Casi una veintena de cuadros inquietos forman una muestra decidora y atractiva, que está abierta hasta el 2 de agosto en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Su amor por el campo y la naturaleza le permitió al pintor ecuatoriano Ítalo Pilay presentar su obra con materiales alternativos, vistosos y cotidianos.
El pincel vistió de colores a la caña, la arena vegetal, la corteza de los árboles y la estopa de coco, que lucieron su mejor cara en las manos de Pilay.
El artista, de 31 años, presentó su obra la noche del pasado martes, en la sala Víctor Mideros, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, donde el público disfrutó de esa nueva manera de expresarse con el pincel.
Pilay empezó a pintar a los 5 años y la obra expuesta le demandó un trabajo de 12.
Gusta de crear rostros de ancianos de las culturas autóctonas. También basa su obra en la vida del montubio, comentó el artista ecuatoriano.
A través de la pintura, la cultura manabita, en especial de la zona de Jipijapa, toma forma, señaló Pilay.
Esto no quiere decir que el creativo deje de lado el tratamiento de los paisajes naturales de otras zonas del país.
Por ejemplo, el rostro de una anciana indígena amazónica fue una de las obras que llamó la atención a los visitantes, mientras el taita Cotopaxi (volcán) con sombrero campesino se impuso en la sala.
Así mostró Pilay esta exhibición a la que denominó Ecuador rural, integrada por 18 cuadros en diferentes formatos.
El trabajo previo a la pincelada requiere de cuidados, expresó Pilay. Una curación de materiales, en máximo cuatro meses, permite alistar los productos naturales.
Este manabita los cura con kerosene y su mayor aspiración es que los visitantes “degusten del país por dentro, del costumbrismo, de la cotidianidad”.
Adelantó que para el próximo año se viene una segunda edición de Ecuador rural. En esta reflejará sus vivencias en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Bahía de Caráquez, Portoviejo, Quito. La muestra se expone hasta el 2 de agosto, de martes a sábado, de 09:00 a 17:00.