El balance anual de la organización, cerrado el pasado 1 de diciembre, añade que otros 52 periodistas fueron tomados como rehenes, de ellos 26 en Siria, 16 en Yemen y 10 en Irak, así como que uno está desaparecido, frente a los ocho del año pasado.
Reporteros Sin Fronteras (RSF) denunció que cifra de periodistas profesionales tras las rejas se ha elevado en 2016 hasta los 187, un 22 % más que el año anterior, lo que refleja una tendencia "dramáticamente al alza".
Si se suman los arrestos de colaboradores (15) y las de los llamados periodistas-ciudadanos o blogueros (146), la cifra total de periodistas encarcelados llega a los 348, un 6 % más que en 2015.
Entre los incrementos registrados se incluye el que se haya duplicado el número de mujeres encarceladas (21), lo que para RSF demuestra que cada vez son más las que ejercen ese oficio, pero también "el desastre en el que se ha sumido Turquía, que acumula la tercera parte de las detenidas en el mundo".
El balance anual de la organización, cerrado el pasado 1 de diciembre, añade que otros 52 periodistas fueron tomados como rehenes, de ellos 26 en Siria, 16 en Yemen y 10 en Irak, así como que uno está desaparecido, frente a los ocho del año pasado.
La prensa en los conflictos en Medio Oriente. Los 52 secuestros suponen nueve casos menos que en 2015, pero la ONG con sede en París recuerda que ese año registró cifras particularmente elevadas, con un incremento del 35 % respecto a 2014. Todos esos casos se dieron en zonas de conflicto en Oriente Medio y afectaron a varones, de los cuales el 89 % eran periodistas locales que a menudo trabajan por su cuenta "en condiciones precarias y muy arriesgadas".
El grupo yihadista Estado Islámico (EI), según sus cálculos, fue responsable de 21 de esos secuestros, atacando a periodistas que no son leales a su ideología fundamentalista y a aquellos que difunden información desde los territorios controlados.
Su resumen anual destaca además que Turquía se ha convertido en "la mayor prisión para los periodistas profesionales" debido a la caza de brujas que siguió al fallido golpe de Estado del pasado julio, con más de un centenar de encarcelamientos.
"Por lo general, basta con hacer alguna crítica al poder, o tener cierta empatía con el movimiento de (el predicador Fethullah) Gülen o el movimiento político kurdo, para que se envíe a un periodista a prisión, sin que la Justicia considere necesario probar su implicación en actividades criminales", dice la ONG.
China sigue siendo por otra parte la mayor cárcel para quienes se dedican a la información, con 103 periodistas encarcelados en total, y le siguen en ese listado negro Siria (28), Egipto (27) e Irán (24).
"Estos ataques han afectado el derecho a la información de millones de ciudadanos. Los principales problemas a escala internacional, como las cuestiones medioambientales y la lucha contra el extremismo violento, no pueden resolverse sin el trabajo esencial de los periodistas", insistió RSF.
La organización subrayó la urgencia de que los periodistas puedan realizar su trabajo en un ambiente seguro y de acabar con la impunidad de la que gozan los autores de estos ataques.
Ante los riesgos "cada vez más numerosos" a los que se enfrenta el sector, RSF reclamó de nuevo crear la figura de un "representante especial del secretario general de Naciones Unidas para la seguridad de los periodistas", que tenga capacidad de actuar con rapidez y legitimidad para coordinar los esfuerzos.