Algunos países, como México, Francia y Gran Bretaña, ya aplican impuestos a las bebidas azucaradas y la OMS hizo en octubre de 2016 una recomendación no vinculante para que los gobiernos impusieran un gravamen del 20%.
Un panel independiente que asesora a la Organización Mundial de la Salud (OMS) no logró el pasado viernes consenso sobre una propuesta de aplicar impuestos a las bebidas azucaradas para reducir la obesidad.
Algunos países, como México, Francia y Gran Bretaña, ya aplican impuestos a las bebidas azucaradas y la OMS hizo en octubre de 2016 una recomendación no vinculante para que los gobiernos impusieran un gravamen del 20%.
Aunque el impuesto fue calificado de "discriminatorio" y "no probado" por parte de la industria, activistas esperaban un fuerte respaldo de parte del panel para desalentar el consumo de bebidas endulzadas.
Sania Nishtar, exministra de Salud pakistaní que copresidió el panel, se negó a dar detalles de cómo votaron sus 21 miembros, entre quienes están jefes de Estado y ministros de salud. Cuando se le preguntó acerca de cualquier presión de la industria en la decisión, respondió: "No teníamos ningún input de la industria azucarera".
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que la agencia de Naciones Unidas se mantiene comprometida con el combate a la obesidad infantil y la diabetes. "Una cosa que me gustaría asegurarle es que la posición de la OMS no puede cambiar debido a este informe", dijo en conferencia de prensa.
"Esto se debe a que el consumo de azúcar entre los jóvenes está asociado con la obesidad. Al mismo tiempo, se demostró que el azúcar sometido a un impuesto reduce el consumo en muchos países. No solo eso, el dinero de los impuestos puede usarse para fortalecer el sistema de salud", argumentó.
Adhanom creó el año pasado la Comisión Independiente de Alto Nivel sobre Enfermedades No Transmisibles para brindar asesoramiento sobre cómo reducir las muertes prematuras por ese tipo de enfermedades en un tercio para el 2030.
Este panel llamó a los gobiernos a incrementar los esfuerzos para luchar contra una explosiva epidemia de enfermedades no contagiosas en países de ingresos bajos y medios, que representa el 71% de todas las muertes a nivel global, o 41 millones de fallecimientos por año.