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Perú, mucho más que la tierra de los incas
Domingo, Agosto 10, 2014 - 11:35

Bajo el lema "En busca de las fuentes del Río de las Amazonas. El misterio de la danza de los cóndores", 203 jóvenes de 21 países de Europa y América han podido descubrir, en la vigésima novena edición de la Ruta BBVA, que Perú es mucho más el centro del Tahuantinsuyo, aquel ingente imperio incaico que abarcó territorios de Ecuador, Bolivia, Colombia, Chile y Argentina.

Quizá fuera una casualidad, o simplemente un acertado cierre de peregrinación. Lo cierto es que la vigésima novena edición de la Ruta BBVA concluyó su periplo de 18 días en tierras americanas en un parque limeño, situado en el distrito de San Juan de Lurigancho, el más habitado de la capital, con cerca de un millón y medio de habitantes, y el lugar más quechuahablante de todo el país por la concentración de pobladores de diversas provincias peruanas.

Las danzas y expresiones folclóricas pusieron sobre la mesa, una vez más, el debate sobre la importancia de los viajes y el conocimiento de otros pueblos para abrir la mente.

"Me parece muy curioso y me encantan... las palabras. Que una palabra en Colombia significa una cosa, en Argentina otra, en España otra. Conocer, ampliar tus horizontes, conocer más a fondo de algo”, declaraba a Efe Natalia Lora, una rutera colombiana durante una de las etapas peruanas, en la que confesaba que el mayor tesoro del camino era “el encuentro de culturas”.

Marta Barba, procedente de España, reconocía que era su primer viaje a Suramérica y lo veía como un “cambio enorme”: "No tiene nada que ver con la cultura o el estilo de vida que tenemos en Europa. Convivir con gente de distintos países te enseña mucho. Estamos siempre preguntando cómo es esto o cómo se dice. Se ríen mucho al nombrar algunas palabras porque para ellos significa otra cosa. Aprendes mucho de la gente, hablar con ellos, es una experiencia increíble".

Perú y España fueron los dos países elegidos para esta edición de la Ruta BBVA, un programa académico-cultural creado y dirigido por el veterano periodista y aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo, que la Unesco declaró de Interés Universal en 1990.

Este año, bajo el lema "En busca de las fuentes del Río de las Amazonas. El misterio de la danza de los cóndores", 203 jóvenes de 21 países de Europa y América han podido descubrir que Perú es mucho más que “solo” el centro del Tahuantinsuyo, aquel ingente imperio incaico que abarcó, además, territorios de los actuales Ecuador, Bolivia, Colombia, Chile y Argentina.

Los expedicionarios han tenido acceso a conocimientos sobre culturas preincaicas, como la de los paracas, los nazcas, los huari o los collaguas; a la rica gastronomía, que tiene su referente en su “estrella” internacional Gastón Acurio pero cuyas bases están arraigadas en la “pachamama” (madre tierra); a emprendimientos culturales, que pretenden cubrir los huecos dejados por las políticas estatales; y, cómo no, se han enfrentado a una naturaleza inhóspita, capaz de convertir los pies en una pesada áncora cuando el aire escasea a más de 5.000 metros de altitud.

La fuente del río de las Amazonas

"Fue un hito geográfico y científico muy importante, que estableció que el Amazonas, y no el Nilo, era el río más largo del mundo. Nos pareció muy bueno que se conmemorara esa expedición científica", comentaba a Efe Andrés Ciudad, subdirector de la Ruta BBVA, como justificación de la elección del motivo central del recorrido de este año.

En julio de 1996, una expedición denominada “Amazon Source 96”, liderada por el polaco Jarek Palkiewicz e integrada por los peruanos Zaniel Novoa (hoy presidente de la Sociedad Geográfica de Lima), Raúl Rojas, Guillermo Faura (entonces al frente de dicha Sociedad) y Juan Luis Tord; los rusos Sergei Ushnurtsev y Rima Chajrudinova y el italiano Renzo Grego, determinó que el origen del Amazonas estaba en el nevado Quehuisha, a 5.170 metros de altitud.

"Hablando con los alpaqueros que viven ahí todo el año, cuando se expresaban respecto a la Apacheta y al Quehuisha lo hacían de una manera especial. El Quehuisha, en quechua, era el 'apu' y la Apacheta era la que daba la vida. Nos preguntamos por qué no daban la misma interpretación a las otras quebradas", manifestaba Novoa durante un encuentro con periodistas en Lima antes de concluir: "Los que han descubierto el río son ellos".

Quince años después de aquella expedición, que marcó que el Amazonas, el río explorado en 1542 por el español Francisco de Orellana, era el más largo del mundo, con 7.062 kilómetros, se colocó una placa conmemorativa en lo alto del Quehuisha. Y esa fue la meta de la etapa más severa de esta Ruta BBVA.

