Michael Kors y Gucci están en contra de su uso, pero en las pasarelas y la calle todavía se ven.
El Observador | En la primera película de Sex and the City (bastante poco memorable en relación a la serie) hay una escena que retrata en menos de 14 segundos una discusión inherente a la industria de la moda tal como la conocemos ahora. Samantha –el desprejuiciado personaje que interpreta Kim Catrall– sale junto a sus tres amigas de uno de los desfiles de la semana de la moda de Nueva York. Lleva puesto un impactante tapado de piel; el inmaculado color hielo, de pronto, termina con una mancha roja. Del otro lado, la culpable de ese acto semi vandálico, grita furiosa "Fur is murder (La piel es asesinato)".
Casi diez años atrás del estreno de la película de Carrie Bradshaw y sus amigas, el universo del lujo sigue debatiendo si las pieles merecen o no ser parte de la moda. En los últimos meses las noticias del ambiente informaron que, primero, Gucci y, ahora, Michael Kors abandonarán la piel de los animales en sus colecciones de 2018. Antes lo hicieron Armani, Stella McCartney (vegetariana y muy militante de los derechos de los animales), Ralph Lauren, Calvin Klein, demostrando que el lujo puede prescindir de los animales y ser consciente.
La parte más paradójica de toda esta nueva corriente dentro del conflictivo y en constante metamorfosis mundo de la moda es que por más fuera de tiempo que estén las pieles, esta textura aparece arriba y abajo de la pasarela. Basta con prestar atención a las últimas chancletas peludas que andan dando vuelta por Montevideo en estas fechas para entender que la piel (sea real o falsa), ahora, se usa hasta en verano.
En su comunicado oficial,la marca de Kors decía lo siguiente: "Debido a los avances tecnológicos en las fabricaciones, ahora tenemos la capacidad de crear una estética de lujo utilizando pieles no animales. Mostraremos estas nuevas técnicas en nuestra próxima pasarela de exhibición en febrero".
En junio, mientras el diseñador estadounidense daba un discurso en el Metropolitan Museum de Nueva York, un grupo de 20 activistas lo interrumpió. Durante diez minutos el acontecimiento estuvo en pausa mientras de unos parlantes salía el sonido de animales agonizando. Parece que Kors aprendió la lección.
Unos meses antes, el director ejecutivo Gucci Marco Bizzarri declaró que la firma italiana seguiría adelante sin el material peludo y sinónimo de lujo.
Bizzarri –que aclaró que este cambio hubiese sido imposible sin el nuevo y carismático director creativo Alessandro Michele– dijo que la decisión responde a "un absoluto compromiso de lograr que la sustentabilidad se convierta en una parte intrínseca del negocio".
Gucci, con Michele al frente, se ha convertido en una de las firmas de moda más influyentes, valoradas y elogiadas de los últimos años. La decisión de sus cabezas creativas y ejecutivas marcan un verdadero cambio en las reglas de juego de la industria del lujo.Muchos mencionan un factor clave en este volantazo en el camino: los millennial.
Siempre conscientes, preocupados, comprometidos y amantes de lo sustentable, la generación que creció junto con el nuevo milenio consume, pero lo hace de manera responsable.
Entonces las grandes casas de moda y de lujo no tienen más remedio que adaptarse o morir. En un artículo del sitio especializado Business of Fashion la gerenta de proyectos de la organización ambientalista PETA explicó el cambio en los hábitos de consumo de las generaciones más jóvenes. "Creo firmemente que las personas son mucho más conscientes de lo que compran, comen y visten de lo que eran hace 10 o 15 años atrás. Productos que antes eran un emblema de estatus se están convirtiendo de forma rápida en símbolo de vergüenza".
Pero si hay algo que caracteriza a los años de juventud es el conflicto y la contradicción permanente. Mientras que las súper modelos de la década de 1990 se negaban a usar pieles, las nenas de moda hijas de instagram como Kendall Jenner, Rihanna y Gigi Hadid se pasean con sus tapados, carteras o zapatos con detalles de piel.
El director ejecutivo de Gucci dijo, en su momento, que la piel de animal estaba fuera de moda. ¿Será tan así?
A medida que la piel verdadera cae en desgracia , la falsa (más versátil y manipulable a la hora de diseñar prendas e incorporarla en detalles) empieza a cotizar en bolsa. Según Business of Fashion, en Estados Unidos, el mercado de las pieles falsas creció entre 2012 y 2016 un 2% y ahora vale más de 100 millones de dólares. Mientras que el vocero de la Fur Council of America declaró al mismo medio que en las colecciones de otoño invierno 2017 cerca del 70% de los diseñadores más destacados usaron pieles.
El gran debate ahora es: ¿qué tan ecológica es la piel falsa? Y, como siempre, están los dos libros. Los que trabajan en la industria de la piel y sus acérrimos defensores dicen que la falsa contamina pese a estar libre de crueldad animal. Según una nota de la revista i-D, la piel falsa está hecha con acrílico; el material muy utilizado en la industria del fast fashion es considerado, según varios estudios internacionales, pésimo para el medio ambiente. Los del otro lado exhiben los suyos: uno de ellos es la cantidad de energía que se usa para confeccionar un abrigo de piel.