Según expertos de la organización, los sellos octagonales serían más efectivos que el sistema de semáforo implementado en otros países.
Más que una ventaja, el etiquetado de alimentos es una necesidad, aseguró Fabio Gomes, asesor regional en Nutrición para las Américas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). "Sin el etiquetado, las personas pierden el derecho a identificar los productos que puedan desequilibrar su alimentación. Se produce un vacío de información que anula la posibilidad de tomar decisiones críticas y fundamentadas antes de realizar la compra", agregó el experto en diálogo con El Observador en apoyo al modelo elegido por el gobierno uruguayo.
Un decreto establece la colocación de un octógono negro con letras blancas en su parte frontal a aquellos alimentos procesados que superen ciertos niveles de azúcares, grasas, grasas saturadas y sal, en relación a la cantidad de calorías en términos absolutos del producto. Sin embargo, desde octubre del año pasado a la norma sólo le falta la firma del presidente Tabaré Vázquez pero no se ha concretado.
Gomes explicó que en la góndola del supermercado, el consumidor tarda entre cuatro y ocho segundos en mirar el lineal de productos y definir cuál comprar. Es muy poco tiempo para captar información y procesar lo verdaderamente importante, agregó. Es por esto que en su opinión el sistema de sellado debe ser eficiente en el mensaje que transmite y eficaz en cómo lo comunica.
"El sistema que propone Uruguay, en este sentido, tiene cantidad de ventajas que demuestran gran superioridad frente a otros sistemas que aplicaron muchos países del mundo", dijo el asesor de la OPS en relación al modelo de sello octogonal con letras blancas y fondo negro, que en la actualidad está siendo estudiado por los ministerios de Salud Pública e Industria.
Para que el etiquetado sea bueno hay que valorar varios elementos, como por ejemplo, la forma en la que captura la atención del consumidor para informar la alerta. "Los envoltorios suelen tener demasiada información, dibujos y colores que compiten con el mensaje que deseamos transmitir", explicó Gomes. En este sentido, el experto aseguró que la propuesta uruguaya transmite la advertencia de forma rápida y exitosa, porque gana protagonismo sobre otros elementos que aparecen en el envoltorio.
"Es imprescindible que se ubique en la parte frontal y no en la trasera o lateral, y también definir bien el esquema de colores. En Uruguay la base negra con letras blancas, eso reafirma la fuerza del mensaje. De hecho es el mejor tipo de contraste que se pueda poner", aseguró.
"El sistema de semáforo es un fracaso"
La industria de alimentos es un actor que ha tomado protagonismo en este debate, y ha alzado la voz en contra del modelo de etiquetado que impulsa el Ministerio de Salud Pública (MSP). Propuso, como alternativa, que se aplique un sistema distinto, justamente sin el contraste de colores que elogia el asesor de la OPS. En su defecto, la industria sugirió que se implemente el sistema del semáforo, donde dependiendo de la gravedad de los componentes utilizados, se aplique un color u otro.
"Hay suficiente evidencia que confirma que el sistema del semáforo es un fracaso. No sirve, es ineficaz y confunde al consumidor en esos pocos segundos que tiene para definir su compra", explicó el experto. Gomez dijo que si se mezcla el color, como el verde o amarillo, puede confundirse con parte del decorado del paquete y pasar desapercibido, y hasta incluso dar una imagen saludable cuando en verdad la advertencia es por riesgo contra salud.
"No solo es importante captar la atención del consumidor sino que, después de que consiguió, el sello tiene que ser de fácil comprensión. Si se tarda en procesar el dato, o se confunde y se da lugar a la duda, la advertencia deja de tener el efecto para la cual se puso", puntualizó.
El etiquetado tiene la función de informar al consumidor y de reducir la compra de productos que tenga excesivos nutrientes de consumo crítico para la salud. Las medidas regulatorias, dijo Gomes, consiguen resultados que favorecen la salud de las personas. Por eso hay que impulsarlas.
"La estrategia del sector de la industria para impedir el etiquetado de alimentos es similar en todo el mundo. Primero, impiden que avance la implementación de la regla. Cuando se dan cuenta que no lo consiguen, proponen un sistema alternativo que sea más débil y no perjudique sus ventas, como el del semáforo; y por último, intentan demandar al país o directamente incumplen la norma", detalló el asesor de la OPS.
Según dijo, la industria siempre ha producido alimentos excesivos en grasas y azúcares, justamente porque está estudiado que esos componentes son hiperestimulantes en el cuerpo humano y tienen la capacidad de generar siempre más hambre y mayor ganas de comer. El consumidor, entonces, querrá más, y por lo tanto, comprar más. Y ahí está el riesgo, puntualizó Gomes.
¿Genera miedo?
Otro argumento que ha manifestado la industria contra el etiquetado es el eventual temor que pueda generar el sello frente a un alimento sano. Ciertos productos que en teoría son buenos, como el yogurt, podrían ser rechazados porque llevarían impreso el sello de alerta por su contenido de azúcar.
La gente, entonces, podría dejar de consumir un el lácteo por el miedo que generaría dicho etiquetado, cuando de por sí el producto es saludable, sostuvieron.
Pero Gomes desmintió esa teoría. "No existe evidencia que demuestre que el etiquetado genere temores", indicó y continuó: "El sello es una información que capta la atención del consumidor para que él sepa que ese producto tiene un exceso de azúcar. Con ese dato, la persona valora si, aunque tenga tanto azúcar, lo desea consumir o no. Pero eso no es un argumento sólido para evitar poner el dato", insistió.
El asesor de la OPS informó que en varios países la industria ha planteado ese razonamiento: esconder la advertencia porque el producto tiene un elemento favorable para el crecimiento, como lo es el calcio.
"Pero la realidad es que existen yogurts con cero azúcar, con poco y con mucho. Me pregunto por qué razón no se debería informar cuando alguno tiene una cantidad suficiente para perjudicar la salud. Eso es ser deshonesto, las personas tiene derecho a saber", insistió.
Asimismo, Gomes destacó que la población no dejaría de consumir calcio por el simple hecho de reducir la compra de los yogurts azucarados. Ese nutriente se encuentra en un sinfín de alimentos más. "Además la gente en Uruguay no se muere por la falta de calcio, se muere por problemas de obesidad. Entonces seamos claros, cuando se consume un producto que conduce enfermarse", intimó.
Ejemplos exitosos en el mundo
El primer país en la región en implementar el etiquetado frontal hexagonal, blanco y negro, fue Chile. Mientras, Ecuador hizo el del semáforo. El país de la cordillera ha conseguido resultados más que satisfactorios, y el otro no. En simultáneo, Uruguay ha producido cantidad de evidencia científica de alta calidad, dijo Gomes, que incluso ha servido de inspiración para que otros países del mundo comenzaran a reglamentar sus propias normas, como fue el caso de Canadá, Brasil y Perú.
El caso de Chile demostró resultados positivos porque, en primer lugar, se ha demostrado un cambio en los hábitos de los consumidores. Antes compraban sin detenerse a observar y ahora lo hacen con mayor responsabilidad. Y además muchas empresas han modificado la composición de sus productos para que sean aceptados por los clientes. Asimismo, se amplió notoriamente los actores dentro de la industria, dijo Gomes, dando lugar a que nazcan y se desarrollen nuevos emprendimientos de comida más saludable que activan la economía.