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Poeta Raúl Zurita: "en Chile hay actualmente una absoluta incapacidad para consolarnos entre nosotros"
Viernes, Junio 5, 2015 - 16:21

Con el relanzamiento de "El día más blanco", el reconocido autor chileno reflexiona en torno a la memoria y a la historia. "Nos hemos convertido en una sociedad egoísta, muy poco solidaria y despiadada", advierte.

Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) es uno de los poetas más importantes en Chile en los últimas décadas. Dueño de una lírica intensa, en la que los paisajes se convierten en signos vitales del cuerpo, el autor posee una vasta obra con casi una treintena de libros. Es Premio Nacional de Literatura.

Con su primer poemario "Purgatorio" (1979) demarca un territorio potente y amplio, en el que los soportes pasan a ser también parte del significado. Ha escrito frases poéticas en el cielo, en el desierto y en su propio cuerpo. Punta de lanza de la vanguardia en los 80, sus perfomances forman parte de los momentos icónicos de la resistencia cultural a la dictadura en Chile.

Acaba de relanzar su única novela "El día más blanco", en el que mezcla recuerdos, historia personal, memoria interna y externa, para revelar la trama cruda de un hombre frente a sí mismo, a su obra, a sus errores, a su pasado y a lo que pudo/puede ser.

- En esta novela se realza notoriamente la imagen del desierto como un lugar místico, un espacio de encuentro profundo entre ser humano y naturaleza. ¿Cómo observa la forma en que Chile se ha relacionado con el desierto, considerando que ahí se centran los mayores conflictos limítrofes en las últimas décadas?

- Yo descreo profundamente con la idea de que la soberanía tenga tanto que ver con el territorio. Me parece increíble que Chile no vea la forma de buscarle una salida al mar a Bolivia, por ejemplo. Es algo alucinante que por una guerra que finalmente ganaron las compañías salitreras inglesas, aún debamos estar en disputa con un país vecino.

Lo más ridículo es que basta cerrar los ojos y en cien años más Bolivia no va a tener este problema, será algo superado, entonces luchar contra algo que va a ocurrir sí o sí lo encuentro sorprendente. Sobretodo para un país con más de 3 mil kilometros de costa, que no sea capaz de compartir bajo el contexto que se quiera diez kilómetros de mar, es como un niño que tiene muchas cajas de lápices de colores y no sea capaz de prestarle algunos a un compañero de curso.

Me considero parte de una corriente mucho más patriota que todos los que hoy vociferan con este concepto, me ubico en una dinámica poética que surge desde "La Araucana" con Alonso de Ercilla y la real fundación de Chile, y en la misma línea que siguen Pablo de De Rockha, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Desde esa óptica creo la actitud de Chile en este tema no es la correcta.

- En el libro también se lee “los recuerdos están siempre allí, igual que las piedras”… ¿Cuáles serían las piedras fundamentales que usted rescataría de su trayectoria literaria, sus pilares claves?

- Yo diría que la piedra principal en mi quehacer literario es, sin duda, la poesía. Es el pilar fundamental. Todo lo que hago lo entiendo dentro de eso. Son lecturas disfrutadas, experiencias vividas, una cierta voluntad por colmar la diferencia que hay entre la vida y la razón de vivir. Es la piedra angular.

- Los recuerdos, la memoria y la historia propia son tópicos siempre presentes en su escritura. ¿Cómo siente que Chile se ha ido enfrentando a esos mismos puntos?

- Lo primero que puedo decir es que surjo literariamente en un momento en que todos nos sentíamos internacionalistas, en un contexto en el que se miraba con cierto desdén las nociones de “patria” o “país”. Sin embargo, luego del golpe militar, uno comenzó a sentir distinto la Canción Nacional, la bandera, el valor de lo patrio. Y mientras la dictadura se apropiaba de esos símbolos, lo que nos mantuvo en pie fue luchar por los significados.

Esa Canción Nacional y esa bandera que los militares lucían como sólo de ellos, también era nuestra y se desarrolló un posicionamiento de lo propio, respondiendo a la pregunta de cuáles eran los significados de las palabras desde Alonso de Ercilla, desde Gabriela Mistral, desde el discurso de Allende…

Sin embargo, hoy nos hemos convertido en una sociedad egoísta, muy poco solidaria y despiadada, sin capacidad de compasión. Es algo muy preocupante. Como pueblo se ha perdido la piedad, es cosa de ver las redes sociales, cómo es el trato ante las diferencias. Me preocupa esa desafección con que hoy nos enfrentamos. Hay una absoluta incapacidad para consolarnos entre nosotros, la verdad es que nos espera un desierto muy feroz…

- ¿Y que cree que pasó con esa lucha por los significados? Evidentemente hubo un cambio...

