Los niveles de exclusión para personas con discapacidad, mujeres y jóvenes en el mundo del trabajo son cercanas a 50%, advierten agrupaciones civiles en el marco del Día Nacional por la Inclusión Laboral.
La inclusión laboral en México todavía está lejos de llegar a un nivel medianamente óptimo. Con siete de cada 10 personas con discapacidad desempleadas, apenas 55% de las mujeres dentro del mercado laboral y estados del país donde el empleo informal en los jóvenes llega a 80%, los retos siguen siendo insuperables.
Desde el 2013 el Senado de la República instauró el 27 de febrero como el Día Nacional por la Inclusión Laboral. El objetivo, explicaron entonces los legisladores, fue buscar el reconocimiento de las relaciones laborales, el respeto incondicional de los derechos humanos y la incorporación de las diferentes poblaciones en la vida productiva del país.
De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), las mujeres y las personas con discapacidad son los grupos que están más expuestos ante la “vulnerabilidad de un empleo digno”.
La inclusión laboral es la posibilidad de acceder “a nuevas y mejores oportunidades laborales, con una remuneración acorde al trabajo realizado; así como a prestaciones básicas por ley”, define la organización Valor por México.
Dos historias atípicas
Dentro del mercado laboral existen diversas formas de discriminación en contra de las personas con discapacidad, indica un estudio del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP). Esto se traduce “en serios obstáculos para el acceso, permanencia y desarrollo” en un empleo.
El documento destaca la importancia de fomentar políticas públicas para que esa población pueda tener oportunidades de trabajo. Por ejemplo, indica el INAP, el Servicio Nacional de Empleo (SNE) es una buena plataforma para lograrlo.
Juan José Martínez Mejía es un ejemplo de ello. Actualmente es el jefe de cocina de Joaquinos y Ramonas, un club de juego familiar. Consiguió su trabajo a través del SNE, su colocación duró un mes, aunque considera que pudo haber demorado más tiempo sino hubiese contado con apoyo.
Es invidente, su discapacidad fue adquirida después de ser víctima de un asalto hace 10 año, ese evento le cambió la vida. A pesar de ello, no se ha dado por vencido y continúa trabajando en el sector servicios, donde se empleaba antes de perder la vista.
“Hay muchas personas que piensan que por tener una discapacidad el mundo se les ha cerrado, no podrán hacer ya nada. Obvio, no se podrá hacer nada igual que antes, quizá con la misma velocidad, pero se puede hacer hasta mejor con un poco más de tiempo para lograrlo, pero eso sí, siempre se podrá”, dice Juan José Martínez al respecto.
Casos como el de Juan José Martínez o el del profesor Matías Alaniz Álvarez se vuelven noticia justamente por lo atípico que son. El año pasado el académico, quien nació con encefalopatía atetoide –trastorno conocido como parálisis cerebral—fue contratado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para dar clases en la Open University and Distance Education System (SUAyED) de dicha casa de estudios.
En los dos últimos años, 2018 y 2019, las condiciones de salud fueron la principal causa de exclusión laboral que atendió el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). En ese periodo atendió 92 quejas al respecto.
El derecho al trabajo es la segunda garantía más vulnerada en casos de discriminación, según el Conapred. El derecho a un trato digno y respetuoso ocupa el primer lugar.
Discriminación de las mujeres
Al cierre del 2019, sólo 45 de cada 100 mujeres tenían un trabajo remunerado, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Pero tener uno no les garantiza una inclusión plena. Más de 3.5 millones trabajadoras de 15 años y más han sufrido discriminación laboral de género, de acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
Menos oportunidades que un hombre para ascender, menor salario que sus compañeros por un trabajo igual o el mismo puesto y el impedimento para realizar tareas reservadas para los varones son las tres principales causas de discriminación reportadas.
Informalidad y juventud
De acuerdo con el Índice Global de Inclusión Económica, elaborado por la organización Valor por México, los altos niveles de exclusión laboral de mujeres y jóvenes fue uno de los principales hallazgos de su investigación para el ejercicio del 2019.
“Las condiciones de trabajo en México no son las adecuadas y no proporcionan un entorno idóneo para el desarrollo de habilidades y el incremento del bienestar”, advierten.
De acuerdo con datos de la STPS, la tasa de informalidad juvenil es de 62.2%, mientras que para la población general es 56.2%.
La tasa más baja de jóvenes en el mercado informal la tiene Chihuahua, donde 30% trabaja en ese sector, sin prestaciones ni seguridad social. Sin embargo, en esa entidad “existe un entorno poco amigable para la participación de las mujeres en la fuerza laboral”, revela el informe de Valor por México.
En Chiapas y Guerrero la tasa de empleo informal en los jóvenes “se dispara hasta casi 80%, lo cual evidencia la falta de oportunidades para esa población. Personas que deberían estar desarrollando habilidades para incrementar el valor agregado que ofrece a la economía, innovar y crear las nuevas tecnologías que las empresas necesitan, expresa la organización que midió por primera vez el desarrollo inclusivo en cada uno de los estados del país.
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