Fue la primera mujer en doctorarse en ciencias en la Universidad de Chile, la primera presidenta de la Sociedad de Biología de Chile, la primera presidenta de la sociedad de BioFisicos de Latinoamérica y la primera mujer Premio Nacional de Ciencias Naturales. Hoy está en campaña por la defensa de la ciencia en el país y el rol de la mujer en esta.
-Según un estudio internacional de la Interamerican Network of Academies of Sciences (IANAS), las académicas mujeres son notablemente menos que sus pares hombres.
-Pasa en todo los países, no solo en Chile. Por ejemplo, en un país como Japón, con una cultura machista bien grande, hay muy pocas mujeres que han llegado a ser líderes en sus campos.
-¿Cuáles son las razones?
-Son varias, pero la más obvia es que es muy difícil compatibilizar el tener hijos y una familia, con una carrera de investigadora y académica que es bien demandante.
-¿Cómo ha sido el rol de la mujer en la investigación chilena?
-No ha sido grande, ya que hay muy pocas mujeres. Porque si hablamos de generar conocimiento, son pocas las mujeres científicas chilenas que han logrado logros de reconocimiento internacional.
-Usted crió cuatro hijos. ¿Sintió alguna vez la necesidad de optar por su carrera académica o la crianza?
-Yo tuve mucha suerte en mi dotación genética, porque tuve un nivel de energía muy alto. Fíjate que cuando llegue a realizar mi segundo postdoctorado a EE.UU., mi jefe, un japonés, me comenta que dentro del grupo de estudiantes, los hombres, llegaban a trabajar y se sentaban a pensar qué iban a hacer durante el día, mientras yo cuando iba caminando a la oficina ya había decidido lo que tenía que hacer y llegaba a trabajar de inmediato y no a pensar en qué hacer.
-Efectiva con su tiempo.
-Así es, me tomaba poco tiempo para almorzar y a las cinco de la tarde ya me iba a buscar a mis hijos.
-Hizo una buena compatibilización de sus horarios.
- Sí, lo cual si lo piensas es injusto, ya que a los hombres no se les demanda eso. Entonces, las mujeres por muy talentosas que sean no van a poder compatibilizar las dos carreras; van a tener que optar por uno u otro rol. Y eso es injusto.
-Es un largo proceso el de obtener la validación para un mujer científica.
-Más que eso, hay que tener respeto por el intelecto humano del otro y eso mismo se debe aplicar a las mujeres, que son tan inteligentes como los hombres.
Pinochet y ciencia
-Usted vuelve a trabajar a Chile en dictadura, y a realizar ciencia ¿Cómo fue esa experiencia?
-Si bien mi esposo y yo estábamos muy bien en EE.UU., trabajando en el MIT y en Harvard, sentíamos que allá éramos uno más de un montón de gente que está haciendo cosas importantes, pero si volvíamos, a pesar de las condiciones de Chile, sabíamos que podíamos hacer una diferencia científica. Y bueno, la historia demostró que tuvimos razón en eso.
-¿Cuál era la Universidad de Chile que encontró?
-Primero, tanto yo como mi marido trabajamos un año gratis. Después me contrataron media jornada y después fui la primera contratación del centro de estudios científicos de Santiago.
-¿Con qué se quedó de ese periodo?
-Algo con que se quedó la gente de mi generación: la sensación de miedo. A mí aún me cuesta decir lo que pienso. Quedamos con miedo. Por eso me gustan estos jóvenes que crecieron después de la dictadura. No les veo miedo.
-¿Cómo fue la relación entre la dictadura y la ciencia?
-Mala, porque muchos de los grandes científicos del país se fueron. El resto estaba muy triste o deprimido. Nosotros volvimos justo con la creación del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt). Por suerte se pudieron hacer algunas cosas, pero la universidad estaba llena de puestos directivos elegidos por Pinochet.
-¿No tuvo problemas con esas figuras designadas?
-Tuve la ayuda y recomendación de Enrique Jaimovich. Él llevó mi currículo al decano y este le dijo: "para qué quiero a alguien así; no necesitamos grandes investigadores, queremos formar médicos"… Al final gané la media jornada y después de un par de años pude volver a la universidad a tiempo completo.
Parkinson
-Leí que hoy está muy interesada en la neurociencia.
-Estoy tratando de estudiar los cambios del calcio dentro de las neuronas, que son fundamentales sobre las funciones cognitivas superiores como memoria o aprendizaje.
-¿Podría derivar ese estudio en la búsqueda de un tratamiento contra el Parkinson?
-Eso es una idea que flota en el aire... que hay daño tanto por oxidación, tanto en las neuronas con Parkinson como con Alzheimer. Y esos daños por oxidación excesiva producen cambios maléficos.
-Su trabajo es muy metódico y bien silencioso, ¿cómo se acerca el conocimiento científico a la población?
-Hay una concepción del científico muy ingenieril; con todo el respeto a los ingenieros. Los científicos son personas muy creativas, ya que nuestro primer trabajo es generar ideas, una hipótesis y después ponerla a prueba.
-El científico, en resumen, no sería un tipo aburrido.
-No puede serlo. No es un calculista, es una persona que necesita y usa la inspiración, porque sin ella, ¿cómo vamos a generar nuevo conocimiento?
-Esa generación de conocimiento, ¿cómo se traduce en un cambio real en la vida de las personas?
-Hay muchos y a veces pasan desapercibidos, como generar nuevas drogas para combatir enfermedades neurodegenerativas o los estudios en astronomía que han traído todo el nuevo concepto de manejar Big Data. El otro día me hice una radiografía de un tobillo, y estando ahí pensaba cómo ha avanzado la ciencia, porque ese tratamiento es solo física aplicada a la medicina.
-¿Que debe hacer el futuro ministro del próximo Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación?
-Debe ser un paladín o paladina. Necesitamos a alguien que defienda la ciencia frente al ministerio de Hacienda y consiga más recursos. Tenemos que salir de la inversión vergonzosa del 0,38% del PIB que hay hoy para el sector.