- Lo paradojal de todo es que no debimos haber olvidado nunca la idea de la solidaridad, el compañerismo, la lealtad, el apoyarse entre todos. Puedo entender que muchos hayan querido dar vuelta la página de la dictadura rápidamente, por la dureza de lo vivido, pero hasta cierto momento. Sin embargo, me empecé a dar cuenta con bastante dolor que ese espíritu común se dejaba atrás aceleradamente. No debió haber ocurrido.

- El día del golpe usted es tomado preso junto a muchas otras personas en Valparaíso y es ingresado a un camión militar, en pésimas condiciones de comodidad. Sin embargo, ha dicho que recuerda ese momento como un instante de mucha humanidad entre quienes compartían ese momento tan incierto…

- No sé cuánto duró ese trayecto, pero fue un momento profundamente marcador para mí. Era el horror y la solidaridad en el mismo lapso. La poesía se construye desde la fuerza y para mí la fuerza vivida en ese instante se transformó en una aspiración artística. Llegarlo a describir ha sido el máximo testimonio que me he propuesto como poeta.

- En ese sentido usted ha dicho que “la poesía contiene los sueños más bellos y buenos que un pueblo pueda tener”. Quizás por eso se habla de Chile como “país de poetas” ¿o no comulga con esa idea que nos enseñan desde pequeños?

- Yo agregaría a mi propia frase que la poesía también contiene las pesadillas de un pueblo. Los sueños y las pesadillas. Dicho eso, creo que por razones misteriosas en Chile se ha realizado una gran poesía. No sé si creer en eso de "país de poetas", pero sí se ha dado muy buena tradición lírica. Insisto, la poesía retrata y funda a Chile desde Alonso de Ercilla, pero no sé exactamente por qué sucede así. Lo que sí puedo decir que a mí me ha tocado, efectivamente, a partir de la poesía, recoger parte de esos sueños y de esas pesadillas.

- De ser la punta de lanza del under, una vez recuperada la democracia usted se suma a tareas gubernamentales. Muchos pensaron que se perdía el poeta y surgía un burócrata. De hecho, creó himnos para algunos candidatos presidenciales. ¿Se arrepiente de haber pasado por los rincones del poder político?

- La verdad es que las cosas de las que me arrepiento son más graves que esas que me dices… Lo cierto es que participé de un entusiasmo general, tras el final de la dictadura. Eso que me consultas debes preguntárselo a otros poetas. Fui agregado cultural en los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei, luego fui un simple funcionario del ministerio de Obras Públicas cuando era ministro Ricardo Lagos, un cargo pequeño. Ahora, efectivamente, no volvería a formar parte de todo eso.  

- Aunque no hay arrepentimiento, igual noto en sus palabras una decepción. ¿Es en esos momentos, comienzos de los años 2000 más o menos, en que usted nota esta pérdida de los significados de la que hablaba antes?

- La verdad es que desde un tiempo anterior comienzo a darme cuenta de eso. Uno siente desazón, es cierto, pero también hay que decir que nada de esto se compara con la dictadura. Nada. El dolor y el sufrimiento de esos años no se pueden comparar en ningún momento con nada de lo malo que ocurre en democracia. Incluso, cuando algunos fanáticos comparaban a Sebastián Piñera con los años de dictadura, era una gran tontera.

Ahora, es cierto lo que me comentas. Lo primero que comenzó a perderse al recuperar la democracia es el sentido de la pertenencia, de cercanía con el otro.

- Pareciera que un elemento que colaboró mucho en mantener la importancia de los significados en dictadura fue el desarrollo cultural. ¿Ha faltado eso en estos años?

- Algo de eso hay. En medio de una paradoja muy intensa, por cierto, porque en la dictadura no hubo ningún impulso a la cultura, de hecho se hablaba del "apagón cultural". No tengo una explicación ante eso, aunque sí una constatación: la historia no es lineal. En democracia se da, por una parte, que muchas personas han accedido a bienes y servicios impensados sólo algunos años atrás, pero -por otro lado- se pierde profundamente un horizonte. 

Antes también era un tiempo más simple, la ferocidad de lo simple. Antes había un solo dictador, actualmente hay muchos y variados. Ahora, mi papel no es hacer sociología, es recoger esos pasos vacilantes de la esperanza y la desesperanza en el desarrollo de un futuro distinto.

- Despues de escribir en los cielos, de usar su cuerpo como soporte poético, de ejercer pedagogía, de publicar muchos libros ¿siente algo pendiente con la literatura?

- Siento que todo lo que tenía que decir de alguna manera quedó plasmado en el libro “Zurita”, en el que plasmo una mirada poética a lo vivido por mí y el país. Ahora, pendientes siempre hay. Espero que ese Dios que no existe, me ayude un poco y alcance a terminar, por ejemplo, la traducción que estoy haciendo muy lentamente -y sin ningún tipo de presión- de "la Divina Comedia" de Dante.
 

Autores

Claudio Pereda Madrid