Las generaciones más jóvenes no muestran interés en convertirse en artesanos ni hacer de esto su trabajo.
Tres mujeres de mediana edad se sientan en una colchoneta al frente de la tienda Batik Merak Manis en la aldea Laweyan Batik en Surakarta, Indonesia. En sus regazos, hay casi dos metros de tela desplegada.
Sumergen el canting de metal (una herramienta para dibujar patrones de batik con un contenedor para cera) al interior de una sartén caliente en la que se derrite la cera.
Mulyati, Sumiati y Widiastuti pintan la tela con el canting. Una vez la cera está adentro del canting, soplan el utensilio. Y sus dedos se empiezan a mover hábilmente a medida que empiezan a hacer sus patrones.
“Es muy sencillo”, le dice Mulyati, de 62 años, a la Agencia Anadolu.
Mulyati aprendió a hacer batik cuando tenía ocho años de edad. Al comienzo, en sus manos se hacían muchas ampollas, pero su espíritu no se dio por vencido.
Durante su niñez, decía Mulyati, la aldea Laweyan Batik era una de las productoras más grandes de batik en Indonesia. Desde el siglo XIX, esta aldea ha sido conocida como la aldea batik. La mayoría de sus habitantes se convierten en comerciantes de batik.
En la década de los setenta, la industria estaba en un estado de incertidumbre por la venta de tejidos chinos tipo batik. La industria en el área de 25 hectáreas volvió a la normalidad. Por lo general, en cada tienda se encuentran al menos tres artesanos batik.
Desafortunadamente, no hay indicios de jóvenes artesanos.
“Mis hijos y nietos no pueden hacer batik. Tal vez son muy perezosos para aprenderlo”, dijo Mulyati.
Disfrutando del batik a través del “sabor”
La escasez de jóvenes indonesios que se convierten en artesanos batik probablemente no se deba a su amor por su cultura. Tal vez es debido a problemas financieros.
Trabajando siete horas al día y seis días a la semana, Mulyati gana solo 35.000 rupias al día, 840.000 rupias al mes, monto que aún se encuentra por debajo del mínimo establecido por el Gobierno de Surakarta, que es de 1.500.000 de rupias al mes. Mientras tanto, los artesanos jóvenes ganan ingresos aún más bajos, consiguiendo entre 30.000 y 32.000 rupias al día.
Por otro lado, la industria, que está en crecimiento, necesita productos más variados. En Laweyan, la producción del batik cap (el sello batik) y del batik sablon (la impronta batik) está incrementando gradualmente.
Mientras que un batik tulis (la técnica manual) requiere de unas dos semanas para producir 2,5 metros de tela, una pieza de sello batik o de una combinación de sus técnicas con el mismo tamaño de tela requiere únicamente de tres días. Entre tanto, con la impronta batik se pueden producir hasta 40 metros de tela.
Finalmente, los artesanos jóvenes deciden trabajar en el sector de la impresión tipo batik. Hay al menos 20 puestos de trabajo en la industria de batik en Laweyan, que incluyen coser, estampar, imprimir, distribuir y diseñar.
El presidente del Foro para el Desarrollo de la Aldea Laweyan Batik (FPKBL), Alpha Febela Priyatmono, aseguró que siguen en pie los esfuerzos para impulsar la técnica manual del batik en las generaciones más jóvenes. Por ejemplo, a través del Programa Tres Generaciones de Laweyan que se llevó a cabo en septiembre y en el cual se unían artesanos de tres generaciones, la generación de la tercera edad, los adultos y los adolescentes.
“Hoy en día muchos adolescentes están interesados en hacer batik”, dijo Alpha.
El presidente del foro agregó que, para que los jóvenes aprendan batik, no se deben limitar a ver la técnica. También se les puede inculcar a través de otros sectores como la educación y el turismo cultural.
Por tanto, el FPKBL quiere que la aldea Laweyan Batik siga siendo considerada como un sitio de herencia cultural, para que los turistas que visitan Laweyan puedan sentir una atmósfera cultural en la aldea batik.
“Podemos comprar y vender productos en una página web, pero para disfrutar el arte, deberíamos venir y disfrutar de su sabor en persona”, comento Alpha.
Salvando al batik de la extinción
El batik indonesio fue anexado a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco el 2 de octubre de 2009. Ese momento se convirtió en un punto de cambio para la industria del batik.
Existen cerca de 101 centros de batik, en su mayoría en Java Central, Java Oriental, Java Occidental y Yakarta. Todos ellos pertenecientes a empresas medianas independientes.
De acuerdo con la información del Ministerio de Industria, el número de trabajadores de empresas medianas independientes de batik llega a unas 15.000 personas.
En 2016, el valor de exportación de los productos de batik llegaba a USD 149,9 millones. En la primera mitad de 2017, llegó a los USD 39,4 millones (528 millones de rupias), siendo Japón, Estados Unidos y Europa sus principales destinos comerciales.
Aunque el número es alto, desafortunadamente las generaciones más jóvenes no muestran interés en convertirse en artesanos ni hacer de esto su trabajo.
El subdirector de la Agencia de Economía Creativa de Indonesia, Ricky Joseph Pesik, dijo que las nuevas generaciones están menos interesadas en la industria creativa del batik.
De dos millones de jóvenes, el 30% trabaja en la industria creativa pero difícilmente alguno de ellos se convierte en un artesano batik.
“El batik es como el café. Es ampliamente conocido, pero no es tan popular en el mercado global”, explicó Alpha.
Alpha explicó que hacer batik no se trata únicamente de dibujar patrones sobre una tela, es más como una serie de procesos.
Agregó además que lo más importante en este momento es mantener vivo al batik como un tesoro cultural indonesio de la Unesco y prevenir su extinción.
“Se debe producir, se debe usar y se debe educar”, concluyó el presidente del FPKBL.