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Perdido en Berlín sin dinero en efectivo
Lunes, Junio 19, 2017 - 12:51

La capital alemana es una gran metrópolis que vive aún en la edad de piedra en lo que a medios de pago se trata.

"Cantando bajo la lluvia" es un grandioso musical y lo presentan en París, pero lo que nunca me imaginé es que yo mismo llegaría a representar el popular "baile bajo la lluvia", y menos en Berlín. Por supuesto que no fue exactamente lo mismo, ya que me faltó el detallle de la coquetería. Contrariamente al héroe musical interpretado por Gene Kelly, en ese momento yo no buscaba conquistar a ninguna mujer. Ya me había bastado con el taxista.
 
De esa forma empezó mi miseria. Es que esa noche llovió tan fuerte, como le sucedió a Gene en París, que me tocó salir estrepitosamente de un evento, abrir inmediatamente la puerta de un taxi y llevarme una gran decepción. De alguna manera, yo ya podía soportar que mi ropa se hubiera mojado un poco, pero lo peor fue cuando el taxista dijo que solo aceptaba dinero en efectivo. ¡Bum! ¡Esto no puede ser verdad! Con un evidente enojo tuve que salir del auto. Y con mi ropa, que ya estaba húmeda, me tocó quedarme bajo la lluvia. Me di valor y tomé otro taxi, pero esta vez tomé mis precauciones y pregunté con anticipación.
 
Seguí recibiendo la misma respuesta y seguí mojándome bajo la lluvia. Recién en el tercer taxi conocí a alguien que aceptaba los medios modernos de pago.
 
No confíes en los taxis de Berlín. En el 2015 el gremio de taxis de esta ciudad ya había acordado aceptar tarjetas como medio de pago. El tercer taxista que sí me llevó, me contó que él había reclamado contra la obligación de aceptar tarjetas. Él era algo así como el Robin Hood del gremio de taxistas, quien ve la maldad en la distribución del trabajo y quiere impedir, con todas sus fuerzas, cualquier otro medio de pago que no sea el dinero en efectivo.
 
Tanto rechazo a la civilización me desencajó en Berlín. En Washington, donde viví y trabajé como corresponsal, los taxis no son tan elegantes ni seguros, pero todas esas chatarras oxidadas que se hacen llamar "cab", cuentan con un lector de tarjetas.
 
Atención: una advertencia de viaje a todos los turistas en Berlín y a aquellos que quieran viajar para allá: quien anda sin efectivo, está perdido. Y no sólo me refiero en el uso de taxis. Muchos quioscos, restaurantes y clubes rechazan las modernas formas de pago. Incluido el Berhain, el club más popular de tecno que hay Berlín no quiere dejar de usar el trueque como medio tradicional de pago.
 
Berlín define su estatus de metrópoli de manera bastante arbitraria. Y esto no deja tranquila a la universidad privada Steinbeis de Berlín, pues se dieron cuenta de que el uso del dinero en efectivo cuesta mucho. En Alemania se gastan anualmente cerca de 5,7 mil millones de euros en su producción: contar el dinero, reunirlo y llevarlo al banco. ¡5,7 Millones! ¿Qué tienen en contra de las ridículas tasas de intereses por el uso de las tarjetas?
 
Billetes y monedas nos cuestan a todos 150 euros anualmente. Y ese dinero hace falta para otros proyectos. Un ejemplo de cálculo: ¿cuántos vasos de vodka se podría tomar un berlinés con esos 150 euros?
 
Eso último era solo una broma, pero por qué se vive esta realidad en Berlín, me pregunto yo. El motivo podría estar basado en una experiencia traumática. ¿Tendrá algo que ver con la pérdida del marco alemán de la DDR en el año 1990? No obstante, después de todo, se compensó el marco alemán con la moneda socialista de nuestros hermanos y hermanas del este. Y esto fue un trato de 1:1. Pero cuidado: Antes de eso ya vivían una hiperinflación y se había estancado la reforma del valor de la moneda. A este trauma se le suma, entonces, el miedo a la pérdida. No se espera ninguna terapia. Simplemente, en Berlín, no se prevé un buen panorama en el uso de tarjetas.
 
¿No lo convence el argumento mencionado anteriormente? Intentémoslo de otra manera. Si los argumentos económicos no le parecen poderosos, tal vez su salud si lo haga cambiar de opinión: un billete cambia de dueño decenas de veces a la semana. Entonces al berlinés solo le queda decidir: un medio moderno de pago distinto al efectivo o continuar con el pago en efectivo que conlleva la transmision de bacterias.

Autores

Gero Schließ/ Deutsche Welle