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Personas transgénero que envejecen son bloqueadas del Sistema de Salud estadounidense
Viernes, Noviembre 20, 2015 - 08:15

Los adultos mayores transgénero en Estados Unidos enfrentan dificultades en el sistema de salud, que incluso aumenta sus posibilidades de morir por enfermedades tratables. 

New America Media. En las zonas rurales del Noroeste del Pacífico, a 50 millas de la ciudad más cercana, vive un hombre que no quiere ser encontrado. Alcanzó la mayoría de edad en los años 1950s, cuando decir que te sentías atrapado en un cuerpo al que no pertenecías —se te identificó como mujer al nacer,  pero identificas como un niño, digamos— se miraba con consternación y confusión en el mejor de los casos y, en el peor, abuso brutal.

A los 14, sin sistema de apoyo a la vista, intentó el suicidio, deprimido por los cambios físicos que ocurrían en su cuerpo adolescente de mujer. A los 19, comenzó a tomar testosterona, comenzando la transición a la persona que él sabía que era realmente. Su familia le dijo a sus amigos que “ella” había desaparecido y luego lo presentaron como un primo que se había mudado al área.

Se casó, se convirtió en padrastro y se fue a vivir su vida como un hombre. Nunca le dijo a nadie de su pasado. Ahora en sus 70’s, sigue profundamente encerrado (incluso miembros de su popia familia no saben de su transición) y profundamente aislado (su esposa murió).

Una Generación Perdida

Reid Vanderburgh recibió una llamada hace 7 años del hombre, quien pidió a Vanderburgh —un terapeuta de 60 años, jubilado y escritor que es transgénero y ha trabajado con cerca de 500 personas en su transición de género— que lo ayudara a encontrar un doctor que no registrara su transición en sus notas médicas.

Incluso un rastro confidencial de papel sobre su pasado parecía muy aterrador para enfrentar. Vanderburgh eventualmente lo derivó con un médico y comenzó a visitarlo regularmente, haciendo el viaje de 160 millas desde Portland, Orgon, con su esposa, llevando provisiones y proveyendo una extraña hora de interacción social aquí y allá.

El hombre –cuya identidad Vanderburgh no ha develado a nadie- es parte de una generación perdida entre la población transgénero, incluso en una nueva era de visibilidad, donde Caitlyn Jenner es ampliamente alabada y en la que Transparent, una serie web de Amazon sobre un padre y profesor retirado se asume como transgénero, gana premios.

Ellos son los que hicieron su transición en los años 50s, 60s y los primeros años de los 70s –cerca de la época de las primeras botellas plásticas de Coca Cola aparecieron en las tiendas,  mientras John F. Kennedy era presidente, ocurría el escándalo de Watergate y mucho antes de los avances de técnicas quirúrgicas para cambio de sexo.

Esto fue antes de que transgénero fuese una palabra en el lexicón americano; nunca se llamaron a sí mismos transgénero ni se atrevieron a asociarse con aquellos que lo hacían. Ellos inventaron historias sobre sus vidas, avanzaron y obtuvieron nuevos trabajos. Los investigadores, lo llaman “ir sigiloso”. Ahora permanecen aislados de la comunidad LGBT: No se pueden encontrar en reuniones de comunidades ni desfiles del orgullo, y no aparecen en las encuestas o estudios de investigación.

Christine Jorgersen y los 1950s

Se puede encontrar evidencia de operaciones de cambio de sexo desde los comienzos de los años 20s en Europa, pero no fue hasta los 50’s que aparecieron en Estados Unidos. En 1952, un veterano de la Armada del Bronx, llamada Christine Jorgensen se convirtió en la primera ampliamente conocida mujer transgénero de Estados Unidos.

Nacida como George Jorgensen, Christine se sometió a una cirugía en Dinamarca y fue noticia en el momento en que descendió de un avión a su regreso (“Ex-GI se convierte en Belleza Rubia”, dijo el Daily News de Nueva York en su primera pagina en 1952). Pronto, clínicas de identidad de género se abrieron en Estados Unidos en universidades de ambas cosas, ofreciendo evaluaciones, terapia de hormonas y cirugías de cambio de sexo.

Pero la discriminación contra la gente transgénero se mantuvo desenfrenada. Incluso los médicos que realizaron cirugías de cambio de sexo, lo presentaron como un tratamiento para llevarte de un género al siguiente (sobre todo hombre a mujer).

Después de la cirugía, se esperaba que desparecieras en tu nuevo cuerpo, si querías vivir una vida feliz y productiva. Socializar con otros transgéneros o incluso hablar sobre la transición era desalentado. En cambio, mezclarse en la sociedad era enfatizado. Así, los miles que se sometieron al procedimiento en ese tiempo terminaron yendo “sigilosos” por la mayor parte de sus vidas.

Los que intentaron vivir más abiertamente fueron  apaleados a menudo. Marc (pidió que su nombre real no fuese utilizado para proteger su identidad), un sicólogo clínico que trabaja en Los Angeles, tuvo su transición en 1979 a los 20 años. Unos años más tarde, Marc comenzó a salir en la comodidad de una comunidad dirigida por dos activistas trans, Jude Patton y la Hermana Mary Elizabeth Clark, en el condado de Orange, California.

Formaron grupos de apoyo y también organizaron fiestas de piscina y barbacoas con una amplia formación de personas no conformes con su género en todas las etapas de su transición. Pero después, un evento horroroso convenció a Marc  que sería mejor desaparecer.

En 1986, su mejor amigo, un hombre transgénero, recibió un disparo mientras se duchaba por el ex marido descontento de su novia. El asesino testificó en el juicio que "una persona que parecía ser un hombre sin pene o testículos me gritó, diciéndome que largara de su casa, amenazándome, y yo tenía una escopeta en la mano".

Traumatizado, Marc se retiró y “fue sigiloso” durante más de una década. No fue sino hasta finales de los 90 que volvió a salir y se dio cuenta que se había convertido, de alguna manera,  en la persona transgénero más vieja conocida, y que no había nadie hablando de los problemas de salud que enfrentan las personas mayores transgénero.

En los últimos años, ha estado educando a los proveedores de atención LGBT sobre el tema, concientizando de las necesidades especiales y el mayor riesgo de abuso y negligencia que esta población enfrenta en lugares como centros de vida asistida.

"Las personas trans no tienen familias de origen. Ellos no tienen cónyuges, familiares o hijos ", dice. "Si usted no tiene esas personas que abogan por usted, usted es mucho más probable de ser abusado de una institución de ayuda parcial o casa de reposo".

Su mayor miedo se volvió realidad

Para este grupo altamente marginado, la idea de ir a una instalación de ayuda parcial es una pesadilla. El peor miedo de Michelle Evans sobre las instituciones de cuidado se volvió realidad después de tener su transición.

Evans, una mujer transgénero de 59 años de Orange County, California, supo desde joven que su cuerpo y su mente estaban en desacuerdo, sin embargo le tomó casi una vida –más de 50 años- para terminar su transición. Cerca de un año después de hacerlo, se quebró ambas piernas en un accidente y fue forzada a quedarse en un hogar de ancianos después de la cirugía. Excepto que ningún hogar la recibiría, dice.

Cuando finalmente encontró una que lo haría, insistieron en colocarla en la sala de hombres. Evns protestó y eventualmente terminó con su propio cuarto, pero cuenta que el doctor a cargo le dijo que identificarse como una mujer estaba “mal”.

El doctor eventualmente cortó el tratamiento de hormonas de Evans e incluso, en un ataque en picada, le quitó los anticoagulantes que necesitaba después de la cirugía. Pronto, Evans desarrolló coágulos peligrosos en sus piernas. Un amigo finalmente intervino y lo devolvió al hospital, donde le dijeron que tenía solamente 24 horas de vida –los coágulos habían llegado a sus pulmones.

Sobrevivió, pero la experiencia la dejó traumatizada. “Cambió la forma en que veo a los doctores". Y no solo a ellos. "No las veo (a las instituciones de cuidado) como un lugar seguro, sino un lugar donde soy apartada de las personas y donde pueden hacer lo que quiera” (también terminó demandando al doctor por sus malas prácticas; se llegó a un acuerdo a favor de Evans).

