Con la reciente crisis económica mundial, muchos ejecutivos han sido despedidos de sus empresas. Sin embargo, este servicio les permite afrontar la transición mientras encuentran un nuevo trabajo.
En los últimos años, debido a la crisis financiera, miles de empresas se han visto obligadas a recortar sus presupuestos, y más de diez millones de personas en el mundo han sufrido cada año el cese de sus contratos. Afortunadamente, existe un servicio que propone transformar los despidos en oportunidades: el outplacement.
El outplacement es un servicio que proveen distintas compañías de recursos humanos, que consiste en entregar asesoría y ayuda a profesionales que han sido desvinculados, para que puedan reorientar sus proyectos profesionales en el lapso en que encuentran un nuevo empleo.
El objetivo es que los clientes no se desmoralicen, encuentren la forma de replantear su vida laboral y se mantengan activos.
Según un estudio publicado recientemente por Unique ReStart, el 52% de los desempleados que han usado el outplacement ha tardado menos de 6 meses en reubicarse profesionalmente, mientras que un 15% lo ha hecho en un plazo de entre 6 y 12 meses, y un 34% ha tardado más de un año.
Además, según el estudio, el 62% de las empresas consultadas valoran de forma positiva las candidaturas de profesionales recibidos a través de esta fórmula.
El servicio incluye la entrega de una serie de herramientas que pueden mejorar su empleabilidad. Técnicas de desarrollo metodológico, asesoramiento en personal branding, y el desarrollo de estrategias que van desde cómo confeccionar el currículum y activar el networking, hasta contactar headhunters.
Perder el trabajo es el tercer momento más duro de enfrentar en la vida, dice el director comercial de DBM Chile, Jorge Caruso. “Primero está la muerte de un ser querido, luego la separación, y luego la desvinculación. Las enfermedades graves están en cuarto lugar”.
Por eso, desde hace más de 15 años, el outplacement ha servido a ejecutivos cesantes y a aquellas empresas que se preocupan por quienes despedirán, haciendo un poco menos desagradable la experiencia del despido.
Invertir en el periodo de desempleo
El gran cambio de los últimos años es que, “ya no son las compañías las que buscan el outplacement, sino que los mismos ejecutivos. Con la crisis las empresas ya no pueden pagarlo, pero los desvinculados consideran esta transición como una verdadera inversión y ocupan sus indemnizaciones para ello”, indica Carmen Castro, socia y coach de la consultora española Kainova.
El proceso de transición, u outplacement, cubre entre 2 y 8 meses, y puede llegar a costar hasta US$ 10.000. Según Castro, las variables que hacen subir o bajar el precio pueden ser, por ejemplo, si se establecen horarios personalizados o si se les facilita una oficina o una secretaria.
Sin embargo, Caruso asegura que el precio es proporcional al sueldo del cliente. "Hay que pagar, pero lo prefieren a quedarse en la casa sin hacer nada", dice.
Sin embargo, Caruso asegura que hay diferentes servicios, y el público de las empresas de outplacement se ha diversificado sobremanera en el último tiempo. “Ahora recibimos desde gerentes generales hasta guardias. Obviamente, estos últimos no pueden estar mucho tiempo sin trabajar, porque dependen mucho de un sueldo para mantener a sus familias, por lo que les entregamos las herramientas básicas en menos de un mes, para que puedan enfrentar la búqueda con otra actitud”, dice Caruso.
Enfrentar el despido y levantar la moral
Para Caruso, las personas que son desvinculadas de una empresa llegan con diferentes actitudes a buscar outplacement. Por ejemplo, las mujeres y los hombres reaccionan de forma distinta. "Ellas se deprimen más rápidamente, son más emocionales. Llegan a pedir ayuda llorando. En cambio, los hombres muestran menos lo que sienten. Sin embargo, las mujeres, a las dos semanas están bien, tienen varios planes laborales y personales, mientras que los hombres viven solo en el plano del cazador que tiene que alimentar a su familia, con un orgullo herido y complicado”, dice. "Trabajar con mujeres es más fácil, ya que enfrentan de mejor manera los problemas", sentencia.
En el caso de los hombres, el outplacement "hace que no tengan que soportar el ruido de la aspiradora, y en vez están en un oficina, con algo así como colegas, con los cuales conversar, y alguien que los escuche. No tienen que dormir hasta más tarde o dejarse crecer la barba. Se mantienen activos y en un ambiente de trabajo, lo que les devuelve dignidad”, dice Caruso.
Pero independiente del género, se debe entender que una desvinculación no es siempre un castigo. “No deben considerar que fueron despedidas porque eran malos profesionales. Se debe enfrentar un despido sabiendo que es algo que le puede pasar a cualquiera. Siempre ocurren fusiones de empresas, y recortes de personal”, dice Carmen Castro.
“La vida no se acaba cuando pierdes el trabajo. Al contrario, se abre un universo de posibilidades”, dice Caruso. Según él, muchos cometen el error de pensar que sólo pueden trabajar en lo que hacían antes, pues "tienen una visión demasiado acotada a sus propias expeticias, pero no es así. Por ejemplo, muchos se dan cuenta de que tienen habilidades para docencia o para emprender".
La búsqueda
Una vez que el ejecutivo en outplacement tiene claro lo que quiere lograr y lo que espera de una nueva empresa, se debe preparar el plan comercial. “Más que encontrar trabajo, debemos ayudar al cliente a encontrar uno que lo haga feliz. Y para eso estudiamos con él tres círculos: lo que puede hacer, lo que quiere hacer, y cuáles son sus valores. Así, si éste prioriza la familia, buscamos una empresa que le de calidad de vida”, ejemplifica Caruso.
Y luego se deben trabajar las redes. Según Caruso, el 80% de la empleabilidad se debe a las redes, y sólo el 20% a los headhunters. "Lo más importante es no ser conformista, tener claro lo que se quiere lograr, aunque no sea a la primera: Aquí no todos los buses sirven. Por eso el trabajo de redes debe ser permanente”, comenta el experto.