En la Universidad de Stanford han creado un invento low cost que tiene la capacidad de centrifugar muestras de sangre utilizando solo papel y cuerdas.
Pablo G. Bejerano, Think Big. La tarea que se ha autoimpuesto Manu Prakash es de lo más alentadora. Este científico, que estudió ingeniería e informática en la India, su país de origen, quiere hacer accesible y asequible la ciencia a las personas sin recursos. A esto lo ha llamado ‘frugal science’. Tras hacer un doctorado de física aplicada en el MIT, Prakash trabaja actualmente en su laboratorio de Stanford. La última creación que ha salido de su laboratorio se parece a un juguete rudimentario.
Se trata de una centrifugadora hecha con papel y una cuerda. El diseño -que se basa en un antiguo juguete- es de lo más sencillo, pero su valor va mucho más allá. Y es que este invento, al que sus creadores han llamado Paperfuge, podría significar un paso de gigante para practicar la medicina en sitios sin recursos.
Para ser consciente de su valor primero hay que saber para qué se utiliza una centrifugadora en medicina. Estas máquinas se usan para separar los componentes de muestras biológicas, a base de centrifugarlas a gran velocidad. Así se pueden dar los primeros pasos para diagnosticar enfermedades como la malaria o el VIH.
Las centrifugadoras comerciales pueden costar miles de dólares. Son pesadas, graves armatostes industriales, y necesitan de corriente eléctrica para funcionar. Hay muchos lugares donde no se pueden permitir este tipo de maquinaria.
Aquí es donde entraría Paperfuge. La idea de Prakash era inventar algo que sustituyera a las centrifugadoras, pero con algunos requisitos. El dispositivo no tenía que necesitar electricidad, debía ser pequeño y ligero, fácilmente transportable, y su precio tenía que ser inferior a un dólar.
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Después de meses estudiando el concepto su equipo lo ha logrado. Paperfuge consiste en dos círculos de papel adosados y una cuerda que los atraviesa por el centro. Solo requiere introducir una diminuta probeta en el interior de los dos círculos. A partir de ahí la cuerda se tensa y se destensa para imprimir velocidad al movimiento rotatorio del papel.
De esta forma se pueden dar vueltas a muestras biológicas a miles de revoluciones por minuto, suficiente para separar el plasma de la sangre en 90 segundos, un proceso necesario para detectar enfermedades infecciosas.
Del laboratorio de Prakash también ha salido otro invento que alcanzó una gran resonancia mediática en su momento. Es un microscopio de papel llamado Foldscope. Un dispositivo basado en la técnica origami y que pretendía servir como instrumental médico. Su precio estaba acorde con la filosofía de Prakash: menos de un euro.