aseguró notar perturbaciones en las intervenciones de emergencias, “incluidas las destinadas a personas afectadas por convulsiones prolongadas, síndromes de abstinencia severos relacionados con el consumo de drogas y estados delirantes”.
Así mismo, en el 30% se presentaron perturbaciones en el acceso a los medicamentos destinados a tratar trastornos mentales.
“La pandemia está provocando un incremento de la demanda de servicios de salud mental. El duelo, el aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo están generando o agravando trastornos de salud mental. Muchas personas han aumentado su consumo de alcohol o drogas y sufren crecientes problemas de insomnio y ansiedad. Por otro lado, el COVID-19 puede traer consigo complicaciones neurológicas y mentales, como estados delirantes, agitación o accidentes cerebrovasculares”, dice la OMS.
“Una buena salud mental es absolutamente fundamental para la salud y el bienestar en general. Los dirigentes mundiales deben actuar con rapidez y determinación para invertir más en programas de salud mental que salven vidas, mientras dure la pandemia y con posterioridad a ella”, aseguró, por su parte, el director de ese organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus.