La investigadora ya desarrolló un diagnóstico serológico (vía suero sanguíneo) que confirma la enfermedad, también llamada "verruga peruana", en corto tiempo.
Andina. Giovanna Mendoza Mujica es bióloga del Instituto Nacional de Salud (INS) de Perú, entidad que acaba de cumplir 120 años. Gracias a su interés por mejorar el diagnóstico de la enfermedad de Carrión, la más antigua del país y que aún cobra vidas, obtuvo un financiamiento de Grand Challenges Canadá, por medio del concurso Ideas Audaces, para desarrollar un método que confirmara la enfermedad en corto tiempo.
Es quechua, por su sangre corren genes incas que hicieron de ella una bióloga por naturaleza. Sus primeras imágenes infantiles están asociadas a la felicidad por la existencia. A Giovanna le gustaba recoger flores, olerlas, mirar el camino del juego y encontrarse con bichitos que le contaban cómo vivían. La observación se convirtió en un oficio que la ayudó a salvar vidas.
Hoy trabaja en el Instituto Nacional de Salud (INS) como importante investigadora que ha colocado en la vitrina de la salud pública la atención a la enfermedad de Carrión o verruga peruana, como se le conoce también.
Luego de viajar por varios distritos y caseríos del país, Giovanna encontró lugares en los que había niñas y niños pálidos, con llagas profundas en el rostro. Grande fue su sorpresa al constatar que en el Perú, en pleno siglo XXI, la enfermedad de Carrión no era ninguna sombra del pasado.
“Tienen esa enfermedad porque los profesionales de la salud no hacen un buen diagnóstico, desconocen que la causa una bacteria, la Bartonella bacilliformis, y no la reportan por eso”, comenta al diario El Peruano.
Giovanna es cusqueña, y siempre se interesó por la salud de las personas. Ella recuerda que fue por una familiar, que era bióloga, a quien admiraba por su inteligencia, que le interesó esa profesión, lo cual significó para ella una llave para liberar su vocación de servicio.
La misión
En la actualidad, su misión es acabar con la enfermedad de Carrión. Ya encontró que las poblaciones de las zonas endémicas de Áncash, Piura, en Huancabamba, los que habitan en la selva alta, en los valles y quebradas interandinas o en La Libertad, en Huamachuco, no cuentan con agua ni electricidad, ni tampoco con una vivienda que los proteja.
“Imagínese lo que puede pasar con los miembros de una familia si solo uno de ellos tiene este mal que afecta los glóbulos rojos, destruye el sistema inmunológico y el paciente llega a padecer un cuadro de anemia tan severo que la muerte ronda la casa sin pudor”.
Felizmente, su obsesión por esta enfermedad se convirtió en un proyecto que recibió un financiamiento de US$ 100.000 dólares, gracias al cual ya desarrolló el diagnóstico serológico (de suero sanguíneo), que confirma la enfermedad en corto tiempo, y ahora capacita a personal de salud para realizarlo.
Observación y creatividad
Su historia laboral está ligada al Ministerio de Salud; hace 32 años trabaja allí y reconoce que para ser bióloga hay que ser muy observadora, creativa, curiosa, paciente y muy apasionada.
“En un esputo, por ejemplo, puede encontrarse información de una persona, la que uno no imagina. Soy científica; esta profesión está ligada a la vida. Felizmente, hoy se valora, y podemos desarrollarnos en sectores como Ambiente o Minería”, afirma.
Para esta bióloga, entregar parte de su vida, su esfuerzo, para asegurar que un ser humano viva, es un honor. Es un servicio que brinda sin esperar nada a cambio.
*La imagen corresponde a una escultura peruana, homenaje al Dr. Daniel Alcídes Carrión, quién se autoinfectó con la bacteria Bartonella bacilliformis para estudiar la evolución de la enfermedad y murió a raíz de ello. Muestra una versión idealizada de las pústulas/llagas que produce el mal.