Estudio: No hay confianza en el sistema de cuidados

En 2013, Tarynn Witten, profesor en el Centro para el Estudio de la Complejidad Biológica en la Universidad Virginia Commonwealth University (VCU), condujo una encuesta que investiga enfermedades crónicas y asuntos del final de la vida en transgéneros de la época del “baby boom”.

39% respondió que no tenían ninguna o poca confianza en ser tratados con dignidad y respeto como una personas transgénero por los profesionales de cuidados de salud al final de sus vidas.

“No quiero depender de extraños del área médica que tienen poca o ninguna experiencia ayudando a personas con cuerpos como el mío”, respondió uno de los encuestados.

"El día que yo necesite un cuidador, voy a poner en práctica mi plan de suicidio al final de la vida", declaró otro.

"Este es un grupo de gente que sospecha mucho, porque han sido abusados, y uno de los principales abusadores es el sistema de atención de salud", dice Witten, quien hizo la transición en los años 90. "La violencia y el abuso es un tipo de radiación en el fondo de nuestras vidas."

También tiene un severo efecto de goteo en la salud: Evitando profesionales de la salud, estas personas se exponen a un mayor riesgo de morir a causa de condiciones normalmente tratables, como la presión arterial alta y la diabetes.

De hecho, los estudios han confirmado que los adultos mayores transgénero sufren niveles mucho más altos de depresión, discapacidad y soledad que los adultos mayores no transgénero: 71% de los adultos mayores transgénero han considerado quitarse la vida, en comparación con sólo el 3,7 por ciento de la población general de Estados Unidos.

Los grupos de defensa y los investigadores están cada vez más conscientes de los desafíos únicos que enfrentan por un envejecimiento de la población transgénero. Por ejemplo, Servicios y Defensa de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales Ancianos, o SAGE (por sus siglas en inglés), la única organización LGBT nacional del país que se concentra en el envejecimiento, publicó un informe en 2012 sobre la mejora de la vida de los transexuales adultos mayores. Witten también ha introducido un curso sobre medicina transgénero en VCU, que comenzará este semestre que viene.

Lidiando con estigma

Sin embargo, los pacientes también tendrán que ser mejores defensores de la salud. Walter Bockting, co-director de la Iniciativa de Salud LGBT y profesor de psicología médica en la Universidad de Columbia, dice que el éxito en la vida posterior de las personas trans puede depender en parte de una mayor interacción con los miembros de su comunidad única.

"Las personas que tienen más apoyo y están conectadas a otras personas transgénero les va mejor", dice. "Ellos están en mejores condiciones para hacer frente al estigma y la discriminación que está ahí fuera."

Evans, que se ha recuperado en su mayoría de su terrible experiencia (no hay daño permanente en su  pierna), está tratando de ayudar a facilitar estas conexiones cruciales. En cada tercer viernes de cada mes, ella lidera  un grupo llamado Arcoíris TG, que se reúne en la Iglesia de las colinas de Santa Ana, una de las ciudades más grandes en el Condado de Orange.

Viniendo  de toda la región, los miembros se sientan en sillones coincidentes, compartiendo galletas caseras y las historias de sus vidas pasadas y actuales.

Las reuniones incluyen a las personas transgénero en todas las etapas de su vida: el hombre que creció en el Medio Oeste sabiendo que él era diferente durante 58 años y, finalmente, tuvo su transición a los 70; la persona que se identifica como una mujer en el interior, pero no se siente cómoda de vestirse como una, excepto en estas reuniones; el estudiante universitario de 20 y tantos años, que está allí con su madre y dice que finalmente ha hecho una cita con un endocrinólogo para comenzar el proceso.

"La única cosa que necesitas para la transición es a ti mismo", dice Evans. Todos asienten de acuerdo.  A casi 1.000 millas de distancia, Vanderburgh se prepara para una visita de fin de semana al hombre trans “en sigilo”, al que le ha estado llevando provisiones durante cerca de una década.

Vanderburgh desesperadamente quiere llegar a más personas transgénero como él. Está considerando poner un anuncio en la revista de la AARP. Pero por ahora, mientras conduce para ver a su amigo, algo más simple y más inmediato está en su mente: ¿Qué pasa si llega a los escalones de la entrada con las bolsas de comestibles en la mano y el golpe en la puerta de entrada queda sin respuesta?