Uno de los sectores más importantes en términos de emisiones de gases de efecto invernadero es el del cambio en el uso de los suelos de los bosques, en especial debido a la agricultura, puesto que se trata de emisiones que son todavía más grandes que las emisiones del sector transporte.
Panamá. Las donaciones de los países desarrollados para que los países en vías de desarrollo enfrenten el problema del cambio climático son insuficientes y por eso América Latina debe fortalecer la inversión doméstica, en especial la del sector privado, para impulsar las transformaciones que permitan a la región luchar contra ese mal, aseguró la ONU.
Gabriel Labbate, coordinador para América Latina y el Caribe del programa de las Naciones Unidas para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques (ONU-REDD), dijo que lo que se busca es atraer recursos que permitan crear matrices de producción para el sector rural, en el cual están la conservación de los alimentos en conjunto con la conservación de bosques.
Precisó que a través de esas matrices sería posible ver parques de bosques conjuntamente con parches de producción, para trabajar de tal manera que sea posible minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero.
El experto de la ONU se encuentra en la capital panameña para participar en un debate sobre el aumento de los recursos para una gestión forestal sostenible, en el que esta previsto la participación de expertos de 12 países.
Labbate reconoció, no obstante, que las donaciones de los países desarrollados a países en vías de desarrollo han sido muy importantes y han permitido la aplicación de una gran variedad de políticas.
Según el experto, uno de los sectores más importantes en términos de emisiones de gases de efecto invernadero es el del cambio en el uso de los suelos de los bosques, en especial debido a la agricultura, puesto que se trata de emisiones que son todavía más grandes que las emisiones del sector transporte, particularmente en países en desarrollo.
Para el coordinador de la ONU-REED en Latinoamérica y el Caribe, Brasil es un buen ejemplo de lo que se puede hacer, por haber hecho en los últimos 10 años una de las contribuciones más grandes para reducir la pérdida de bosques.
Destacó además que ahora se encuentra a 120 kilómetros de Ciudad de Panamá, rumbo al occidente, un parque eólico muy grande.
"Queremos catalizar ese cambio en el sector de la conservación de bosques y producción agropecuaria baja en carbono", subrayó.
Según la óptica de Labbate, América Latina está muy a la cabeza de esta transformación de sistemas productivos bajos en carbono y que coexistan con el bosque, y según la ONU-REDD, entre el 50 y 60% del financiamiento global para este tipo de programas ha sido dirigido a la región.
Aseguró, sin embargo, que las transformaciones que se requieren en Latinoamérica son gigantescas e implican la necesidad de inversiones de capital por miles de millones de dólares, consistentemente por las próximas décadas a nivel mundial y en Latinoamérica.
Labbate apuntó que existe la necesidad de tener financiamiento adicional para aquellos países que realmente están produciendo las reducciones de emisiones por deforestación y degradación de bosques.
Indicó que el sector agro-ganadero es el que ha mostrado más ganas de querer cambiar hacia sistemas bajos en producción de carbono y destacó que el sector privado es el que cada vez está invirtiendo más y se empiezan a ver nichos.
Labbate explicó que en estos nichos se puede apreciar que es posible para el sector privado tener un negocio sustentable y al mismo tiempo una producción que es ambientalmente amigable y sostenible.
"Ese cambio hacia energías limpias es irreversible y la pregunta no es si va a ocurrir sino que tan rápido va a terminar copando el mercado", afirmó al reconocer que la participación del sector privado en el tipo de producción baja en carbono todavía es marginal, y que varía por país y por sector.
Señaló que en Centroamérica es mayor la participación en los sectores del café y del cacao, pero siendo aún minoritaria respecto a otro tipo de producción; mientras en el sector ganadero, aunque hay mayor producción sirvo-pastoril baja en carbono, es aún marginal.
Pero Labbate consideró que Latinoamérica es la región en donde se pueden ver experiencias nuevas en la materia, muchas de ellas exitosas y en las que se pueden empezar a ver resultados tangibles.
Indicó que el tema es relevante teniendo en cuenta que en los años 50 o 60 la cobertura boscosa de Panamá estaba entre un 60 o 70% y ahora está por debajo del 40%, mientras que en otros países la pérdida de bosques no se puede compensar.
Observó además que no hay país en la región al que ignore el tema de la pérdida de la cubierta forestal o el de la emisiones por degradación o deforestación, frente a lo cual se observan diferentes capacidades para enfrentar el problema.
Además de Brasil, consideró relevante el trabajo que se está haciendo en Paraguay para lograr la coexistencia de la expansión de la frontera ganadera con la conservación de bosques en el país; y reconoció que habrá por ejemplo un riesgo mayor de afectación de la cobertura boscosa en Colombia.
Esto debido a que con la firma de los acuerdos de paz, entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), va a abrirse áreas cuyo acceso estaba antes cerrado por el conflicto y que presentan ahora una cantidad de oportunidades para la producción.
Consideró importante que en los acuerdos de paz firmados se le da importancia a la necesidad de mantener la integridad ambiental de esos territorios.