Ya casi cerca de los 90 años, Hugh Hefner -el icónico fundador de imperio Playboy- comienza a tomar la vida con cuotas de realismo. De acuerdo a informaciones de prensa, la compañía fundada en los años 50 toma la decisión de vender la mítica casa en la que en las últimas décadas se celebraron las fiestas más libertinas de California.

 

Entendiendo que el horno ya no está para bollos y que las horas de juerga comienzan a ser parte de la historia, Hefner espera recaudar unos US$200 millones por el inmueble. Sin embargo, fuentes del real estate –sector inmobiliario- comentan en los medios que –en rigor- la casa ubicada en Los Ángeles no se saldaría en más de US$100 millones.

 

La tarea de Playboy Enterprises, entonces, no es fácil con este negocio. Y más aún si se piensa en la sorprendente cláusula sine qua non que incluye el contrato de venta. El negocio sólo puede concretarse si quien adquiere la mansión acepta que Hefner siga viviendo en ella, ocupando su tradicional habitación.

 

Descrita como de estilo gótico-Tudor, el inmueble posee casi 2000 metros cuadrados habitables, en un terreno de unos 20.000 metros cuadrados, en los que no sólo se escribieron cientos de historias picarescas y ocultas de las innumerables fiestas que cobijó: también cuenta con variadas y cómodas instalaciones.

Entre otras, destacan canchas de tenis, una piscina y una cascada de importantes dimensiones, zoológico, pajareras, cancha de basketball y muchas, muchas habitaciones (más de 20). El inmueble fue adquirido por Hefner en 1971, casi cuatro décadas después que la construyera el arquitecto Arthur R. Kelly en 1927. Le costó poco más de US$1 millón.

 

Una de las tantas curiosidades de las que goza es que, estando prohibidos en Estados Unidos los fuegos artificiales, la mansión es uno de los pocos lugares del país en que éstos pueden usarse. Se informa que la mansión, que muchos visitantes del último tiempo han comentado que se encuentra deteriorada en varios espacios, sale a la venta a partir de febrero de 2016.