Un día decidió dejar su trabajo formal para viajar por el mundo y cumplir sus sueños. Ya ha conocido 24 países, desde marzo de 2015. Se financia a cambio de hacer labores que nunca antes se imaginó realizar.
Hace tres años yo era un abogado que trabajaba para una de las firmas más prestigiosas de Colombia. Estaba empezando una carrera, quizás prometedora y con un gran futuro. No obstante, en el fondo de mi ser, sabía que no me apasionaba. Tomar la decisión de renunciar no fue tan fácil. Nuestra sociedad nos siembra temores y prejuicios desde pequeños. Siempre nos dicen que debemos tener buenas notas en el colegio; ir a la universidad y estudiar una carrera seria y respetable; conseguir un buen trabajo, una pareja, casa, etcétera. ¿Qué pasa si no hacemos eso?
Cuando renuncié a mi puesto, la primera preocupación de mis padres fue si iba a poder conseguir otro trabajo ya que “la situación no estaba fácil”. Pero yo no quería un trabajo en ese momento y dudar sobre si podría conseguirlo era también dudar sobre mis capacidades. Claro que podría conseguirlo; no lo dudé en ese entonces y no lo dudo hoy tampoco. Pero preferí otro camino. Cambié mi traje y corbata por un par de camisetas y pantalones y mi casa por una mochila.
Empecé a viajar en España y, a medida que pasó el tiempo, descubrí formas de hacer que mis ahorros duraran un poco más de lo pensado. Mi presupuesto inicial de 6-9 meses se extendió a 15 meses y me di cuenta de que era posible ahorrar en alojamiento, comida y transporte.
Hoy en día hay muchas páginas y aplicaciones que te permiten ahorrar en este tipo de cosas, pero les voy a contar sobre mi experiencia con una en particular: HelpX.net. Esta plataforma te permite trabajar unas horas al día en el lugar que deseas ir, a cambio de alojamiento y comida. Gracias a HelpX, no sólo ahorras, también aprendes nuevas cosas.
Por ejemplo, en Tailandia trabajé en una finca construyendo casas con bambú y madera, algo que nunca había hecho y que jamás me imaginé que iba a hacer. Durante las mañanas, antes de empezar a trabajar, el monje de la finca nos llevaba a meditar y luego a desayunar. Así empezábamos cada día con buena energía y mentalidad positiva. Todos los días, de 8 a.m. a 12 m. debíamos trabajar para ayudar a mejorar la finca y a cambio recibíamos alojamiento y tres comidas.
En Nueva Zelanda, trabajé construyendo la entrada para una casa de campo en un sitio llamado Te Anau. Esta casa pertenecía a una pareja de edad que necesitaba ayuda para renovar su propiedad. También arreglé su jardín, podándolo y sembrándolo. Fue una gran experiencia porque así logré conocer más sobre la cultura de Nueva Zelanda. Cada noche, la señora nos cocinaba comida típica de su región y nos contaba historias sobre su país. Además, la casa quedaba al lado de uno de los senderos más hermosos en la isla sur de Nueva Zelanda y pude escalarlo fácilmente gracias a ello. A cambio de mi trabajo, recibí alojamiento y tres comidas.
Trabajé en un hotel en Milford Sound, también en Nueva Zelanda, cumpliendo distintas labores. Algunos días debía arreglar las habitaciones y zonas comunes; en otras ocasiones, limpiar los baños y duchas del hotel. Este trabajo resultaba agotador ya que era a diario y el lugar muy grande. También trabajé lavando platos cuando estaba en cocina. Gracias a esto, aprendí a valorar el trabajo de quienes realizan estas labores. Nunca, en mis cinco años de carrera de derecho, llegué a pensar que iba a terminar limpiándole los baños a alguien más. Claro, cuando te meten en la cabeza que vas a ser un profesional exitoso, no piensas que te vas a “rebajar a ese nivel”. ¿Cierto?
Realizar este tipo de labores fue algo que me ayudó a seguir viajando y cumplir mi sueño. Además de todo, trabajar aquí me permitió tomar cruceros y kayaks gratuitos con delfines alrededor, de Milford Sound, uno de los lugares más hermosos del mundo.
He vivido estas y muchas más experiencias gracias al trabajo a cambio de alojamiento y comida. Actualmente, llevo viajando más de dos años y cuatro meses, desde que me fui de Colombia. He pasado por 24 países, desde marzo de 2015, y sé que puedo seguir viajando más. No cuento con patrocinios y nadie me está financiando este viaje. El dinero con el que viajo ha sido producto de mi trabajo como abogado en Colombia y de mis trabajos casuales o por internet mientras viajo. Gracias a este tipo de plataformas, puedo hacer que dure un poco más.
Si debo limpiar unos cuantos baños, lavar platos o reparar cosas (por cierto, no soy muy bueno en ello) para alcanzar mi sueño de viajar, entonces lo haré. Es un precio muy pequeño que no me importa pagar para ser feliz. Espero que este artículo motive a más de uno a perseguir sus sueños, por muy locos que parezcan. Y no se olviden que todo trabajo es digno.