Crítica y descreída, aunque no alejada del humor, la revista dio cuenta de la ebullición sociocultural de España. Haciendo lo propio luego con el ritmo europeo y también con la aldea global.
Siempre atenta a temas nuevos, la revista Ajoblanco corrió entre 1974 y 1999 constantemente la frontera en torno a lo pensable del sistema social, político e histórico. A veces con debates densos y en otras con un desparpajo fresco.
Para sus seguidores, la publicación fue sinónimo de libertad, debate, apertura de mente y tolerancia. En dos épocas (entre 1974-1980 primero y entre 1987-1999, luego), el medio creado por jóvenes universitarios funcionó casi como un termómetro del fin del régimen franquista español y de la recuperación democrática en los años 70.
Crítica y descreída, aunque siempre sarcástica y con humor propio, Ajoblanco dio cuenta de la ebullición sociocultural de Barcelona, Madrid y España. Haciendo lo propio luego con el ritmo europeo y también con la aldea global.
La revista ocupa un lugar emblemático en la memoria cultural de varias generaciones de lectores. A lo largo de casi tres décadas y desde el final de la dictadura franquista hasta justo antes del cambio de siglo, la revista fue una especie de observatorio crítico sobre la vida pública española, algo así como un lugar para disentir de las imposiciones de cada época.
El Centro Cultural de España en Chile inauguró recientemente una exposición sobre la revista, oportunidad en la que durante una semana organizó diversas actividades junto a su fundador y director, Pepe Ribas.
Bajo el nombre “Revista Ajoblanco: Ruptura, contestación y vitalismo (1974-1999)”, el centro cultural propone un completo resumen museográfico que recorre la trayectoria completa de la publicación, rescatando materiales inéditos o de difícil acceso.
Entre ellos se encuentran reportajes, documentos y líneas de trabajo significativas para Ajoblanco, junto con testimonios y escritos producidos por una parte importante de sus protagonistas. La muestra permanece abierta hasta fines de enero del 2016.
En medio de todo eso, Ribas se da un tiempo para conversar en torno a cómo ve España hoy, hacia donde se encamina y cuáles son sus principales desafíos.
- La verdad es que leer las editoriales de la revista en los años 90 y ver a España hoy es como apreciar un continuo. Instituciones sin credibilidad, partidos políticos debilitados, por citar algunos hitos que ustedes anunciaban. ¿Por qué crees que no fueron escuchados en su momento?
- Porque el poder aun contaba con recursos para distribuir dinero. Durante mucho tiempo -como no sehizo la transformacion que se debió haber hecho- se inundó de mucho dinero público a las empresas, la cultura y los medios de comunicación, generándose una burbuja que, a finales de la década pasada, acabo en burbuja inmbobiliaria. Pero queiens vivíamos en la realidad, entendíamos que ese modelo era inviable en el mediano plazo.
Un país debe contar con una economía productiva, no es posible que todo sea sólo economía especulativa. La formación profesional no le interasaba a nadie, transformar la economía tampoco. Lenta pero claramente España cambió en su conversación desde "qué libro lees" a "qué marca llevas". Así, entonces, se veía venir que esa mirada superficial a la realidad, esa cultura hedonista, no tenía un buen final.
- ¿El momento en que llega ese shock en España es cuando termina la burbuja inmobiliaria, no?
- Todo se hace más notorio el año 2007, con la crisis financiera internacional y los bancos dejan de prestar dinero. Piensa que en España todo el mundo vivía del crédito. Las personas no llegaban con su presupuesto natural al fin de mes, entonces se pedían un crédito. Era algo normal y cotidiano. Tanto para el conusmo, parta viajar, para comprarse casas. Hasta que eso se rompió.
- ¿Y cómo se relaciona todo esto con el fin de Ajoblanco?
- Por una parte, en el mundo de los posibles lectores, en lo que podía esperarse como relevos generacionales, nos encontramos con que estaban muy metidos en este mundo hedonista, en el que las drogas de diseño ocupaban un lugar muy preponderante. Era una especie de reacción ante la impotencia de un sistema extraño y poco acogedor, se respiraba un intenso fracaso educativo, una constante frivolidad.
No había gente joven capaz de seguir el itinerario intelectual y creativo que había surtido a la revista.
Por otra parte, a finales de los 90 quiero dedicarme a terminar un libro que me sentía muy comprometido a terminar y, ante ello, se decide generar una especie de relevo periodístico, con gente joven a cargo de la revista. Pero no resultó. Esos años de hedonismo social generaron un clima muy complejo para la revista, tanto conceptual como periodísticamente, lo que redundó de manera obvia en una crítica situación económica. Se nos produjo un agujero de dinero que había que cerrar.
- ¿Cuál crees que es el mayor mérito de la revista?
- El habernos metido siempre en la realidad y contarla tal como la vimos, sin disfrazarla de ideología. Proponíamos un intenso valor libertario y eso nos permitía conversar con intelectuales de derechas y de izquierdas, desde Javier Marías hasta Eugenio Trías. Nunca nos casamos con nadie y estuvimos en todas partes. Nunca nos vendimos.
- ¿Y cómo aprecias el despertar social que se ve en España tras el 15M?
- Efectivamente, es un despertar social. Y juvenil. Fue como una recuperación de esa llama histórica de relación más social entre las personas, enfrentando este paradigma ególatra del que te hablaba antes. Fue también un remezón político. Todo parte hoy en España desde el 15M.
Hasta ese momento, que nace de una protesta social contra el bipartidismo sustentado entre el Partido Socialista Español y del Partido Popular, la alternativa era generar votos y escaños en blanco. Pero me llamó mucho la atención que las ideas que inspiraban este movimiento, se basaban en los planteamientos que hacíamos en la primera etapa de Ajoblanco.
Lo interesante es que con el 15M se está recuperando más el activismo político. Y, bueno, hay que seguir observando, está todo recién empezando, hay que mirar bien, escuchar, evaluar.
- A partir de eso, ¿cómo ves las alternativas al bipartidismo que se criticaba en el 15M? Mucho se habla de Podemos, por ejemplo, como una vía de renovación...
- Los veo en evolución, aún no me atrevo a opinar. Eso sí, las discusiones que he visto me han defraudado, la verdad. Creo que es gente muy de salón y de muy poca calle. Quizás Pablo Iglesias pueda dar aún un poco más, pero lo que he visto hasta ahora me sugiere un chico de departamento universitario.
- ¿Hacia dónde crees que va España hoy?
- La veo mal, en realidad. Los debates que veo no entusiasman. La sociedad funciona sola y con eso te das cuenta de que sobran políticos, sobran instituciones, sobran sueldos públicos. Lo que falta en España hoy es una evolución cultural y educativa, junto a un fortalecimiento de la economía productiva.
- Hay todo un desafío en torno al ejercicio del poder, finalmente...
- En lo personal, me he llevado siempre mal con el poder, no me soporta. Creo en el poder de la creatividad, en el de la fraternidad, ahí donde se comparten libertades. pero no en el de unos sobre otros.
- Y en ese sentido, ¿qué implican hoy izquierdas y derechas?
- No existen, no veo diferencias entre ambas. Hay gente que acepta la pluralidad y otra que no. Hay pugnas entre conservadores y liberales. Yo me declaro en permanente observación, soy un escéptico. Aún no se afecta al poder cultural, no se ve aún una transformación en ese sentido.