Por Loreto Barril, Líder de retiro de Mercer.
Sólo en el último mes, se han presentado cinco proyectos –tres de acuerdo y dos de resolución- en el Congreso de Chile que proponen mejorar las condiciones de los adultos mayores.
Todas las iniciativas responden a una dura realidad en Chile, relacionada al envejecimiento de la población y la condición desprotegida a la que se enfrentan muchas personas de la tercera edad. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los mayores de 60 años representan el 13% de la población. De dicho grupo, un 9% vive en situación de pobreza o extrema pobreza y un 12,5% tiene problemas físicos y/o de movilidad.
Uno de los proyectos de acuerdo presentados busca crear residenciales para adultos mayores en las capitales provinciales del país, cuya estadía se financiaría con aportes del Estado y de los propios interesados. Otro de ellos propone la creación de una Subsecretaría del Adulto Mayor, que dependa del Ministerio de Desarrollo Social, que responda adecuadamente a las demandas de este grupo de la población. En tanto, el tercer proyecto pide que el pilar solidario de pensiones de vejez e invalidez, sea universal
Suma a estos proyectos de acuerdo, los otros dos de resolución. Uno de ellos solicita un seguro complementario de salud para pagar atenciones médicas, compra de bonos y medicamentos, mientras que el otro pide facilidades de transporte para que los adultos mayores participen en las “Vacaciones Tercera Edad” de Sernatur.
Todas estas iniciativas reflejan, sin duda, una real preocupación de los parlamentarios por mejorar las condiciones de pobreza y precariedad en la que vive hoy un importante número de chilenos.
Por otra parte, muchos adultos mayores, después de haber trabajado durante toda una vida, se han dado cuenta que las pensiones que reciben no les alcanzan para vivir con un mínimo de dignidad y a veces ni siquiera alcanzan para cubrir sus necesidades básicas. Esta situación puede tener origen en varios temas, tales como baja densidad de cotizaciones, evasión del pago de cotizaciones, aumento en las expectativas de vida, períodos de cesantía, períodos de trabajo como independientes, u otros.
Sin embargo, tanto los proyectos de acuerdo como los de resolución son sólo proposiciones que hacen los diputados. Es posible que estas iniciativas no tengan mayores efectos ni consecuencias concretas, más allá de poner en el tapete las preocupaciones de quienes las presentan. Sólo en la medida de que se transformen en proyectos de ley, van a ser iniciativas que deban cumplir con el trámite legislativo, que la pueda llevar a convertirse en una ley.
Las buenas intenciones no bastan. No queremos “mucho ruido y pocas nueces”. Es necesario que el Congreso tome la firme decisión de apoyar no sólo a los grupos socialmente más vulnerables, sino que también debe tener una mirada de futuro y procurar hoy las bases para una sociedad formada en un número importante por adultos mayores que participarán de todos los ámbitos de la sociedad.
La historia debe ser finalmente una lección aprendida. Hoy vemos que el nivel de información que las personas tienen sobre el Sistema Previsional es “precario”. Educar adecuada y oportunamente a la población debe ser otro de los temas relevantes a tratar, ¿y por qué no hacerlo en la etapa final de estudios de nuestros jóvenes, antes de iniciar su vida laboral?
Para que los nobles propósitos se transformen en logros y mejores condiciones para nuestros adultos mayores, todo lo que hagamos hoy puede hacer la diferencia mañana.