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Paraísos oceánicos creados por el hombre
Sábado, Noviembre 1, 2014 - 08:16

La idea surgió en Europa y se propagó por todo el mundo. Con el fin de aumentar el flujo de turistas e impulsar el desarrollo económico, decenas de países desarrollados le apostaron a la creación de playas artificiales.

Competir con la naturaleza parece imposible. Imitar sus aguas, colores y biodiversidad es un trabajo quimérico. Pero hay docenas de ciudades que se las han arreglado para construir verdaderas zonas de ocio con las características de las mejores playas del mundo.

Las razones: evitar el traslado de los residentes a lugares lejanos donde hay mar, atraer la llegada de nuevos turistas y fortalecer el desarrollo económico y productivo de las regiones. Así, han edificado litorales, espacios para practicar kayac o vela y escenarios deportivos y culturales, así como carriles para ciclistas y patinadores.

La fiebre por imitar las maravillas de la naturaleza empezó en las principales ciudades de Europa y se ha ido propagando por todo el mundo. En Asia se destaca el imponente Seagaia Ocean Dome, ubicado 1.500 kilómetros al sur de Tokio. Se caracteriza por tener un techo retráctil y la playa artificial más grande del mundo, con 14.000 toneladas de agua y otras 600 de arena.

En Medio Oriente está Al-Mamzar Beach Park de Dubai, una ribera paradisiaca que cuenta con casas de veraneo, zonas de picnic, toboganes, piscinas múltiples y todo tipo de restaurantes.

En Latinoamérica, México y Chile se destacan por estar a la vanguardia, ya que han recuperado y transformado constantemente sus espacios públicos para fomentar el divertimento de pobladores y visitantes.

Son lugares que logran mezclar lo mejor de los dos mundos: el paisaje de las costas naturales con la tecnología y la innovación de la mente humana.

San Alfonso del Mar

En la región de Valparaíso (Chile) se encuentra la que es considerada la piscina más grande y hermosa de Latinoamérica: San Alfonso del Mar.

Esta playa, que visualmente se funde con el mar, tiene una extensión de un kilómetro de largo, ocho hectáreas y 250 millones de litros de agua, que en verano pueden conservar una temperatura que llega a los 25°C.

Paris Plage

Los veranos en la ciudad luz se transformaron desde que nació el Paris Plage, un evento en el que se cubre con 5.000 toneladas de arena la costa del río Sena entre mediados de julio y finales de agosto de cada año.

En medio de palmeras, piscinas, reposeras y parasoles, ubicados en pleno centro histórico, los parisinos y turistas disfrutan a cuerpo de rey de las mejores actividades culturales.

En versiones anteriores, el Museo del Louvre ha expuesto reproducciones de cuadros como La Baigneuse d'Ingres y las entidades gubernamentales han fomentado juegos de fútbol y voleibol. Además, es posible tomar clases de baile, patinar o pasear en bicicleta y en la noche disfrutar de conciertos en vivo con los mejores exponentes de la música contemporánea.

Nottingham Riviera

La plaza histórica del centro de Nottingham (Reino Unido) se transforma en una verdadera playa urbana.

Las calles de antiguas edificaciones son cubiertas con 300 toneladas de tierra, sobre las cuales se instalan sillas, redes de voleibol, bares al aire libre y atracciones de feria.

La ciudad de caracteriza por realizar, cada día del verano, espectáculos de magia, conciertos y concursos entre los visitantes.  Se ha convertido en un lugar ideal para que los ingleses entrenen antes de pasar sus vacaciones en las costas mediterráneas.

Tropical Islands

La municipalidad de Krausnick, ubicada a 37 km de Berlín (Alemania), se ha hecho popular por tener con un ‘centro de ocio tropical’, un gigantesco balneario que fue construido en un hangar de la compañía Cargolifter AF.

El objetivo de sus creadores fue imitar el paisaje del Caribe: llevaron árboles y plantas de Sudamérica y a sus alrededores adecuaron playas, pozos para nadar, toboganes, bares y restaurantes.

Islands Brygge

El antiguo muelle de la zona industrial de Copenhague (Dinamarca) fue convertido en un espacio perfecto para el divertimento. Allí llegan centenares de jóvenes con el objetivo de lanzarse desde gigantescas escalinatas de madera para caer en  aguas naturales, mientras los adultos y los pequeños se divierten en las piscinas aledañas.

 

Autores

El Espectador