“En comparación con la ruta del año pasado, me ha parecido bastante más dura por la dificultad al respirar. Los chavales caían medio desmayados. Ha sido durísimo porque el desnivel de la pendiente dificultaba mucho la ruta, y también el viento. Pero los jóvenes, los que iban mejor, han ayudado de una manera excepcional y han apoyado a los monitores a sacar la tarea adelante”, detallaba a Efe Miguel Basagoiti, uno de los coordinadores del grupo, encargado de motivarles. "Cuando les faltaba el aire, se ponían muy nerviosos y les entraba la ansiedad”, reconoce.

Una emocionada Inés Cividenes, rutera española, no podía reprimir las lágrimas y explicaba a Efe: “Yo creo que sin la gente no hubiese sido capaz de llegar hasta aquí. Es mas duro de lo que parece, estábamos a 5.000 metros; además algunos estábamos resfriados. Hemos hecho un gran grupo y estoy muy orgullosa de todo el mundo”.

La ascensión se desarrolló en las cuatro horas previstas por las 90 personas que la hicieron a pie, si bien la bajada se complicó después de que la descoordinación entre el guía local y los vehículos de recogida motivara que la noche cayese sobre ellas en medio de la montaña, con bajísimas temperaturas y sin el material adecuado. El grupo debió pernoctar en un refugio hasta que fue rescatado por la policía zonal, aunque para ello tuvo que sumar más desniveles no contemplados inicialmente y prolongar, casi sin fuerzas, una jornada interminable.

Más allá de los incas

Antes de llegar al valle del Colca, donde tuvieron lugar la caminata entre Coporaque y Yanque (que incluyó la visita a las tumbas collaguas de Yuraq Qaqa) y la ascensión al Quehuisha, los expedicionarios conocieron culturas preincaicas a través de su recorrido por Lima, Paracas, Nazca y Arequipa.

Desde el limeño museo Larco, donde observaron vestigios huari, paracas o moche, hasta la contemplación de las famosas líneas de Nazca en el mirador situado en la Carretera Panamericana, pasando por el sitio arqueológico de Pachacámac o los puquios (o acueductos) de Cantalloc, los ruteros ampliaron su visión sobre Perú.

“Cahuachi ha sido el corazón pulsante de la cultura nazca porque ha sido el alma, la religión, el Estado y, contemporáneamente, el poder económico que se ha expandido en los distintos valles del Río Grande y sus afluentes”, aseveraba a Efe Giuseppe Orefici, arqueólogo italiano que trabaja desde hace 35 años en la recuperación de ese centro ceremonial, que definió como la “ciudad en adobe más grande del mundo".

En opinión de este experto, existe una “estrecha relación entre los geoglifos (las líneas de Nazca) y Cahuachi".

Entre bambalinas y fogones

La parte académica del programa peruano hizo especial hincapié en el emprendimiento social. Las visitas a “La Tarumba”, escuela-taller de circo, y a la Escuela de Cocina Peruana, instalada en el cerro Pachacútec (zona paupérrima en las afueras de Lima), contactaron a los expedicionarios con proyectos de capacitación a partir de recursos muy limitados.

"Formamos niños y jóvenes, pero no para que sean niños artistas o megatalentosos. Hacemos una educación para la vida, para hacer seres humanos capaces de transformarse a sí mismos y a los otros y hacer un mundo mejor", explicaba a Efe Geraldine Sakuda, directora pedagógica de "La Tarumba".

Mientras tanto, entre fogones, poco después de la clase que impartió a los jóvenes de la Ruta BBVA, Patricio Díaz, uno de los estudiantes que se encuentra en el último año de formación en la escuela gastronómica, declaraba: "La cocina es todo para mí. Cada vez que preparo un plato me emociona, me inspira, transmite lo que es el amor. Lo que más me satisface es la sonrisa del cliente al ver que el plato está rico".

Perú, ese país reconocido hoy a nivel internacional por su gastronomía, tiene la sofisticación de Gastón Acurio, auténtico valedor de esa escuela, y también la unión ancestral con la madre tierra.

Y la “pachamanca” (olla de tierra), plato típico que combina diferentes carnes (alpaca, cerdo y pollo) con papas, yuca, camote y maíz, cocinados sobre un lecho abierto en el suelo y piedras calientes y tapados de nuevo con tierra y piedras, es una buena muestra de ello.

Que esto lo conocieran los ruteros en medio del desierto de Paracas, en una finca llamada “El Milagro” (por gozar de un oasis que permite mantener un viñedo entre dunas), solo confirma que Perú es mucho más que la historia del Tahuantinsuyo narrada en los libros.

Autores

EFE