El país registró, del 2000 hasta hoy, la disminución más abrupta de la mortalidad por VIH en América Latina.
El Perú redujo significativamente los índices de mortalidad por VIH/Sida gracias a la aplicación de estrategias de prevención y control de la epidemia, entre el año 2010 y 2016, según el informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA), destacó el Ministerio de Salud (Minsa).
Al respecto, la directora de Prevención y Control de VIH-SIDA del Minsa, Patricia Segura, sostuvo que este reconocimiento internacional es un indicio de que el Perú avanza por buen camino.
“Pero también nos invita a reafirmar nuestro compromiso para superar barreras y desafíos que todavía existen en el país para la detección y tratamiento temprano del virus”, señaló.
Señaló que el papel de las intervenciones del Estado en este proceso ha contribuido con este logro, que aún presenta brechas para trabajar para alcanzar la meta del control total de la epidemia a nivel mundial para el año 2030. “Nos queda la importante tarea de fortalecer las intervenciones integrales con enfoque de interculturalidad en las poblaciones clave y vulnerables, así como promover la educación en prevención, impulsando políticas de no discriminación a las personas que viven con el VIH en nuestro país”, sostuvo.
En América Latina, el Perú registró, del 2000 hasta hoy, la disminución más abrupta de la mortalidad por VIH, así lo señaló recientemente Alberto Stella, director de ONUSIDA para Bolivia, Ecuador y Perú.
El funcionario resaltó el hecho de que somos uno de los pocos países que han asumido con seriedad el financiamiento de la terapia antirretroviral y el excelente trabajo que se viene realizando en el diseño de estrategias para la prevención y el control de la epidemia.
Los resultados de las investigaciones sobre tratamiento del VIH que se han realizado en la última década, han demostrado que mientras más temprano una persona que vive con VIH acceda al tratamiento antirretroviral y se mantenga adherente al mismo, tendrá mejores oportunidades de lograr la supresión del virus en su organismo.
“Esto se traduce en una mejora significativa en la calidad y expectativa de vida, además de disminuir el riesgo de transmitir el virus a otras personas, que a gran escala tiene un impacto decisivo en la prevención de nuevos casos”, concluyó Segura.