Poco conocida en Europa, la pintura en Duchamp no se ha mostrado nunca antes relacionada con sus fuentes e influencias, subrayó en una entrevista la comisaria Cécile Debray, que reunió hasta el próximo 5 de enero un impresionante conjunto de 350 piezas.
La obra pictórica de Marcel Duchamp (1887-1968), venerado inventor del "readymade" y teórico asesino de la pintura, considerado uno de los más grandes artistas del siglo XX, centra la gran exhibición otoñal que este miércoles abre sus puertas al público en el Centro Pompidou.
Poco conocida en Europa, la pintura en Duchamp no se ha mostrado nunca antes relacionada con sus fuentes e influencias, subrayó en una entrevista la comisaria Cécile Debray, que reunió hasta el próximo 5 de enero un impresionante conjunto de 350 piezas.
De ellas un centenar fueron creadas por el artista nacido en Normandía, en el noroeste francés, en su mayoría procedentes del Museo de Arte de Filadelfia y de colecciones privadas también estadounidenses, nacionalidad que adoptó en 1955.
Junto a óleos claves como "Nu descendant l'escalier nº 2" (1912), que supuso la ruptura con el cubismo, París exhibe otras obras maestras de la historia del arte, como la "Venus" (1532) de Lucas Cranach El Viejo, fuente de inspiración esencial para Duchamp, y varios grabados de Durero de 1538, también claves en su trayectoria.
Creaciones de Odilon Redon, Matisse, Brancusi o Picasso, y por supuesto de Manet, con quien compartió su visión del erotismo, el arte y la mirada, destacan junto a fotografías, juegos, documentos, notas manuscritas, tratados científicos, estudios sobre el espacio y el movimiento, "cronofotografías" de Marey y filmes mudos.
Tras la última retrospectiva de Duchamp en París, también en el Centro Pompidou, en 1977, Debray creyó llegado el momento de mostrar ese aspecto de un "artista representado esencialmente en los museos europeos por las reediciones de sus "readymade", sus piezas de 'arte encontrado' que marcaron su ruptura oficial con la pintura.
Mitos fundadores del arte del siglo XX, los "readymade" de Duchamp no podían estar ausentes por completo de la exhibición, cuya primera sala muestra una fotografía original de Alfred Stieglitz de 1917 con la primera y escandalosa "Fontaine" (Fuente).
Además del celebérrimo urinario de porcelana que revolucionó las vanguardias de su tiempo y se convirtió en una de las principales obras del siglo XX, se pueden contemplar "Rueda de bicicleta" (1913) y "Botellero" (1914), sobre todo "en función de las sombras proyectadas que hay que dar a ver al público", explica Debray.
La comisaria previene, sin embargo, que "no son en absoluto una oposición a la pintura". Todas tienen una inscripción, y Duchamp dijo claramente que el "readymade" es una cita entre un momento dado, el que elige un objeto, el objeto en sí mismo y una inscripción", un texto.
"Es, pues, un gesto poético, no solo un gesto iconoclasta, y se tiende a olvidar ese aspecto", recalca la comisaria, quien para paliar ese olvido muestra de manera globalmente cronológica sus cuadros, desde los años fauves, hasta el cubismo, la cronofotografía y las obras en perspectiva y sobre la descomposición del movimiento.
Se trata de vislumbrar cómo Duchamp abrió la disciplina de la pintura a otras referencias y registros y comprender mejor "el camino que le llevó hasta su obra cumbre final", en la que trabajó desde 1912/1913 y que en 1923 declaró inacabada: "Le Grand Verre (La Mariée mise à nu par ses célibaires, même".
"Especie de iconografía sobre la lucha del amor" de la que se muestra una réplica. Obra transparente "que finalmente aborda un tema muy clásico, pero aquí expresado en un idioma por completo original, con extraños elementos 'organomecánicos' que mezclan a la vez vísceras y mecanismos", destaca Debray.
Sendas reproducciones de diferentes dimensiones de la "Gioconda" de Duchamp de 1919 abren y cierran la exposición, que antes de llegar a su primera sala introduce al visitante en el universo duchampiano con una enorme ampliación de la fotografía den Man Ray "Ciné-Sketch: Adam, Ève" (1924).
Obra protagonizada por el propio Duchamp en Adam desnudo que oculta ya su sexo con relativo pudor, junto a una serena Eva (Bronia Perlmutter), pese a tener sobre su cabeza la amenazante serpiente.
* Crónica EFE